Prólogo

❀ LA FIESTA ❀

Katy observa de reojo al chico de pie junto a ella, la expresión en su rostro refleja los nervios que lo consumen en ese momento, y es que, ¿a quién quiere engañar? Incluso ella se encuentra inquieta, por no saber cuál será el resultado de esa visita a la que prácticamente han sido obligados. Pero ya no hay tiempo para echarse atrás, y se da cuenta de ello en el momento en el que la puerta principal de aquella enorme mansión es abierta y aparece frente a ellos una hermosa mujer morena, con una extensa sonrisa plasmada en sus labios.

—¡Hasta que llegan! —exclama con evidente emoción.

—Hola, mamá —la saluda, con una sonrisa nerviosa plasmada en sus labios. —. Lo sentimos, había un poco de tráfico. ¿Papá y la abuela Karina están aquí? —cuestiona, mientras entrelaza su mano con la del joven.

—Sí, están adentro, y los niños juegan, es una locura —les cuenta. —. Pero, no se queden ahí, entren, ven Benjamín, y trata de calmarte que ellos huelen el miedo.

Katy suelta una media risa al ver a su madre tomar la mano del chico y llevarlo casi arrastras hacia el interior de la vivienda. Siente algo de pena por Benjamín, ya que él se encuentra realmente nervioso; el día llegó y ya no puede librarse de tener que conocer a su familia. Y, todo estaría bien de no ser porque Sara decidió infundirle un poco de temor, alegando que se trataba de una familia de locos que le harían pasar las mayores vergüenzas de su vida si no lograba agradarles desde un inicio.

Entre más se adentra en la estancia, puede escuchar la risa de los niños y sus pasos resonando en la planta alta, sabe que se encuentran jugando y le alegra que se estén divirtiendo, ojalá estén de buen humor para conocer a Benjamín. Una alegre música de jazz anima el ambiente, y un delicioso aroma emana de la cocina, haciéndole desear probar el esquicito manjar que han preparado para ese día. Todo parece perfecto para un agradable almuerzo familiar, su madre se ha esforzado mucho, y ella le agradece que desee darle una oportunidad al chico.

—Este es el retrato de la niña que conocí. —escucha la voz de Benjamín provenir de la sala de estar.

Al adentrarse en la estancia, observa con detenimiento la pintura que ellos aprecian en ese momento. Sí, ese es el retrato de la niña que alguna vez fue, con su cabellera castaña y sus brillantes ojos saltones.

—Esa es la niña que salvó mi vida —comenta la adulta, viéndolo con nostalgia. —. Y a quien tú salvaste después. Por eso, siempre te estaré agradecida —continúa, tomando las manos del chico entre las suyas. —. Eternamente agradecida.

Beatriz lo abraza, y éste le corresponde con una pequeña sonrisa, antes de voltear el rostro hacia ella y dedicarle una mirada cargada de ternura. Katy siente como sus mejillas se calientan al instante, un poco apenada, pero con una vergüenza buena.

—Bueno, pues, estamos perdiendo mucho tiempo —dice Beatriz, una vez que se separa del abrazo y limpia un par de lágrimas traviesas que corren por sus mejillas. —. Hay que ir al patio trasero a relajarse antes de que sea hora de almorzar.

Katy avanza hacia Benjamín y toma su mano con firmeza, manteniendo una pequeña sonrisa en sus labios. El rostro del chico continúa un poco pálido, y sabe que se debe a que le aterra la idea de fracasar en su intento de caerle bien a Marcus y a los niños. Pero ella está segura de que Benny les agradará; es gentil, carismático, y muy apuesto.

—¿Y si no le agrado a tu padre? —cuestiona, nervioso.

—Te amará, tranquilo… es Marcus Smith, es inofensivo.

—Es médico —espeta. —. Sabe cosas.

—Deja de escuchar a Sara. —ríe, antes de tirar de él para guiarlo hacia la salida.

—¿Te dije que te ves hermosa? —cuestiona.

Ella esboza una pequeña sonrisa y asiente levemente con la cabeza. Sí, se lo ha dicho desde que salieron de los predios de la universidad. Pero, sabe que solo está siendo amable, ya que lleva puesto un jersey y unos jeans claros, nada especial, a diferencia de él, quien sí se esforzó para lucir bien, y le ha funcionado de maravilla; lleva unos jeans oscuros y una camisa de cuadros tallada a su atlético torso, incluso cortó un poco su cabello rizado y le ha quedado hermoso.

Tras cruzar el umbral, Benjamín y ella se paralizan por completo al darse cuenta de que no se trata de una pequeña reunión, no, hay personas de más en esa fiesta, incluyendo a su prima Sara, y sus amigas de la universidad, Roxanne y Dafne. Están sus tíos; Susan y Alex, Roxanne y Caín, el doctor Adam, su prima Mell y su abuela Karina. Del interior de la casa sale un enorme grupo de niños, que incluye a sus hermanos y los hijos de los presentes, quienes revolotean a sus alrededores jugueteando, para luego correr en dirección a las flores.

—Pensé que sólo sería tu familia. —murmura Benjamín, abrumado.

Una media risa abandona sus labios, disipando toda la tensión acumulada en ese momento. Dirige la mirada hacia él, para verlo directamente a los ojos, antes de agregar:

—¡Benny, esta es mi enorme y grandiosa familia!

Sin soltar su mano, avanzan juntos hacia el grupo de personas para saludar y presentar al chico. Uno a uno Benjamín va ganando el corazón de todas las damas presentes; Roxanne y Susan le dan el visto bueno, Karina su aprobación y Beatriz su bendición. Los hombres se muestran un poco más renuentes a darle su confianza, pero son muy amables, y eso ella se los agradece.

—¿Dónde está papá? —les pregunta a todos, pero ninguno le da una respuesta concreta sobre donde se ha metido el médico.

—Bien, supongo que tendré que seguir con esta incertidumbre unos minutos más. —comenta Benjamín, girándose hacia ella.

—Te adorará, tranquilo —acaricia su mejilla con suavidad. —. Pero, ahora quiero presentarte a mi prima Mell.

Todo resulta de maravilla, excepto por el pequeño detalle de que el medico está desaparecido. Mell y Katy tratan de ponerse al día, sin dejar de lado a Benjamín, quien les cuestiona a Sara, Roxanne y Dafne el porqué no les dijeron que también asistirían a la reunión. Pero todas las conversaciones son interrumpidas cuando la música cambia de pronto, por una del genero pop.