La promesa de un te quiero bajo la lluvia

Capítulo IX

EVAN

Muevo los dedos sobre mi abdomen mientras miro el techo. Había dormido por más de ocho horas y aun así tenía sueño. Es una habilidad increíble, la verdad.

—Imposible.

La voz de Rick hace que vuelva a ver la pantalla en donde aparecían él y Dani sentados en alguna cafetería. Rick era un tipo que daba miedo, la verdad. Tenía el cabello rojo, ojos verdes y tatuajes, muchos tatuajes por sus brazos y cuello. Atractivo, pero terrorífico y, aun así, era el más tímido de los tres. Dani era sin duda lo contrario a ambos, era morena y tenía el cabello pintado de rosa. Siempre tuvo la actitud de una diseñadora de moda y se vestía de maravilla.

Siempre decíamos que éramos como Alvin y las ardillas.

—¿Por qué imposible? —cuestiono.

—Evan, la conoces de hace nada. Al menos yo necesito tres meses para que me guste alguien.

—¡Tonterías! A mí me gustan a los segundos —ambos miramos a Dani con los ojos entrecerrados —¿Qué?

—Dani, linda, es que a ti te gustan todos —Rick se ríe y ella le pega en la cabeza.

—Me refiero a que el que te guste alguien depende de la persona y no es imposible que le guste una chica que conoció hace tres semanas —explica mientras arregla su cabello.

Yo vuelvo a ver el techo.

No me gustaba. Bueno, si me parecía la chica más linda que había visto en mi vida, pero…joder.

No.

 ¿O sí?

No tenía idea.

—Vale, pero ni él sabe si le gusta o no.

—¡Lo estoy pensando! —alego y los dos ríen.

Un mesero llega a dejar comida a su mesa y se le queda viendo a Dani, ella se sonroja y Rick alza una ceja.

—Ese no.

—¿Por qué no?

—Porque no y ya —sonrío viéndolos pelear.

De pequeño me imaginaba que serían pareja algún día, pero eso nunca pasó.

Muerdo mi labio. Entonces sonrío.

Ella hacia eso, cuando estaba nerviosa o se estaba concentrando en algo.

Ay no.

—Míralo, sonríe como tonto.

Dejo de sonreír y volteo a verlos.

—¡No puede ser! Nuestro pequeño y dulce Evan…

—Ya está volando solo —Rick hace una voz lastimera.

Los dos se toman de las manos y empiezan a llorar.

—Idiotas —susurro a media carcajada.

Los extrañaba demasiado.

—Que te guste alguien no es malo mi Evancito. En realidad, me alegro, me alegro mu… ¡Ay! —Daniela pega un salto y Rick la mira alarmado— Me he regado el café en las piernas —Chilla y como no puedo ayudarla, me río.

—Es mejor hablar después, de todas formas, saldrás hoy ¿no? —asiento y Rick me señala—. Mucho cuidado ¿de acuerdo? Necesito que te comportes, aun no tengo dinero suficiente para ser tío.

—¡Qué mentira! Tienes más dinero que Evan y yo juntos.

—Bien, adiós, queridos padres adoptivos —Dani me tira un beso y finjo atraparlo. Rick por otro lado me guiña el ojo.

—Adiós guapo.

Cierro la laptop y la dejo encima de la cama mientras me siento en la orilla. Me dolía la cabeza por haberme dormido casi a las 2 de la mañana, pro había valido totalmente la pena. Ese vestido que Brave llevaba…verla con ojos de amigos iba a ser, sin duda, muy difícil.

Veo la hora y hago una mueca. Había quedado con Maddie y los demás en un restaurante para tener una cena elegante. Claramente yo no iría muy elegante que digamos, solo iba con unos vaqueros negros, camisa blanca y un abrigo beige. Todo normal. Todo básico como diría Daniela si me viera.

Tardé más de una hora en llegar. Agradecía que el trabajo de mi madre fuera mucho mejor ahora porque pudo comprarse un carro y me ha regalado el de ella.

El lugar se notaba que era carísimo. Estaba decorado con lamparas que de sueguro constaban la mitad de mi casa.

Localizo a los chicos en una mesa al fondo. Llego con ellos y Maddie es la primera en notar mi presencia. Se levanta de la mesa y corre hacia a mi.

—¡Evan!

—Hola Madds —río y la abrazo con fuerza.

Maddie era cariñosa, muy cariñosa de hecho.

Me suelta y toma mi mano para que tomemos asiento, pero antes le doy un beso en la cabeza a Ellie y un golpe en la cabeza a Matt, él me lo devuelve y ambos empezamos una mini guerra.

—Niños, compórtense —murmura Maddie.

—Si niños, háganle caso a su madre —Ellie le sigue el juego y con Matt nos detenemos.

—Que aburridas son ¿saben?

—Tenemos que cambiar de mamas —propone Matt echando un vistazo por todo el restaurante, yo hago lo mismo y ambos sonreímos al encontrar a las chicas perfectas.




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