—¡Deja de grabarme!
—¡Vamos, es solo un vídeo, un pequeño saludo! —Ella intentó enseriarse, pero la risa siguió saliendo de ella por unos instantes antes de solo dejar una sonrisa en sus labios.
—Nick, te deseamos un feliz cumpleaños, ten un bonito día, te deseamos lo mejor.
Tiró un besito a la cámara, dando por terminado su saludo.
—Bien, creo que el beso no era necesario. —Volvió a reír, dejándose caer hacia adelante, sabiendo que yo la sostendría.
—Creo que se nos hará muy tarde, Abril.
Parecía no importarle en absoluto, porque en vez de comenzar a caminar hacia el auto, tomó mis mejillas para llevar mi boca hacia la suya.
Sonreí, pero, aunque se me hiciera muy difícil separarme, no podíamos quedarnos en el instituto toda la tarde.
En el camino Abril me preguntó sobre cuáles fotos me parecían mejor para ella tener. No era una decisión que yo pudiese tomar, pero aun así le ayudé dándole mi opinión. Revisó las fotografías que tenía en mi teléfono, al ser yo quien tenía más de ambos y de ella.
No lo dijo, pero se le notó la satisfacción cuando le di la contraseña del teléfono y dejé que hurgara en él sin miedos o problemas.
Me percaté de una maquina de fotos instantáneas. Abril quería tener unas, yo también, y en ese día en especial podíamos estar celebrando nuestro primer beso, así que la llevé hasta allá, pagué y nos preparamos para tomarnos las fotos.
—Estas máquinas me dan miedo, nunca sé cómo posar —se quejó, organizando su cabello.
Yo la abracé por los hombros.
—Solo relájate, son unas fotos divertidas, no deben quedar perfectas.
Ella me miró, sus ojos brillando.
—Sonríe —dijo, apretando el botón.
La primera fotografía había planeado que fuese un beso, pero la cabina disparó antes de que nuestras bocas se encontraran. Las siguientes fueron más casuales, abrazados, Abril besando mi mejilla y solo sonriendo.
Para nuestra mala suerte, la cabina solo entregó una de las tiras. Antes de que Abril pudiese ver las fotos bien, quité con cuidado la primera.
—¡Oye, eso no es justo! Quiero verla.
—No saliste bien, no querrás verla. —Entrecerró los ojos, sabiendo que era mentira.
Antes de que pudiese decir algo más, la tomé de la mano.
—Vamos, deberás querer marcos para tus fotos ¿o no?
Habíamos sacado cuatro, las que más le habían gustado. Yo pagué por los marcos, aunque Abril se hubiera enfurruñado por eso.
No sé qué pensamiento fue el que la entristeció de un momento a otro, pero luego de unas horas ella estaba distraída, cabizbaja.
Suspiré, llevándola hacia mí para besar su cabello.
—¿Qué pasa? Estás pensativa —fue su turno de suspirar.
—Mis padres volverán a irse mañana.
Resoplé.
—Así que has estado tan distraída porque tus padres se irán mañana de nuevo.
—Sí, es solo que… esta vez se han quedado más de lo que acostumbra, y con la noticia de que mi padre quiere poner su propio buffet aquí en el pueblo cuando posiblemente yo ya haya terminado mis estudios y no tenga tanto tiempo disponible por la universidad… solo me pone un poco nostálgica.
Levanté su cabeza cuando la bajó. Sonrió, pero sus ojos se veían tristes.
—¿Quisieras entonces que no nos viéramos mañana para que pases tiempo con ellos? —Negó, corriéndose en el asiento hacia mí.
—No, realmente no quiero aplazar la cita. Podré estar con ellos a la mañana, y a la noche estar contigo, de igual forma se irán a la tarde.
Estuve de acuerdo, sin embargo, no quería ver su carita triste.
Me levanté, tendiéndole una mano que no dudó en tomar enseguida.
—¿A dónde vamos?
—A subirte el ánimo. Noté que veías mucho la heladería, así que supongo que un helado te vendría bien.
Su rostro se iluminó. Asintió, pegándose a mi cuerpo. Reí, llevándola hasta allá. Yo fui a pedir por ambos, luego de preguntarle los sabores que quería. Noté la mirada de la vendedora sobre mí, pero mi cara seria y mi actitud no le permitieron intentar algún tipo de coqueteo conmigo.
Abril arrugó su nariz cuando me vio llegar con los helados.
—¿Te gusta el helado de menta?
—Sí, es uno de mis favoritos ¿No te gusta a ti?
—No lo he probado, pero Alice dice que es asqueroso.
—Tienes que juzgarlo por ti misma.
Le dio una probada con las cejas arrugadas. Su rostro se relajó al darle una lamida. Le había gustado.
—Sí, supongo que está bueno ¿Quieres del mío? —Acepté su helado, teniendo la sospecha de que se quedaría con el mío.
Cuando lo probé, ella le dio otra lamida al que había sido mío. Bien, me tendría que conformar con un helado clásico de vainilla y chocolate.
Me sonrió.
—Sabía que te ibas a quedar con él. Tenía esa sospecha. —Ella se rio, acercándose a mí.
—Me conoces bien. —Ella no podía creer que le saldría gratis ese intercambio.
—Hay una forma de pagarlo. —Negó, sabiendo que mi tono enojado era falso y conocimiento muy bien cuál era el método de pago al que me refería.
Solo juntó nuestros labios por menos de un segundo. Me quedó su sabor y el del helado en mi boca.
—¿Es esa?
—Sí ¿pero crees que solo un beso lo compensará? —Volvió a reír y a mí.
—La Abril atrevida está suelta hoy, eh —Asintió, sin dejar de besarme.
Olvidé por un segundo que tenía un helado en una mano por besarla. La pegué más a mí, mi mano en su cuello. Nuestras lenguas se enredaron, compartiendo el sabor del helado del otro. Fue ella quien se separó primero.
Abrí apenas los ojos, solo lo suficiente para verla.
—Vamos a dar una vuelta ¿Sí? Quiero despejarme un poco.
—Está bien, ni siquiera sé porque nos quedamos allí dentro, mi propósito era ir, comprar y salir.
Tomó mi mano, sorprendiéndome porque por lo general era yo quien lo hacía. No podía decir que me chocó, porque en realidad me encantó.
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Editado: 15.01.2022