- Has respondido muy bien al transplante, Zaynie. ¿Has tenido algún problema?
Abrochó sus jeans, apretando el cinturón bajo su ombligo y corrió la cortina que separaba el pequeño espacio donde se vestía. Observó a su doctor sentado tras el escritorio y le negó. - El otro día tuve un dolor fuerte en el pecho, pero nada más. He estado tomando todos los medicamentos a las horas indicadas, uno de ellos me hizo tener náuseas y sudor frío por la noche, pero nada que usted no me haya advertido antes.
Estar constantemente intentando por todos los medios que tu cuerpo no rechazara de forma natural algo que no era de él era una lucha muy dura, sobre todo cuando no estaba acostumbrado a tantos efectos secundarios que cada medicamento consumido -por obligación- traía. Aún recordaba la forma en cómo casi no podía estar de pie el otro día porque todo le daba vueltas; o cuando el sudor molesto por las noches era tanto hasta el punto de considerar dormir desnudo. Había tantas dosis que suministrar, y todas ellas para un mismo propósito: lograr suprimir su sistema inmunológico, ya que este perfectamente podía generar anticuerpos que categorizaran su transplante como algo extraño y dañino. Y si eso ocurría, entonces estaría jodido.
- Los efectos secundarios de algunos medicamentos son muy fuertes. - El doctor le miró con pena. - Si de aquí a dos semanas más continúas bien, comenzaremos a bajar la dosis de a poco, ¿bueno? - Sus ojos brillaron con un poquito de esperanza. Era tan jodido aguantarse todos esos efectos, hasta incluso había ratos en los que su mano temblaba horriblemente. - Pero por el momento, tendrás que lidiar con ello. ¿Algo que quieras preguntar antes de irte?
Se colocó la chaqueta y luego tomó asiento frente a su doctor.
Entoncesfrunció el ceño, debatiéndose internamente si debía hablar o no.
- He vivido situaciones extrañas. - Comenzó poniéndose rojo cuando supo que tendría que explicar con más detalle los acontecimientos porque su doctor lucía demasiado confundido para entender la ambigüedad de su declaración. - O sea, he soñado cosas extrañas. H-hay días que sueño con ella, doctor... con Perrie y creo... - Tragó duro, observando la mesita porque ahora mismo podía jurar que los ojos arrugados puestos en él lo estaban viendo como si estuviera loco. - Creo que he visto a sus padres en mis sueños. No los conozco, pero los he visto. Tengo el presentimiento de que son ellos, es como si realmente sintiera que son ellos.
- Zayn... - Le llamó el hombre de bata blanca. Zayn hizo una mueca maldiciéndose a sí mismo por haber abierto la boca. - No sé si decir esto, pero... ellos preguntaron por ti.
De inmediato levantó la mirada. - ¡¿Qué?!
- A pesar de que fue una donación anónima, no pudieron evitar preguntar por ti. Hablaron con el director del hospital y él les dijo que tu información era confidencial, así que lo único que saben es tu edad, nada más.
Permaneció en silencio como si estuviera tratando de procesar la información. La nostalgia se apoderó de él cuando se imaginó a los adultos que veía en sus sueños, y las ganas de llorar comenzaron a entrar de a poco obligándolo a tensar los labios y tragar dolorosamente toda esa angustia que se centró en su pecho al asimilar los duros pensamientos que convergían en su mente.
- ¿Cree que ellos me odien? ¿Qué pasa si ellos no querían donar y por ley, al ser Perrie una donante legal no pudieron oponerse?
El doctor volvió a sonreírle con ternura y tuvo la necesidad de removerse en su sitio, sintiéndose muy pequeño.
- Zayn... el director me dijo que la madre de Perrie lloró al saber que la operación había sido un éxito. ¿Te acuerdas que el director constantemente visitaba tus rutinas en el gimnasio? Incluso te hacía compañía. - Zayn asintió, recordando al hombre bromear siempre a su alrededor. - El motivo era porque todas las semanas esa familia preguntaba por ti anhelando conocerte, Zayn. En ese sentido, nuestro director sentó cabeza diciéndoles tajantemente que tu información era confidencial y que debían respetar los deseos de Perrie, quien decidió que todo fuera hecho de forma anónima. Sin embargo, ellos sólo querían saber de ti de alguna forma, saber cómo eras porque llevas una parte de su hija.
- Y-yo... no sé qué decir. - Susurró, casi sorprendido por todo lo que le estaba contando. Quizás todo este tiempo había sido demasiado pesimista y depresivo con toda la situación.
- No pienses que has hecho algo malo, debes dejar de creer eso. Eres un muchacho joven, incluso los demás doctores me preguntan por ti cada que me ven porque fuiste un paciente muy dulce y adorable. Creo que debes estar agradecido por esta oportunidad y no verle el lado malo. No es tu culpa que haya fallecido. Ella no murió para darte su corazón, sus caminos simplemente coincidieron, Zayn.
- Gracias. - Respondió con su voz pendiendo de un hilo. - Realmente gracias, doctor.
***
Salió del edificio con su cabeza hecha un lío y caminó hacia la parada del autobús, esperando una línea en particular. Siempre que tenía citas, su día terminaba en un sitio que sólo le causaba paz cada que lo frecuentaba. El cementerio para muchos era algo tenebroso y un poco escalofriante, para Zayn era un lugar sagrado en donde podía sentirse más seguro y donde sabía que nadie lo juzgaría, y no tenía nada que ver con el hecho de que todos ahí estuvieran muertos.
Observó la hora y maldijo al notar el poco tiempo que le quedaba.
Ayer se había reconciliado con Liam, sólo para que este le dijera que el evento era hoy mismo, específicamente dentro de una hora.
Aún recordaba el incidente; luego de abandonar el local, caminaron compartiendo un repetido monólogo de Liam donde preguntó más de 10 veces lo mismo: "¿estás seguro de que quieres hacer esto?"
Las últimas veces que preguntó, Zayn había rodado los ojos fuertemente por lo terco y persistente que era, después de todo su respuesta siempre había sido la misma. "Sí, Liam, te dije que sí. No, no me retractaré. Sí, tienes mi palabra."