Inefable

Capítulo 4

Me encontraba abriendo la puerta de la mansión Nicolson, sí, ya me habían dado una copia de la llave a causa de que mis turnos comenzaban a las siete de la mañana, sí, es demasiado temprano, pero no hay nada que pueda hacer al respecto. Entré en la casa con el máximo cuidado posible para no despertar a nadie.

Me sobresalté en cuento me encontré con una chica sentada en la mesada de la cocina, era muy bonita, tenía el pelo largo y casi negro, ojos del mismo color y llevaba puesta nada más que una camiseta que apenas le cubría los muslos. Una pequeña punzaba de celos me invadió, esa camiseta debía ser de Kaden. Me acerqué a ella cautelosamente y hablé.

- ¿Quién eres?-pregunté intentando sonar lo más amable posible.

- ¡Por fin! Llevo esperando aquí diez minutos- ¿es en serio?- ¿Trabajas aquí?- preguntó en un tono indignado. Asentí- ¡Qué horror! ¿Qué clase de servicio eres tú?- dijo levantándose de la silla para volver a hablar- Hazme un café- ordenó. Ahora la indignada era yo.

- La clase que no trabaja para ti- aseguré acercándome a la cocina

- ¡Qué grosera! Has venido a trabajar. Quiero un café- repitió como si fuera de vida o muerte

- Pues háztelo- contesté neutral ¿Quién se cree que es? ¿La reina de India?

- ¿Cómo te atreves a hablarme así?- dijo chillando ¿Cómo es posible que sea tan intensa tan temprano? Casi le revoleo el objeto más cercano con tal de que se calle

- Estas en servicio, quiero...- comenzó otra vez

- Comienzo a las siete, aún faltan cinco minutos y te recuerdo que no trabajo para ti, no tengo porque atenderte- en eso vi que su mirada se dirigía hacia atrás mío y su gesto cambio por completo, ahora hasta parecía dulce. Kaden hizo acto de presencia, esquivó completamente a la chica cuando ella amagó a besarlo y se dirigió a la heladera sin decir absolutamente nada. Estaba sin camisa, otra vez, y uf, sí que comenzaba a hacer calor aquí.

- ¿Por qué llevas puesta mi camiseta?- fue lo primero que dijo después darle un largo trago a la botella de agua que tenía en la mano ¿era posible que se vea jodidamente sexy tan solo haciendo eso? Vi que ella dudó un segundo.

- Umm, fue lo primero...-

- No me interesa- la cortó- Vístete y vete de aquí. Anthony te llevara a tu casa- uhhhhh golpe bajo para la princesita insoportable. Sí, es verdad que era insoportable pero yo me hubiese molestado muchísimo si me tratara así.

- Pero...- comenzó ella otra vez

- Nada, vístete y vete- repitió aún más serio. Ella bufó de manera exagerada y comenzó a subir las escaleras- Otra vez en mi camino pequeño estorbo- dijo suavemente cuando ella desapareció. Volví a mirarlo y casi babeo un poco la verdad.

- ¿Quieres dejar de llamarme así?- le dije frustrada ¿acaso no se cansaba?

- No- me respondió enseguida. No tenía caso. Rodé los ojos y comencé a moverme por la cocina para preparar el desayuno. Unos instantes después siento su pecho contra mi espalda apretándome levemente contra la mesa mientras yo estaba exprimiendo el jugo, mi cuerpo reacciono al instante, la sangre comenzó a correr por mis mejillas a toda velocidad, mi respiración comenzó a ser irregular y mi piel se erizó ante su escaso contacto.

- ¿Qué haces?- pregunté, sonrió contra mi oreja

- Buscar una taza Caddie- me susurró antes de apartarse. Efectivamente estaba sacando una taza del mueble que tenía encima de mi cabeza ¿Cómo puedo ser tan idiota? Lo vi sonreír glorioso. Maldito Kaden y sus encantos naturales. En ese momento la chica bajó las escaleras hecha una furia, le revoleó la camiseta a Kaden, quien la atrapó con una facilidad envidiable. 

De seguro le pasa esto a menudo, y ahí está la maldita punzada otra vez.

- ERES UN IDIOTA- vociferó la chica antes de dar un portazo, él ni se inmutó, solo me miraba.

- Estoy acostumbrado- dijo relajado mientras se sentaba con una pequeña sonrisa ¿Por qué no podía evitar sonreír ante él? Ahí estaba el hoyuelo nuevamente.

- ¿A quién se le ocurre gritar de esa manera?- dijo Jessie entrando en escena

- No recuerdo su nombre- admitió Kaden

- ¿Y por qué no me sorprende?- respondió ella- Buenos días- dijo mirándome

- Buenos días Jessie- dije devolviéndole la sonrisa

- Buenos días Caddie- dijo Kaden mirándome. Suspiré.

- Buenos días Kaden- respondí con una pequeña sonrisa

- ¿Puedes ponerte una camiseta aunque sea?- le suplicó su hermana

- Estoy más cómodo así hermanita-

- Pues Caddie y yo no tenemos interés en verte- aseguró, él volvió a mirarme con una sonrisa pícara. Oh por Dios ¿acaso él se había dado cuenta de que yo...? Pues claro que si querida, si te le quedas viendo como una maldita pervertida, el chico no es estúpido.

- ¿Segura?- preguntó con una pequeña sonrisa- ¿Caddie?- me sonrojé y estaba a punto de defenderme cuando Jessie volvió a hablar

- Kaden, ya déjala en paz ¿quieres?-

- Mejor comenzaré a limpiar- dije mientras me daba la vuelta y me dirigía a subir las escaleras, sentí que los ojos de Kaden me seguían a medida que iba caminando pero lo ignoré.

En la noche...

Faltaban unos quince minutos para que comenzaran a llegar los invitados y yo ya estaba lista. Vestida con el hermoso vestido negro que me había dado la señora Nicolson ayer, el cual se ajustaba perfectamente a mi figura, tenía un escote corazón y dos pequeños tirantes negros, en cuanto a la falda, si fuera un poquitín más larga podría sentirme más cómoda, pero que remedio. Tuve que ponerme unos zapatos de taco negros que combinen, porque por más que quisiera, no era adecuado que llevara zapatillas. Me maquillé sutilmente y dejé mi pelo suelto, a diferencia de cuando tenía que limpiar, que me hacía un rodete para que no me molestara el pelo.

Estaba en la cocina, esperando y acomodando los últimos detalles cuando Kaden entra vestido con una camisa negra y unos jeans del mismo color, de verdad le hacía justicia a la ropa, con cualquier cosa que se ponga parecerá un maldito modelo. Observo que tiene una cerveza en la mano y le da un largo trago sin despejar sus ojos de mí, nadie jamás me había mirado de esa manera, el calor comenzó a impregnarse en mi cuerpo en una milésima de segundo, solo con sus ojos sobre los míos. Traté de evitar su existencia fingiendo acomodar cualquier cosa que tenga enfrente, pero él seguía mirándome.




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