La promesa de un te quiero bajo la lluvia

Capítulo V

Vuelo a pasar el pincel sobre el cuadro una y otra vez hasta obtener lo que quiero. Estaba trabajando en una pintura de un castillo hecho pedazos y un camino de rosas ensangrentadas. En mi mente se miraba de maravilla, pero al momento de pasarlo a pintura a veces no quedaba tan bien como imaginaba.

Entonces escucho el ruido de unos pasos en la parte de afuera y entro en pánico.

Joder

Empiezo a guardar todo en su lugar: lienzos debajo de la cama, pinceles dentro del baño y todo lo demás guardado en un cajón. Abro la ventana para que el aroma a pintura desaparezca.

—Jones.

La voz a mi espalda hace que me tense y levanto la mirada. Casi tuve un deja vu en ese instante, como si hubiera retrocedido en el tiempo.

—¡Papá espera! ¡me lastimas! —él vuelve a tirar de mi brazo con más brusquedad que antes y luego me tira al piso.

Siento las lágrimas rodar por mis mejillas y perderse en algún punto.

—Explícame que es esta basura —tira los pinceles a mi lado junto a un cuadro que estaba pintando.

—Son mi obras…

—¿Tus obras? —empieza a reírse provocando miedo en mi interior— ¿crees que eres buena, Brave? ¿de verdad? No eres más que una niñita tonta que pierde el tiempo con idioteces.

—Papá, pero mi madre solía pintar igual. Ella no hacia basura.

—Tu madre ya no está, gracias al cielo, así que deja lloriquear y supéralo de una vez —lo miro dolida por lo que acababa de decir. Él llama a alguien de limpieza—. Tira todo esto y lo que queda en su habitación. No quiero rastro de esta porquería por ningún lado.

—¿Qué? ¡No! Papá no puedes hacerme esto, es mi vida entera, amo la pintura y algún día seré artista como mi mad…—las palabras quedan en el aire cuando siento su mano golpeando mi mejilla. El ardor provoco que más lagrimas se derramaran y entonces lo miro. Lo miro con odio, con dolor, con rabia…

—¡No serás como ella! —suelta con odio.

Vuelvo a la realidad cuando escucho como me llama de nuevo.

—¿Sí? —pregunto.

—¿Estas bien? ¿Qué estabas haciendo? —se acerca dando dos pasos y me asusto ya que no me había dado tiempo de lavar mis manos. Todavía tenía algo de pintura en los dedos y parte de la ropa.

—Estaba arreglando unas cosas.

Me paro recta escondiendo mis manos detrás de la espalda. Él me mira de arriba abajo e inspecciona cada esquina de mi habitación.

—Bien. Necesito que bajes, tienes visita —sale y suelto todo el aire que tenía acumulado.

Corro al baño para lavarme las manos y el rostro.

 

⋘ ──── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ──── ⋙

 

Bajo las escaleras con un nuevo atuendo. Sabía quién había venido y por esa razón sentía tantas ganas de vomitar que tuve que poner una mano en mi abdomen antes de seguir caminando.

—Hola —saluda sonriéndome.

—¿A qué has venido? —voy al grano tomando asiento en el sofá—Nos vemos casi todos los días, no hay porque venir a verme casi a medianoche ¿sabes?

—Solo tenía ganas de verte hoy. Tenía unas propuestas para el proyecto—Hago una mueca cuando lo menciona.

—Claro ¿Qué tipo de propuestas? Creí que ya todo estaba acordado —susurro.

—Si, pero siempre podemos hacer unos cambios —se acerca a mi y huele mi pelo.

Las náuseas crecen.

—Hueles delicioso —susurra y me alejo. Sus ojos oscuros me miran fijamente y entonces sonríe. Y yo conozco perfectamente esa sonrisa—. He hablado con Marcos.

—Que bien.

—Me ha dicho que tienes un nuevo amigo —me tenso y trago saliva con dificultad.

—Ya.

—¿Es verdad? ¿has conocido a alguien? —toma un mechón de mi pelo y me es imposible moverme.

—No. Solo hablamos una vez, no es nada.

—Oh, claro que no es nada. Debe, no ser nada —recalca con voz gruesa.

—¿Por qué Marcos te diría mis cosas?

—Él siempre me cuenta todo, cariño, somos mejores amigos ¿recuerdas?

—Pues a lo mejor te podría contar lo mucho que me incomoda tener su mano en mi cintura —aparto su mano de un manotazo y él se ríe.

—Ay Jon, pero si creí que te encantaba tener la atención de los hombres sobre ti —hace un puchero y casi, casi, le borraba la mueca con un puñetazo, pero justo en ese momento entra alguien a la sala.

—Buenas noches, chicos —siento un gran alivio al escuchar la voz de Foster.

—¡Director Foster! —saluda él con una sonrisa carismática.

—Joven Richards ¿me permite a mi sobrina unos minutos?

—Claro, de todas formas, ya me iba —toma sus cosas y luego regresa conmigo—. Ten, son solo algunas ideas. Que pases linda noche —besa mi mejilla y luego dirige su boca a mi oreja—. Y Por tu propio bien, deberías comportarte mejor. Ah, y antes de que lo olvide —me mira a los ojos— aléjate de ese chico, si no quieres meterlo en problemas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.