Laila (libro 1. Serie Renacer)

Sinopsis + Parte I. La Niña y el Ángel de la Muerte.

Laila es una dulce adolescente que nació con el "Génesis de Alejandría", un raro síndrome que volvió sus ojos color violeta, convirtiéndola en el blanco perfecto para los niños más crueles de su escuela. Un día, las cosas van de mal en peor, por lo que decide terminarlo todo, cuando alguien especial entró en su vida para darle otra oportunidad.

Luzen es uno de los recolectores de alma más grandes del mundo terrenal, ha llevado miles de almas a través de su existencia milenaria, manteniendo siempre una actitud neutral y lejana hacia la vida y la muerte, hasta esa noche desafortunada cuando conoció a una hermosa chica con un extraño deseo.
Damián es un ángel que ha tenido un profundo odio hacia los seres humanos a lo largo de su vida. Él cree firmemente que los seres humanos no merecen el amor y la admiración que los arcángeles tienen hacia ellos después de ver cómo se lastiman, traicionan y matan uno al otro por motivos irrazonables. No quiere tener nada que ver con estos seres violentos y primitivos, pero todo cambia cuando el arcángel Miguel, su superior inmediato le asigna una importante misión que Damián no puede simplemente rechazar.

Tres caminos se unen en esta historia de amor oscura, romántica y conmovedora, donde Laila aprenderá que, a pesar de los altibajos, la vida puede ser hermosa, y brillará de nuevo, como un ave fénix, levantada de sus cenizas y otra vez.

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I.

Esta es la historia de una jovencita llamada Laila. Era la menor de tres hermanos; de naturaleza tímida, carácter dulce y atento, poseía una belleza poco común: largo cabello oscuro y ojos color violeta, además de una piel blanca y perfecta que llamaba la atención a donde fuera. Mientras crecía, lidiaba con las preocupaciones de una adolescente normal: sacar calificaciones aceptables, tener amigas y por supuesto, captar la atención del  chico lindo de la escuela, pero sólo una de esas cosas había sucedido hasta ahora.

Laila era una estudiante modelo, lo que la hacía un blanco fácil de las burlas maliciosas de los chicos celosos y envidiosos que le causaron más de un problema con la directora de su escuela. Además, los padres de estos, al tener una influencia mucho mayor que ella debido a sus continuas donaciones y a la fachada inocente de sus hijos, los conflictos nunca quedaron realmente solucionados, para mayor frustración de la joven, que comenzaba a sentirse exhausta de tener que defenderse cada día.

Una mañana despertó temprano, suspiró y miró el reloj: marcaba las siete en punto. Después de estirarse en la cama, salió al baño para lavarse. Trató de escuchar alguna actividad proveniente de la cocina pero no hubo el más mínimo ruido; sus padres se habían ido a trabajar.

Su madre, Mina, era una atractiva profesora en la facultad de Medicina de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans, muy apreciada por sus alumnos y colegas por igual, pero su propia popularidad le tenía sin cuidado. Todo había cambiado desde aquel día en que ella encontró a su marido con otra mujer en su cama matrimonial. Ella quiso el divorcio. El, otra oportunidad. Como un exitoso arquitecto, Evan Daniels, atraía a muchas mujeres con su seducción natural y sus ojos azules, si le suman una esposa ausente que apenas soportaba tenerlo cerca... Era una receta para el desastre.

Laila fue testigo de muchas peleas; y aunque nunca se tornaron físicas, los gritos de ambos padres eran lo suficientemente altos y los comentarios tan hirientes, que eran capaces de debilitar un corazón sensible como el suyo. Su única salida para lidiar con el dolor, era una pequeña hoja de afeitar que le había quitado a su padre y que usaba para hacerse cortes en sitios como sus antebrazos o sus piernas. Al estar siempre cubierta con camisetas de mangas largas y jeans, nunca nadie los notó. Pronto se volvió muy buena en esconderlos, y eso empeoró su sentimiento de autodestrucción.

Su hermano mayor, Milo, balanceaba la vida universitaria con la de casado y una bebita a la que cuidar, sus visitas al hogar se volvieron cada vez más esporádicas, algo muy parecido sucedía con Dylan, el hermano del medio, que también iba a la universidad, pero apenas estaba en su primer año y sentía toda la experiencia como algo nuevo y emocionante. Los dos tenían vidas completas y felices, algo que Laila envidiaba en secreto.

Después de lavarse, fue a su habitación y buscó en su armario la ropa que usaría. No había mucho de donde escoger, todas iban en degradado del negro al gris más claro, solo algunas prendas destacaban de entre las demás; una chaqueta color violeta y un par de vestidos de flores, ella escogió el menos llamativo junto a unos leggins negros y sus acostumbrados zapatos Converse. Al mirarse al espejo suspiró fastidiada ya que odiaba su apariencia, en especial sus ojos. Haber nacido con el Síndrome de Alejandría no la ayudaba a ser popular, sino todo lo contrario. Su diario se volvió su otra tabla de salvación, donde solía plasmar sus angustias y crear hermosos relatos donde pudiera olvidarlo todo, pero esa frágil burbuja fue destruida el día en que alguien encontró su pequeño tesoro, lo robó y expuso sus secretos. Eso fue demasiado para ella.

Al final de una de sus clases fue acorralada en un rincón por Ashley Nelson, la porrista estrella y novia de Anthony, el protagonista en los sueños de Laila, que junto a tres de sus amigos formaban un grupo tan unido como cruel. Otro de los acosadores era Edward Turner; que al igual que a Ashley, le gustaba lastimar a las personas hasta quebrarlas, ya fuera de forma física o mentalmente.




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