Cuando terminaron de comer observaron que sus respectivos "Cuidadores" estaban en la puerta del comedor. Dulce suspiró con pesadez y se levantó llevando su bandeja a su lugar correspondiente.
-Bueno chicos, supongo que los veré mañana así que... suerte –
Salió del comedor siguiendo a Abraham, de igual manera los dos pequeños dejaron sus bandejas y se fueron del comer siguiendo a sus respectivos cuidadores. Al llegar las 8 de la noche ya todos estaban en sus respectivas cámaras acostados y durmiendo tranquilamente.
Las actividades en el laboratorio fueron bastante normales durante dos días; no hubo problema alguno, pero casi como un milagro, el día sábado los tres pequeños se despertaron al escuchar bastante ruido fuera de sus cámaras. Cuando los dejaron salir se enteraron que un niño de al parecer tres años había caído desmayado en la entrada del establecimiento, ya lo habían atendido para poder sanar sus heridas con ayuda de Sara y en poco tiempo el pequeño despertó, sus ojos eran de un celeste hermoso, su cabello era rubio e incluso parecía que un brillo emanaba de él y sus hermosas mejillas con aquel leve rubor le daban una increíble aura inocente junto con sus alas tan blancas como la nieve
Hasta el momento solo Sara lo había visto, pero Dulce y Lucas ni siquiera sabían de su existencia.
A la hora de la comida Lucas y Dulce se quedaron asombrados al ver entrar al comedor a aquel pequeño rubio que tomaba la mano de Sara y los miraba a ellos con una sonrisa curiosa.
-Es... increíblemente adorable-
Susurró Lucas en el momento que vio al menor de todos, una calidez llenó su corazón al ver los ojos celestes tan llenos de vida de aquel niño que acababa de llegar y un suave sonrojo se instaló en sus mejillas. Las alas del pequeño rubio eran pequeñas lo cual lo hacía ver aún más adorable.
-Oh... vaya es un pequeño tan tierno-
Dulce se acercó inmediatamente al rubio poniendo sus manos en sus mejillas.
-Hola pequeño, no nos conocemos muy bien y lamento ser tan abusiva al poner mis manos en tus mejillas, pero eres tan tierno –
El rubio soltó una pequeña risa para luego mirar a Lucas quien había permanecido inmóvil desde el momento que lo vio. Con pasos algo dudosos se acercó a Lucas tomando su mano para luego llevarlo a donde estaban ambas chicas, las cuales solo pudieron ceder a la ternura del menor. Los cuatro se sentaron a comer mientras el de ojos celestes no soltaba la mano del azabache quien fue el encargado de darle de comer. Charlaban con una sonrisa en sus rostros mientras observaban al rubio quien estaba más que feliz de ver a todos.
Al momento en el que los cuidadores de cada uno llegaron el de ojos celestes no quiso soltar a Lucas por lo que tuvieron que llevarlos a ambos juntos.
Antes de que los pusieran a todos en sus cámaras los reunieron en una sala, se acercó a ellos Lucy y suspiró.
-El pequeño que acaba de llegar hoy decidimos ponerle por nombre Max, además de que para no llamarlos por sus diferentes nombres y no confundirnos, cada uno llevará un número. Sara será número uno, Lucas número dos ya que lo encontramos después de Sara, Dulce será el número tres y, por ende, Max será el número cuatro. –
Los menores se miraron entre sí para luego notar como le ponían una pulsera a cada uno la cual, si presionabas el botón que tenía, mostraba el número que le habían asignado a cada uno.
-Ya que número cuatro no se quiere separar del número dos y aún esta pequeño como para realizarle muchas pruebas dormirán en la misma cámara obviamente en camas separadas. Eso es todo por hoy regresen a sus cámaras cada uno-
Dijo por ultimo Lucy para luego retirarse. Los pequeños se despidieron entre sí para luego ir cada uno a su lugar correspondiente.
Pasaron cuatro años desde aquel acontecimiento, los encargados del establecimiento creyeron que no existían más niños con dones especiales por lo cual se dedicaban a investigar a los cuatro que ya tenían notando que Dulce desarrollaba una nueva habilidad con cada año que pasaba, la cual le enseñaban a controlar; el poder de Lucas aumentaba conforme este iba creciendo, pero lograron evitar que se desarrollara demasiado al momento de cortarle las alas; Sara cada vez manejaba mejor su poder y podía utilizarlo en heridas mucho mayores; el poder de Max también aumentaba pero a este no tuvieron que cortarle las alas ya que al ser un Ángel, el dañar a alguien estaba en contra de sus principios por lo cual no se preocuparon.
Pero había algo que siempre mantuvo controlados a los pequeños. Para evitar que los niños escaparan, cada vez que estos usaban sus poderes sin autorización, los golpeaban violentamente en una sala a la que ellos llamaron "La habitación del mal" un nombre bastante infantil, pero al ser unos niños poco les importó.
Ahora Sara tenía ocho años, Max tenía siete años, Dulce y Lucas tenían nueve años; pero estos al ser muy unidos solían conversar a solas en el jardín. Cada uno de los cuatro tenía varias marcas de cortes en su cuerpo o algunos moretones en el mismo.
Todos con el miso deseo de escapar de lo que ellos llamaban una prisión, una vez intentaron hacerlo, pero fueron capturados en el intento y por ende fueron golpeados.
Celebraban sus cumpleaños a escondidas y Sara era la encargada de hacer un pequeño pastel, se regalaban pequeñas cosas insignificantes como un abrazo o una porción de comida; ya que aparte de golpearlos, si alguno de ellos fallaba al momento de controlar sus dones cuando les hacían las pruebas los encerraban en su cámara in comer ni cenar; cuando alguien no llegaba al comedor la explicación era demasiado obvia, así que ellos escondían piezas de pan para llevárselos a aquel que los necesitaba. Eran una pequeña familia. Pero después de esos cuatro años un nuevo miembro se unió a su familia.