Hilos del destino

3.

Capitulo 3

Sigue tú consejo

Cerré los ojos y vi mi vida pasar en retrospectiva. Nunca me imaginé que Leticia tuviera un hijo. Menos pude imaginar que a estas alturas de su vida mi padre fuera a tener un bebé con esa bruja, que había arruinado no solo mi vida, sino también la vida de mi madre. Gracias a ella estuve perdida por mucho tiempo, presa en aquel internado que guarda los momentos más oscuros de mi vida. Pero ahora... ahora que se suponía que todo estaría bien él se había casado con ella, la había incluido formalmente en su vida y en la mía.

Pensé en huir, en volver a mi antigua vida pero me di cuenta que era imposible. No tenía opción más que enfrentarlo de la mejor manera posible: bebiendo. Así que decidí ir al bar del hotel a beber tequila hasta olvidarme del mundo.

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Desperté con un dolor de cabeza infernal, tenia tanto calor que sentía que mi piel se derretía. La luz del sol pegaba directamente en mi rostro y me molestaba demasiado. Cuando por fin pude abrir bien mis ojos me di cuenta que estaba tendida al borde de la piscina del hotel. Sentí vergüenza al darme cuenta que un niño como de 10 años me miraba divertido al mismo tiempo que introducía una ramita pequeña en uno de mis orificios nasales. Eso hizo que me levantara de golpe y ante mi reacción el niño se burlaba de mí descontroladamente. Quería acercarme hacia él y golpearlo pero apenas intente ponerme de pies vacile y caí al agua golpeando fuertemente mi frente con la cerámica de la piscina. Salí del agua muy mareada mientras que el pequeño seguía burlándose de mí con más intensidad, me enoje tanto que le di un pellizco tan fuerte que hizo que dejara de reírse y comenzara a llorar. Luego de mi estúpido comportamiento desee que ninguno de sus padres estuviese cerca porque si así fuese estaría en problemas.

-¿No crees que estas muy grande para golpear a un niño? - Me susurro al oído una voz desconocida y ante el estimulo volteaba inmediatamente-

- ¿otra vez tú? ¿Que haces aquí?- Dije sorprendida mirándolo con desaprobación, a decir verdad deseaba que fuese la madre del niño queriendo golpearme y no él. Pero no... ahí se encontraba precisamente él, agachado frente a mí todo sereno, con su perfecto cabello rubio que brillaba más que el sol y sus espectaculares ojos. A decir verdad, lo odiaba demasiado-

- Tu padre te ha estado buscando desde que termino la fiesta, por tu culpa estamos a dos horas de perder el vuelo- Contesto de manera seca mientras miraba mi cara con absoluto fastidio -

- Pues no parece que me haya buscado muy bien porque de ser así me hubiese encontrado él y no tú. No tienen que perder el vuelo, pueden irse sin mí, total no quiero ir a ningún lado contigo, ni con ellos, ni todos juntos- le dije dirigiéndole una mirada desafiante mientras que salía del agua-

- Vaya desastre- se limito a decir mientras me miraba de arriba abajo- ¡Deja de hacer eso!- grite enojada - Estas mojada, en ropa interior, tienes unas ojeras terribles, tu cabello esta tieso y tu frente rota. Te ves más horrible que la propia muñeca Anabelle- afirmo poniendo cara fea mientras me miraba y ante sus estúpidas palabras más me moría de rabia

- ¿Por que simplemente no te vas y me dejas en paz idiota?- agregue mientras lo empujaba y comenzaba a caminar sin ningún rumbo fijo y él ni siquiera se molesto en seguirme el paso, se quedo ahí parado observándome con fastidio, quería que se marchará, que me dejará sola, pero supongo que le daba curiosidad saber hacia dónde podría dirigirme en el estado en el que me encontraba.

Le di la vuelta a la piscina caminando a pasos largos mientras miraba al suelo y me detuve horrorizada al ver al niño a quien hace segundo había pellizcado, dirigirse hacia mi tomado de la mano de un enorme hombre quien supuse era su padre. Me di media vuelta e intente escapar, pero el hombre me agarro por el hombro.

- ¿A donde crees que vas niña?- su voz era gruesa y por el tono parecía que estába extremadamente enojado.

- Le agradezco que me suelte- dije seria intentando parecer calmada pero en realidad estaba muy asustada.

- ¿Es ella diego?- se dirigió al pequeño sin soltarme- Si papi ¡es ella la chica que me ha pellizcado!- dijo el pequeño demonio mientras comenzaba a llorar nuevamente y a mí me entraban ganas de golpearlo hasta hacerlo sangrar por ser un mocoso insolente- Vete con tu madre Diego, yo le voy a enseñar a esta loca a meterse con alguien de su tamaño- Dijo el hombre mientras que el niño me sacaba la lengua y arrancaba a correr en dirección opuesta-

- Bueno vera, literalmente debería buscarme a alguien de mi tamaño para que pudiéramos arreglar el asunto, ya que usted es mucho más gordo y alto que yo, por ende no aprenderé nada- dije mientras esbozaba una sonrisa inocente esperando que esta junto a mis graciosas palabras causaran una impresión positiva en el señor que me tenia presa con su enorme mano. Pero mis palabras tuvieron el efecto contrario y solo conseguí que el hombre se enojara más conmigo. Supongo que fue porque le dije que estaba gordo, pero que mas da eso era verdad, así como también era verdad que yo me encontraba en serios problemas-

- ¿Te la das de graciosa no? ¿ Cuántos años tienes ? Supongo que eres una mucama o una prostituta de cabaret que tomo de mas y acabo en el sitio equivocado, pero no te preocupes cariño que por un buen servicio que me des, me olvidare que has pellizcado a mi hijo y que para completar me has llamado gordo- dijo el hombre de forma asquerosa mientras me pasaba la lengua por la mejilla y en ese preciso instante me solté con furia y le di una gran bofetada. El hombre me empujo con fuerza haciéndome caer al suelo, me golpee tan fuerte la cabeza que la vista se me nublo, creí ver a mi padre acercándose a mí, pero luego todo se oscureció y no recuerdo nada más-




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