Hasta que nos decidimos

CAPÍTULO 1

ADELAIDA

Mis ojos se sentían pesados, la verdad no sé en qué momento me quedé dormida, solo recuerdo haber estado con Danni después del trabajo, fuimos a tomar algunos tragos pero me pasé de copas, la cabeza me dolía y poco a poco cerré los ojos. Después de eso todo es borroso.

Un sol abrazador entraba por la ventana irrumpiendo mi sueño, me senté con dificultad mientras frotaba mis ojos tratando de abrirlos. Estaba en mi habitación, con un fuerte dolor de cabeza que me obligó a sostenerla con ambas manos haciendo un poco de presión en las cienes. Tomé mi teléfono para ver la hora, era tardísimo, ya era hora del almuerzo. Fue una pésima idea ir a tomar entre semana, cualquiera esperaría hasta el fin de semana, pero las constantes rupturas amorosas de mi “suertuda” mejor amiga no tenían horario.

Estaba tratando de estabilizarme cuando recordé el evento importante que tenía planeado para hoy, por el cual rechacé la invitación de Danni pero por lo visto eso no la detuvo. La reunión con la empresa JK. Cómo carajos la olvidé, y no es que me podía excusar como un empleado cualquiera que presente una calamidad y listo, soy la gerente y el convenio entre las empresas depende de mí presentación.

Maldije por unos segundos pero sabía que eso no solucionaría nada. Respiré profundo, aún faltaba una hora, con algo de apuro podía llegar a tiempo. Llamé a la empresa pidiendo que arreglen todo, la oficina de reuniones debía estar impecable, me levanté de la cama, aún con un dolor punzante en la cabeza. Me dirigí a la cocina en busca de algo que pueda curar mi resaca de manera milagrosa.

–Buenos días Eli

–Buenos dí…. ¡Por Dios señorita Adelaida! ¿Qué le pasó?

Supongo que mi aspecto era terrible, algo muy inusual en mí.

–Nada malo Eli. –Mencioné con la seriedad que me caracteriza mientras tomaba un vaso de agua, no suelo sonreír mucho y si lo hago es con personas a las cuales tengo mucha confianza.

–Ayer salí con Danni en la noche.

–¿Y su reunión no era hoy? –Preguntó con preocupación. Después de todo Eli siempre ha estado pendiente de todo en casa.

–Sí, y solo me queda una hora. –Regresé a ver mi reloj de muñeca. –Cuarenta y ocho minutos.

–Bien señorita, voy a pedir que preparen su coche, yo cocino algo rápido pero nutritivo y usted arréglese. –Ordenó con mucha amabilidad a la cual obedecí sin rechistar.

Subí de nuevo a mi habitación un poco más despierta, entré al baño y tomé la ducha más rápida y fría de mi vida. Busqué en el closet un conjunto elegante y cómodo, una falda negra pegada al cuerpo y una camisa blanca con detalles en el cuello. Me lo puse, un maquillaje ligero y el cabello suelto al natural, tenía la ventaja de tener un cabello hermoso así que en ese sentido no me demoraba nada.

Bajé de nuevo a la cocina pero esta vez me esperaba un plato de sopa muy caliente pero sabrosa, lo comí lo más rápido que pude y salí de la casa. El coche estaba listo para salir, me monté y fui en camino a la empresa.

Con cinco minutos restantes llegué, desde el auto admiraba la grandeza que imponía mi empresa, un edificio alto, con vidrios tintados, reflejando el cielo, con un estacionamiento amplio y limpio, guardias en la entrada, una escena de película. Verla simplemente me hacía sonreír, recordar lo mucho que me costó conseguirla, mi esfuerzo de años reflejado en este edificio.

Salí del coche dirigiéndome hacia la entrada, aceleraba el paso pero no perdía mi elegancia y seriedad al caminar. Saludé al guardia y entré, era una suerte que la sala de reuniones sea en el primer piso. Estaba a punto de llegar cuando una empleada se chocó contra mí regando su café en mi camisa, salté a un lado moviendo mi camisa tratando que el aire entre en ella y refresque mi piel quemada.

La expresión de la muchacha era terror total, sus pupilas diminutas y con un movimiento constante de izquierda a derecha. Con mi piel más relajada decidí entrar, estaba realmente furiosa pero no tenía tiempo para reclamar.

–Irrumpes mi camino.  –La mire con mi seriedad normal y con algo de molestia en mis ojos.

–Lo si-siento. –Tartamudeo, la hubiera enfrentado pero solo esperé a que hiciera espacio para que pase. Entre y cerré la puerta a sus espaldas con algo de fuerza.

Dirigiendo mi mirada de nuevo a la sala observé a  mis empleados, gerentes de algunos departamentos y al gerente de la Empresa JK, la verdad me esperaba a un señor con más edad que yo, casi podría decir que éramos de la misma edad.

–Buenas tardes a todos. –Saludé de manera educada, todos los presentes respondieron mi saludo y con una mancha muy notoria en mi camisa empecé la reunión.

Todo salió como lo esperaba, la propuesta presentada fue aceptada con mucho entusiasmo, el gerente de JK parecía no dudar de mis ideas por lo que las aceptó de inmediato. Terminando de hablar se puso de pie para aplaudir invitando al resto a hacerlo, he de admitir que me sentí bien cuando alabaron mi trabajo pero preferí mantener una actitud humilde. Pero el contrato estaba, la asociación de ambas compañías estaba lista, ahora podría abrir sin problemas una sucursal en otra ciudad, lo que realmente me emocionaba, pero como siempre, mi cara no lo demostraba.



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En el texto hay: amor, dinero, rechazo

Editado: 08.07.2021

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