La Sombra Del Lobo (el circulo de las brujas)

Capitulo 1

Uno, dos y tres el lobo te atrapará, al infierno te mandará, las brujas cantaran y Helena despertará

Un vestido rojo y zapatos de charol, una niña con la piel de ébano corre aterrorizada, entre un camino oscuro y pedregoso que parece recordar, la luz del amanecer se asoma entre los árboles, las ramas crujen, él está cerca, su corazón se acelera, sigue corriendo con la respiración agitada, no puede más, ya no más, ella cae y él la arrastra hacia la oscuridad.

  • ¿Quién es él?
  • Un lobo humanoide — Diana se ríe de manera estridente

 — ¿en serio un lobo con forma de humano?, solo puedo imaginar a un personaje de plaza Sésamo — dice entre su risa ahogada.

  • Ríete lo que quieras, es un lobo humanoide y por alguna razón me asusta bastante, te juro que me cuesta dormir de nuevo después de tener esos sueños. No sé porque te lo he contado, sabía que te reirías

Helena y Diana han sido amigas por 8 años, han compartido secretos y hasta muchachos, pero helena nunca se había atrevido a contarle sobre el contenido de sus sueños a su mejor amiga, los sentía tan tontos que le daba vergüenza que alguien supiera que pasaba noches en vela después de tener uno de estos sueños.

No sabe exactamente cuando aparecieron estos sueños, se han convertido en parte de su vida, sueños extraños que la visitan de vez en cuando, pero últimamente han sido más frecuentes, útilmente siente que podría morir en uno de esos sueños, despierta sudorosa y con el corazón a punto de salirse de su pecho, la boca seca y la respiración agitada.

Desde que se enteró que debe regresar a Santa Rosa una sensación de zozobra se ha metido dentro de su piel, se ha pegado como lapa y ha decidido no abandonarla ni de noche ni de día. Por alguna razón no quiere regresar, el problema es que esa razón parece inexistente, ha querido sacar una y mil excusas para aplazar su viaje, pero ahora no puede hacerlo más.

 

 

Llegó cerca de la media noche, la calle estaba desierta y la noche fría, los árboles del parque se balanceaban y desde las ramas de los arboles unas grandes lechuzas de ojos saltones la observaban con curiosidad, le vieron dirigirse al hotel más cómodo del pueblo que quedaba justo frente a la plaza principal.

Aquella noche a pesar de su cansancio no pudo dormir, al cerrar los ojos regresaba a la oscuridad de un bosque con la niña de la piel de ébano, que era devorada por una oscuridad aterradora, desde aquella oscuridad unos ojos amarillos brillaban y aunque no podía verlo tenía la impresión de que el dueño de aquellos ojos llevaba una sonrisa terrorífica.

Al día siguiente se levantó temprano, el día era claro y prometía ser caluroso, estaba decidida a terminar sus asuntos allí lo más pronto posible y a largarse para siempre de ese lugar que tanto le desagradaba.

Cuando llegó al pequeño restaurante se encontró con una mujer que la guio a una mesa al fondo, en la mesa se encontraba una taza de chocolate espumosa, era como las que preparaba su papá. Cada mañana se despertaba con el sonido del bolinillo golpeando contra la chocolatera, su padre cada mañana servía una espumosa taza de chocolate.

–niña, ahí está su chocolate, siéntese y espere –la voz de la mujer la sacó de su ensoñación.

–disculpe, pero creo que hay un error, no pedí nada aún.

–¿eres Helena Arboleda? –pregunto señalando una hoja de papel con su nombre escrito que yacía junto a la taza de chocolate, la taza había atrapado de tal manera la atención de la joven que no había notado el pedazo de papel blanco que tenía escrito su nombre.

–sí, per…

–entonces es para ti –la interrumpió la mujer con voz cansada –eres la hija de Alicia Cortez y Julio Arboleda, no hay ningún error.

 

–bueno si, pero ¿a quién se supone que tengo que esperar? –Cuando termino de hablar la mujer de largos cabellos blancos ya estaba alejándose.

Lena se sentó en la mesa, tomo la hoja, leyó su nombre una y otra vez.

–pueblo chico, infierno grande –susurro asumiendo que un viejo conocido de sus padres se había enterado de su llegada pues sabía que no se trataba de su tío que amaba la simplicidad y aborrecía los dramas como este.

Pasó casi una hora sin que nadie llegara, así que decidió que no podía esperar más a pesar de su creciente curiosidad, la oficina de instrumentos públicos la esperaba y no podía darse el lujo de retrasar los tramites.

Cuando llego encontró las puertas cerradas, no entendía porque estaría una oficina cerrada a las 11 de la mañana de un día miércoles, pero que sabía ella de los horarios de ese pueblo olvidado.

Regreso al parque principal para encontrarse con que todos los pequeños locales que debían ser almacenes y tiendas se encontraban aun cerrados, eran ya casi las 12 del mediodía y nada abría aún, le parecía realmente extraño.

Se acercó a un anciano que permanecía tan quieto en una vieja banqueta, que se asemejaba a una estatua más de las que decoraba el parque solitario.

–hola, discúlpeme, pero ¿Por qué no han abierto las tiendas y oficinas?

–ay señorita, pero si hoy es miércoles –salieron las palabras con esfuerzo, su voz sonó como una vieja puerta con las bisagras oxidadas –ah, usted no es de por aquí – agrego al ver la confusión escrita en el rostro de la muchacha.

–es que aquí el día miércoles no se trabaja, es algo parecido a como es el domingo en las ciudades, es como un día festivo.

 

Todo parecía al revés en aquel lugar, primero había visto cuervos en la plaza, y ahora resultaba que el miércoles era su día de descanso. Muy a su pesar tendría que esperar un día más para empezar a resolver todo, eso retrasaría las citas con los posibles compradores que se suponía iniciarían el jueves en la mañana.

Pensó en que podría aprovechar el tiempo para visitar la propiedad y comprobar que estaba en óptimas condiciones como había prometido su tío.



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En el texto hay: pasado, magia, sueños misteriosos y extraños

Editado: 09.06.2020

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