Hombres de luna azul

CAPÍTULO 9

—No coman pan frente a los pobres. —Fingí estar enojado diciendo esto en algo muy parecido a un gruñido.

Kiona fue la que se separó de su novio, regalándome una ladeada sonrisa.

Pobre mi amiga, se notaba por el brillito único de sus ojos lo enamorada que estaba de su novio.

No tenía qué criticar, en un futuro me vería como ellos, estaba seguro.

—Siempre puedes robar pan. —Hizo una seña detrás de mí. Giré solo para ver a Abril guardando sus libros en su casillero.

Si tan solo Kiona supiera que había deseado eso por toda la mañana.

Hacía unos días le había prometido mantenerme alejado. Lo cumplí en cierta medida, porque no había dejado de mensajearla. Ella me contestaba, para mi alivio, así que todo estaba bien entre nosotros a la hora de cálculo, me saludaba, no se veía tan a la defensiva en todo momento e incluso me sonreía si sus ojos se topaban con los míos.

Era un sentimiento grato no sentirme rechazado o saber que me miraba en varias ocasiones en la clase.

Reí volviendo la atención a la contraseña que tenía en frente.

—Oh míralo, hasta se muerde el labio de solo imaginarlo. —Ignoré a Axel, pero una estúpida sonrisa tiraba de mis labios. Sí, imaginaba con besarla, aunque no creía que mi mente le hiciera justicia a lo que sería la realidad—. Aunque en su caso es normal, ella tiene unos lindos labios. —Tanto mi amiga como yo lo miramos con las cejas arqueadas y poco molestos.

—¿Y qué hacías tú viendo los labios de ella? —pregunté. Su rostro palideció cuando se fijo en su novia y en la expresión de ella.

—No, yo no...

—Los labios de Alan son también muy lindos… y buenos. Aún recuerdo su textura suave y lo carnosos que son.

El color del rostro de Axel pasó de blanco como el papel a uno rojo de furia.

No pude evitar reírme.

—¿Tú has besado a Kiona?

—Venga, amigo, es imposible que no sepas que lo dice solo para devolvértelo. Nunca complicaría las cosas con ella, me importa y no me la alejaré por besarla. Aunque si llegas a hacerle algo y yo estoy disponible, no dudes que me la dejaré para mí.

Kiona sonrió complacida, aunque ambos sabíamos que preferiríamos estar solos y juntos como amigos que luego de un tiempo de estar saliendo, estar solos y sin ser amigos.

Ni loco dejaría a mi peliblanca amiga.

—Ja, ja, me meo de la risa con ustedes dos. —No obstante, la envolvió entre sus brazos, alejándola de mí como si de verdad se la fuese a quitar.

Kiona no demoró en deshacerse de él, mirándolo ceñuda.

—No, estoy enojada contigo.

—Vamos, es algo que reparé al saber que era la chica de Alan.

—Ajá, claro.

—Ya, chicos, si no nos vamos ya se acabará el tiempo y no sé si lo saben, pero hay una personita allí que deseo ver —interrumpí al ver que volverían con lo de antes de yo haber llegado a la manada.

—Tus momentos con ella son tan especiales —ironizó Axel.

—¿Sabes? me estoy cansando de ti.

—Podrás desquitar todo más tarde, Alan. Iremos al bar y creo que hoy harán escalada, si lo hacen te reto.

La escalada era una competencia que hacían en la parte trasera del bar al que solíamos acudir. Como su nombre lo dice, era escalar una pared alta, siendo escalada libre siempre, sin ningún tipo de protección como tal.

No me gustaba tanto, para eso entrenaba. Al bar solo iba a pasar tiempo con mis amigos, nada más.

—No sé por qué te empeñas en retarlo sabiendo que siempre pierdes. —Aguanté mi risa chocando mi puño con el de ella. Su novio nos fulminó con la mirada.

—Se supone que eres mi novia, no mi enemiga. —Comenzó a caminar dejándonos atrás. Kiona, sin permitirlo, se tiró a su espalda, haciendo que por poco cayeran.

Ella comenzó a susurrar cosas que me llegaban a mí sin mucho tono. Como yo tampoco quería escuchar nada de ello, dejé que mi oído captara menos sonidos de los normales.

Atravesamos las puertas de vidrio de la cafetería. No demoré en visualizar a Abril con Trevor y Alice en una mesa no tan apartada. Caminé derecho a la mesa que desocupada que se encontraba cerca de ella.

Escuché a Kiona reír.

—Por lo menos ve primero por tu comida. —Señalé a Axel con un dedo.

—Él tiene su almuerzo, puede quedarse aquí y esperar que nadie se siente.

—Bien, entonces vayan, yo me quedo solo comiendo lo que sea que tengo aquí. —Ambos lo miramos e ignorando su sarcasmo nos pusimos a caminar hasta la fila que de todas maneras no era mucha.

—¿No te parece que eres dura con él?

—No, o es que se te olvida que él me hizo la vida imposible por mucho tiempo. Es mi hora de la venganza. Lo amo, sabes que lo hago, pero siempre es bueno devolverle un poco lo que me hizo… Ya luego él se desquitará conmigo. —Hizo un guiño juguetón dándome a entender lo que quería decir.

—Cochina, no me interesa saber la forma en la que es Axel enojado en la cama. Pervertida.

Su risa fue una de las estruendosas que muchas veces soltaba.

—Cómo si tú no fueras igual que… —Puse mi mano en su boca, acallando sus palabras entre mi piel. Volvió a reír intentando quitar mi mano.

Reí con ella unos momentos después y creo que fue algo inconsciente el mirar en dirección de Abril, pero fue gratificante ver su mirada en nosotros cuando nunca la levantaba. Le sonreí al ver sus ojos directamente en mí y alcé una mano en un saludo.

Desde lo lejos pude ver como se tensaba y sus mejillas adquirían más color que el rosado normal de ellas. Bajó la cabeza al saberse descubierta.

—Ella se ve tierna.

—Lo es, pero también tiene un carácter de los mil demonios.

—Su voz es tierna.

—¿Tienes algo con la palabra «tierna»?

—No, solo que la define a ella. Espero que la conquistes rápido.

—Yo también lo espero, pero es un proceso largo, lo presiento.

Ella se rio.

—Todos los procesos son buenos si se trata de tu pareja, pero creo que hay algo que debes hacer antes de seguir hablando con Abril y estoy segura de que sabes a qué me estoy refiriendo.




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