La promesa de un te quiero bajo la lluvia

Capítulo XIV

Brave

Me dolía la cabeza y el cuerpo. Miro el documento en mis manos y lo leo una y otra y otra vez hasta sentir que la rabia empieza a apoderarse de mí. Lo meto en mi bolso cuando escucho que alguien entra a la clase.

Sé quién es. Solo él y yo llegamos temprano. Sin embargo, decido no hablarle.

Pasó una semana y nunca me habló. Supongo que fue por cierta chica de cabello rosado y voz con acento marcado.

—¡Brave! —pego un salto cuando escucho que grita—. Lo siento, es que te hablé como cinco veces ¿traes audífonos? —pregunta apartando el pelo de mi cara.

—Claro que no —me alejo y vuelvo a tomar el interesante libro de química.

—¿Estas bien?

—Si Miller ¿y tú? —antes de que hable cierro el libro— De maravilla, supongo ¿no?

Evan parece muy sacado de sí. Abre su boca y luego vuelve a cerrarla.

—¿Hice algo o…?

—¿Tú? Para nada —guardo el libro, lo meto a mi mochila y después saco otro poniéndolo con fuerza sobre el escritorio.

—Fue porque no te hablé toda una semana ¿cierto? Lo siento, es que creía que el chico ese era tu novio o algo así y, bueno, se sintió extraño —ruedo mis ojos.

—Te dije que no tenía novio.

—Ya, pero…

—Todo bien. No fue nada, de todas formas, estuviste ocupado con otras cosas ¿no? —paso la hoja y ahora es él quien lo cierra con fuerza.

—Ya dime que tienes, solo intento disculparme.

—No, intentas excusarte para no decirme la verdad.

—¿Y cuál es la verdad?

—Que estuviste muy distraído con una chica como para llamarme y preguntar si estaba bien —me levanto y empiezo a caminar, pero Evan se me atraviesa.

—¿Una chica? ¿crees que no te hablé por una chica?

—Si. Déjame pasar.

—¿Y qué chica? —me muevo y él me sigue.

—La de ayer.

—¿Dani?

Ruedo los ojos y lo empujo.

—Si. Dani.

Entonces Evan hace algo que no me esperaba. Suelta una carcajada y yo frunzo más le ceño.

—¿De qué te ríes?

—Por Dios Brave —deja de reír y dejando caer su cadera en un escritorio se me queda viendo con una sonrisa.

Y bueno, si había algo demasiado atractivo en Evan, era su sonrisa. Esa estúpida sonrisa que no salió de mi mente durante un mes entero.

—¿Qué?

—Estas celosa —murmura y yo abro la boca ofendida.

¿Celos? ¿Yo celosa?

—¿Yo?

—Si.

—Claro que no Miller, que idiotez ¿por qué lo estaría? Si solo somos amigos.

—Si, amigos. Y por lo mismo yo tampoco debería estar celoso de ese chico —admite acercándose a mí y arreglando el mechón de siempre vuelve a hablar: —me dan celos saber que estuvieron a solas y que te tuvo cerca, pero también me aterra pensar que te hace daño.

—¿De qué hablas? —susurro.

Evan toma mi mejilla y yo cierro los ojos ante el tacto.

—No te hable toda una semana porque creía que salías con él —murmura—. Sé que dijimos que solo seremos amigos, pero Brave, no sales de mi mente y la manera en la que te siento y te miro es…—muerde su labio y yo casi me desmayo ahí mismo—definitivamente no es como un amigo mira a su amiga.

—Evan, no sé qué decir…

—Fácil ¿Sientes lo mismo? La manera en la que siempre queremos estar juntos, como es que corres hacía mi a pesar de tener más gente, como es que contigo puedo olvidarme de todo y, al final del día, eres mi último pensamiento —trago saliva cuando se acerca más y quedo presionada entre el escritorio y su pecho— ¿Lo sientes, Brave? La necesidad de…—mira mis labios y relame los suyos, copio el acto de manera automática. La mano de Evan toma mi cadera acercándome más a él y yo dejo mis manos sobre su pecho.

—¿La necesidad de qué? —murmuro acercándome a su rostro.

Sentía su aliento chocando con mi nariz.

—Sabes de qué.

—Pero quiero que lo digas —él sonríe.

—La necesidad de besarte, Brave Jones.

—Entonces hazlo.

Evan aprieta mis caderas, yo mis manos sobre su camisa. Roza mis labios con los suyos. Cierro los ojos y…

Nada.

Evan se aparta con fuerza y lo miro extrañada, hasta que giro y noto la presencia de Tamara. La pelirroja se cruza de brazos y ladea la cabeza.

—¿Qué hacían?

—Donas —bromea Evan sacándole una sonrisa.

Ruedo los ojos internamente.

—Jones, Vanessa esta como loca buscándote —Tamara se acerca.

—De acuerdo —aclaro mi garganta porque sonaba a que no había hablado en años—. Ya iré con ella.




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