24 de marzo de 2021, 08:24 am.
Aquella chica pelirroja se encontraba corriendo en un bosque cerca de la casa misteriosa donde sus padres la criaron junto a sus hermanos. Agitada llego hasta cobertizo donde guardaban las herramientas y algunas cosas de jardinería. No tenía la menor idea de quien era esa persona o ese algo que la estaba persiguiendo, solo pudo ver un rostro pálido de cuerpo corpulento que se encontraba cubierto por una bata negra, si no estuviera en esa situación lo más seguro es que hubiera bromeado con el hecho de que esa figura tenía un cierto parecido a Severus Sape, un personaje del libro favorito de su madre.
Agarro una pala y con valentía, la cual no sabía de donde la había sacado, espero a su atacante. Paso un tiempo y no se presentó ningún movimiento, por lo que salió del cobertizo con esperanzas de que ese algo ya no se encontraba ahí, lo cual estaba muy equivocada.
Al salir unas manos huesudas la agarraron atrayéndola hacia aquel extraño ser —No te hare daño, Airlia. Solo debes quedarte quieta mientras te saco los ojos.
Airlia se despertó asustada. Solo fue otra pesadilla, pensó mientras trataba de calmarse. Miro el reloj que tenía en su mesa de noche.
—Carajo, no puedo llegar tarde otra vez.
Luego de alistarse lo más rápido que pudo, bajo hacia el primer piso de su casa en donde sus padres y hermano menor ya se encontraban esperándola.
—Vas a llegar tarde otra vez, Lia— hablo su madre, una mujer de cabello rojizo como el fuego, al menos ya sabemos de dónde fueron heredados los genes de Airlia.
—Lo sé, la alarma nunca sonó— dijo mientras buscaba desesperada la caja de jugo de manzana.— ¿Dónde está?
—Nevera, tercera sección a la derecha.
—Gracias, Argus.
Justo cuando Airlia iba a tomar el primer sorba de jubo de manzana, su madre la mando a revisar si su hermano mayor seguía vivo. “Conociéndolo, en estos momentos debe estar entrando por la ventana”, comento mientras subía las escaleras. Al llegar a la puerta color blanco con un letrero muy típico, a su parecer, el cual decía “No entrar”.
—Bastián- toco dos veces la puerta— Mama pregunta si sigues vivo.
Una cerradura sonó y Bastián se asomó.—Si, sigo vivo.
—Bien, ahora nos debes de llevar a Argus y a mí a la escuela.
—A veces odio que aún no tengan su permiso de conducir. —Se quejo.
—Te recuerdo que tus hermanos tienen 13 y 15, Argus apenas sabe hervir agua.
—Ya bajo, solo tengo que encontrar mi libro de algebra.
—¿El que tiene como unos números gigantes en verde?
—Algo me dice que tú lo agarraste.
—Estas en lo correcto.
La puerta fue cerrada en la cara de Airlia, la cual volvió a la cocina junto al resto de su familia y espero a su chofer personal.
[***]
"Los recogerá la señora Miller", fue lo único que le dijo su hermano mayor en la llamada que habían tenido anteriormente.
— No debe ser algo de lo cual debamos preocuparnos.
— Eso espero.
Al llegar a su hogar lo único que encontraron fue un lugar vacío y silencioso, con la única pista del paradero de los demás miembros de su familia pegada a la puerta de la nevera. Una nota de papel que parecía haber sido escrita en apuros.
“Volvemos mañana. Hay comida en el horno. Mamá”
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Editado: 02.11.2021