Hombres de luna azul

CAPÍTULO 21

Seguí haciendo los pases, fingiendo que no estaba escuchando la interesante conversación entre Abril y Alicia.

Sí, estaba mal hacerlo, pero no pude evitarlo cuando escuché la pregunta de Alice sobre si yo le gustaba. Apenas llegaban de haber ido a comprar unas bebidas. Por el rabillo del ojo noté que Abril tomaba asiento primero que Alicia y me dedicaba una miradilla.

—No lo sé Alice, es lindo, tierno y eso, pero...

¿Había algún, pero?

—Dirás lo que siempre se dice «tengo miedo a que no sienta lo mismo». Te puedo asegurar que siente lo mismo.

—¿Siente lo mismo?

—Sí, siente lo mismo.

—Me refería a ¿qué es lo mismo? —Quise echarme a reír. Todo el mundo, menos ella, sabía qué era «lo mismo»

—Te gusta, admítelo; te gusta un mellizo Lee.

Se quedó en silencio. No me atreví a mirarla, aunque hubiera querido ir hacia ellas y sentarme como una amiga más para escucharla hablar de mí.

—Sí, me gusta. —Bien, quería esa respuesta, pero la verdad no la esperaba.

Abril solía ser muy tímida con sus sentimientos, no sabía por qué pensaba que sería igual con su amiga de la infancia. Era claro que con Alicia no se contendría, le diría la verdad, fuese cual fuese, pero me podía partir un rayo si esa pregunta no era la que quería escuchar, tanto que mis manos fueron incapaces de agarrar el balón que mi compañero me tiró justo en ese instante.

Ahí sí la miré, sin poder esconder mi sonrisa. Ella también sonrió y me saludó con su mano antes de volver a tomar mi posición en el entrenamiento.

—Eso ya lo sabía hace mucho. Estás enamorada y se nota que igualmente lo está Alan, nunca había visto esto en ti ¡Mi mejor amiga enamorada y tiene el chico a sus pies! —Esperé su respuesta. Dependiendo de ella podía decidir si arriesgarme a pedirle una cita, saber si deseaba o no ser mi novia.

—No diría que a mis pies. —Alicia profirió un gritito que de inmediato tapó entre sus manos.

—No has negado que estés enamorada.

Escuchar su risa avergonzada fue una de las mejores cosas que pude escuchar en mi vida.

—Tú estás enamorada del «otro mellizo Lee»

Quería saltar y gritar. Nunca negó que estuviera enamorada de mí...

Ellas siguieron hablando hasta que el entrenador dio la orden de que el entrenamiento había acabado, luego de eso no pude escucharlas más.

El partido fue duro. Podía ver a Abril preocupada en donde por lo general se hacía. Al finalizar el partido la volví a dejar allí hasta minutos después, cuando estuviera duchado y listo para irme.

—Estamos dentro. —Abril se rio cuando la tomé de la cintura, sacudiéndola como a una muñeca. Alicia sonrió al vernos, pero cualquier espectador no me importaba.

—Felicidades —dijo, apoyando su cabeza en mi pecho para mirarme mejor. Sus manos tomaron mis brazos, abrazándome de vuelta de una manera extraña.

Besé su mejilla, sintiendo a mi hermano llegar.

Al verlo, se me ocurrió una idea.

—¿Estás cansada? —pregunté para saber si la llevaba de inmediato a su casa o si la invitaba a cenar algo.

—Sí, siento que he hecho más ejercicio que tú en el partido.

Reí.

—¿Y eso por qué?

—Ver que todos esos chicos se te tiran encima es como si viera una película de terror, gracias a la aceleración de mi corazón quemo calorías, más el cansancio que mantengo es como si hubiera hecho ejercicio.

—Oh, que respuesta tan inteligente —bromeé.

—Lo sé —dijo en un tono falso despectivo antes de reír.

—Mm, nosotros los dejamos hablar. —Mi hermano y su reciente novia caminaron por delante de nosotros.

—Así que mi hermano está de novio con tu mejor amiga —dije sabiendo que ella no tenía conocimiento de esto. Bajé los brazos de sus hombros, pero eso no significó que camináramos separados. Lo cierto es que desde hacía unos días atrás cada que estábamos juntos debíamos de tener algún contacto piel con piel, por lo que, de manera inconsciente, terminábamos tomados de la mano, como en ese momento. La diferencia con la primera vez fue que nuestros dedos ya se entrelazaban y su mano apretaba la mía.

—No, aún no, me lo hubiera dicho. 

—Hagamos una apuesta: nos acercaremos a ellos y le preguntaremos qué diablos son: si están juntos, saldrás conmigo. Si no, haré lo que quieras.

—¿Qué clase de salida? —Mis ojos bajaron un microsegundo a sus labios cuando los mordió.

—A una cita. —Por mí, no habrían citas y le pediría ser mi novia de una vez, pero sabía que con Abril todo debía ser un paso a la vez.

—Está bien.

Caminó por delante de mí hasta ellos. Se paró delante de su amiga y sin dudar ni un segundo le preguntó:

—Alice, tengo una pregunta: ¿Están juntos? ¿Tipo pareja, tipo novios?

solté una carcajada. Su rostro era épico, aunque se veía que no le molestaba la idea de salir conmigo, sin necesidad de ser amigos, pero tampoco siendo algo más.

—Bueno...

—Sí —interrumpió mi hermano.

Alicia se la llevó por el brazo. Decidí no meterme en su conversación, así que hice oídos sordos y me dirigí hasta mi hermano.

—No deberías hacer eso, prácticamente te estás aprovechando.

—Todo gracias a ti. Eres mi hermano favorito es estos momentos.

—Soy el único hermano hombre que tienes.

—Por eso

—¡Me ha engañado! ¡Ya lo sabías y me has engañado! —gritó con gracia. Reí, acercándome a ella.

—Quería invitarte, pero no sabía que ibas a aceptar, tenía que irme por lo seguro.

—Lo hubieras pedido, de igual manera te hubiera dicho que sí. —Fingió enojo. Cruzó sus brazos y se fue hacia el auto.

Yo no perdí la sonrisa.

—Ups, como que alguien se enojó por ello. —Miré un segundo a mi hermano, comenzando mi caminata hacia el auto, viendo la espalda de Abril.

—No lo hizo. —Troté hasta ella. Me esperaba al lado del copiloto a que abriera su puerta. Besé su sien antes de entrar y conducir hasta su casa.

En el camino no pude evitar reírme. Ella me miró, confundida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.