Porque en esa cama tan grande comenzaba a imaginarte nuevamente a mi lado, los recuerdos eran tan vividos que no podía evitar sonreír cuando los veía pasar y cuando estos terminaban la realidad me azotaba con gran fuerza que esas sonrisas terminaban en llanto, un llanto que por instinto terminaba callando porque el pequeño ser que estaba sobre mi pecho también necesitaba creer que regresarías, no era necesario que lo hicieras por mí, sé que yo podría vivir sin ti, sé que de alguna u otra forma yo me levantaría de esta cama y me repondría, pero ella, ella no lo lograría, ese pequeño ser te ama tan incondicionalmente que no quiere a nadie más en su vida, me ha aceptado un poquito porque ella sabe que compartimos el mismo dolor, la misma tristeza, el mismo abandono, tal parece que eso es lo único que nos une.
Nunca creí en el amor a primera vista ni mucho menos en el amor que ofrecían los cuentos de hadas, estaba ya harta de los clichés, pero no podía apartarme de ello ya que mi trabajo era precisamente editar ese tipo de historias. Pero no podía quejarme, gracias a este trabajo podía pasar la mayor parte de mi tiempo encerrada en mi departamento y evitar de esa manera las grandes multitudes. Además de ello, estaba agradecida con el avance de la tecnología ya que, la mayoría de cosas las podía pedir en línea, por supuesto, no estaba tan reacia a alejarme de todo, los fines de semana salía a dar un paseo a ese hermoso parque que se encontraba a unas cuantas cuadras de donde vivía y asimismo visitaba una pequeña cafetería que tenía mi postre favorito. En una de esas salidas lo conocí, no fue que desde el primer momento haya llamado mi atención o yo haya llamado la atención de él, simplemente frecuentábamos ese café tanto que ya reconocíamos nuestros rostros. Durante casi cuatro meses simplemente pasábamos de largo, después de ello hubo un avance y ya nos saludábamos y poco a poco nos fuimos acercando hasta descubrir que nos atraíamos. Terminamos conociéndonos por un año más o menos y después de ello decidimos dar el siguiente paso.
Marcus era escritor, para ser más exacta un poeta, no era muy reconocido, pero podía sobrevivir por medio de sus poemas. Tal vez fue la conexión de nuestros trabajos que termino uniéndonos, aun no lo sé pero, con él experimente lo que es el amor. Por supuesto, no era la gran historia de amor, aun así, era nuestra historia de amor. Al año de habernos hecho novios decidimos vivir juntos, por supuesto, mi departamento termino siendo nuestro hogar. Aunque vivíamos juntos no pasábamos la mayor parte del tiempo juntos ya que, Marcus en ocasiones viajaba a diferentes partes del país a recitales poéticos que se presentab. Su popularidad iba en aumento. Sus poemas eran dulces y románticos, era como si de esa forma el percibiera el mundo, además de ello su físico también atraía y no podía culpar a las demás chicas, cualquiera se terminaría enamorando de él. A pesar de sus viajes nos la arreglábamos para poder tener tiempo para estar juntos, aunque nuestras actividades no eran la gran cosa podíamos disfrutar de ellas. Nunca salíamos al cine, los dos teníamos la misma perspectiva con respecto a ello, preferíamos quedarnos en casa recostados en la cama viendo las películas en la TV. Era algo nuestro, la actividad más divertida era cuando cocinábamos y ambos éramos mediocres en ello, terminábamos haciendo un desastre, desastre que teníamos que limpiar y que de alguna manera terminaba sacándonos carcajadas al hacerlo. Nuestra convivencia era así de simple. Mientras yo editaba el me leía sus nuevos poemas con ese tono característico de él. Era algo que atraía también y por esa razón era agradable de escuchar, después de todo él más que nadie entendía el sentimiento en esas palabras.
En un fin de semana como cualquiera esperaba la llegada de Marcus ya que, se fue a otra ciudad desde un lunes, pedí comida a domicilio y sacudí un poco el departamento. Escuche el sonido de la puerta abriéndose y camine hacia la entrada era Marcus obviamente y en sus manos traía una cosa naranja peluda ambos venían empapados, tome una toalla y se la alcance. Él y esa cosa peluda entraron a la ducha. Espere pacientemente a que me diera una explicación. Ambos salieron de la ducha y con una toalla comenzó a secarle el pelo a esa bola naranja, él sonreía, y yo, yo simplemente lo observaba. Después de unos minutos comenzó a hablar,
-sé que has dicho que están prohibidas las mascotas Rachel-
-exactamente- le respondí
-pero no pude dejarla ahí debajo de la lluvia, mira esa carita bonita que tiene, como le puedes decir que no- me decía mientras le acariciaba la cabeza
-sabes que no tienes tiempo para cuidarla- le dije mientras me levantaba del sillón
-lo sé, solo serán unos días mientras le encuentro un hogar-
-¿le compraste comida al menos?-
-sí, está en el maletín-
Tome un pequeño plato del trastero y tome la comida del maletín, llene el plato con esta y se lo alcance. Él lo tomo y dejo el plato en el suelo junto al ser peludo quien comenzó a devorarlo todo, después de ello tome otro plato y lo llene de agua, bebió muy poca de esta.
-esto quiere decir que si la dejaras quedarse unos días- me decía mientras trataba de abrazarme y él me conocía tan bien que ya sabía que mis respuestas las hacia con acciones.
Marcus estuvo como dos semanas en el departamento, pocas eran las ocasiones cuando salía, cuido y alimento a esa bola de pelos de la cual encantraría un hogar supuestamente, pero ya habían pasado dos semanas y no veía que se moviera para buscarlo en lugar de ello la termino llevando a la veterinaria para esterilizarla y la cuido todo ese tiempo. La cosa peluda y yo, simplemente no nos llevábamos bien, odiaba que yo me acercara a Marcus. Cada que me veía trataba de arañarme y la mayoría del tiempo se la pasaba junto a él. Era como si Marcus hubiera conseguido una amante. Pasaron las semanas y Marcus no tenía la intención de darla en adopción. Me fastidie tanto en insistirle e insistirle que simplemente me comenzó a dar igual. En una de tantas termine poniéndole nombre y de esa forma Mayonesa comenzó a ser parte de nosotros. Su nombre fue otorgado porque se comió una bolsa de mayonesa que olvide meter al refri. Ese día enfermó y batallamos con ella para que se mejorara y de esa manera tanto Marcus como Mayonesa aplicaron chantaje emocional culpándome de su enfermedad haciendo que aceptara con seguridad que se quedaría con nosotros.