Me adentro en el lugar, luces rojas, humo, olor a cigarrillos, alcohol, y putas por doquier.
—Asqueroso— susurro para mi misma, sigo por el mismo trayecto hasta observar mesas de póquer, lo visualizo con dos chicas sentadas en sus rodillas, voy directo a él.
—Necesitamos hablar, Wall— llamo su atención además de todos los que están en la mesa.
—¡Miren quién ha venido a verme!— exclama aún concentrado en su juego.
—Necesito que hablemos— gruño entre dientes —Espera un segundo cariño...— ni siquiera me observa, mi paciencia esta a pocos segundos de desaparecer.
—Wall...— toco su hombro debajo de los brazos de las "chicas" que tiene en ambas rodillas.
—¡No lo toques!— se pone de pie una de las prostitutas con vestido plateado —Además de puta entremetida— ruedo los ojos, ahora todos los de la habitación nos observan —¿Cómo le has dicho?— se pone de pie la otra de vestido rojo con lentejuelas al igual que la otra —Bien. No tengo ningún problema en patear traseros de putas— me deshago de mi chaqueta negra, también mi bolso y los cuelgo por una silla cercana —¡Puta tu madre!— mi primer golpe fue a su mandíbula —¡Maldita prostituta, te lavas la boca antes de hablar de mi madre!— mis puños esta vez aterrizan en su vientre una y otra vez.
—¡Basta!— grita la rubia con vestido rojo.
—No es mi culpa que se moleste por oír la verdad— arrojo mi cabello detrás de mi hombro —Te daré una paliza de la que no te olvidarás— el crujido de una botella rota alerta mis sentidos.
—¿Qué te crees?— grita tratando de incrustar el pedazo de botella en mi abdomen, pero la detengo.
—Wall, detén esto si no quieres que las mate...— giro la muñeca de la rubia con mechas rojas, al instante deja caer el pedazo de botella, la golpeo en la cara con el codo —¡Mierda!— se queja tratando de parar el sangrado de su nariz —Di que sientes haber dicho eso de mi madre si quieres conservar la mano— gruño apretando el agarre cada vez más —¡Ya!— grita la otra dolida, Wall se pone de pie observando la escena.
—¡Auch!— sonrío al oír el crujido de sus huesos
—Dilo o tendrás que aprender a desabrochar pantalones con una mano...— sentencié poniendo más fuerza para quebrar su muñeca
—¡Siento mucho haber dicho eso de tu madre!— las lágrimas resbalan por su revocado rostro
—Eso no me convenció— le doy otro codazo en el rostro, pero esta vez la hace desmayar.
—Vamos a hablar...— la voz grave de Wall llama mi atención —¡Sigan con el juego, aquí no pasó nada!— grita él antes de retirarse por una puerta de color café con diseños de madera fina, agarro mi chaqueta y mi bolso para seguirlo. Nos encontramos en una sala con una enorme mesa de billar en medio de la habitación, aunque no hay nadie en ella.
—Álanis...— gruñe en desaprobación por lo que acabo de hacer
—No me regañes, ellas comenzaron, además necesito que me ayudes— me pongo mi chaqueta —En que podría ayudarte un simple viejo como yo...— enciende un cigarrillo y se lo lleva a la boca inhalando el humo —¿Conoces a alguien que tenga experiencia rastreando personas?— me recuesto un poco sobre la pared rojiza de la sala —Sabes que no es lo que tus padres desearían para ti...— lo observo fijamente —Los mataré y luego viviré como una adolescente más...— niega con la cabeza dándole otro inhalado a su cigarrillo —Lo prometo Wall...— me observa con dudas en los ojos —¿En que te puedo ayudar?— le sonrío en gratitud adelantada —Como ya te dije, necesito a una persona que pueda rastrear lugares, y consiga ubicaciones exactas— sus ojos vagan por la habitación, golpea levemente su cigarrillo —Conozco a varios...— abro la boca para responder pero me interrumpe —Pero conozco al indicado— sonríe un poco —Bien. ¿Cómo lo encuentro?— meto mis manos en mis bolsillos —Él se debe dejar encontrar que es diferente— frunzo el ceño —Espera, haré una llamada— avisa buscando su celular en el bolsillo de su chaqueta —Ugh— camino hacia la mesa de billar, hago girar la bola ocho, la arrojo al aire y la atrapo, hago eso mientras oigo como Wall cuchichea en el celular.
Thomas Wallander es el único que puede ayudarme en todo esto, además de que maneja todas las calles de la ciudad cuando las luces se apagan, eso lo convierte en uno de los más buscados, es un "negociante" -como a él le gusta que lo llamen- con bastantes contactos es algo así como el «Oliver Queen» -no tan joven- de esta ciudad aunque no es un héroe ni mucho menos usa capuchas y según tengo entendido detesta el verde. —Según dicen esta en el bar Zoonch— dejo la bola en su lugar —¿Dónde?— pregunto sin saber a que lugar se refiere —Choonz, Zoonch o como rayos le digan— sonrío ante su error —No seas fastidiosa niña...— guarda su celular —Bien. ¿Y cómo sé que es él?— me acerco a él —Te darás cuenta en cuando lo veas es alguien especial, con eso te lo digo todo— ríe ante mi frustración —Es un chico asombroso aunque no le hagas perder la paciencia, puede ser peligroso— va a la puerta pero lo detengo antes que salga —Veré que hago pero gracias...— le doy un corto abrazo —Pequeña...— corresponde al abrazo; en mi vida actual lo más cercano que tengo a una figura paterna es este hombre —Pero recuerda que no hay persona más fastidiosa que yo— le guiño un ojo después de dar fin al abrazo —Ven a visitarme cuando termines con esto— sale de la habitación antes de oír mi respuesta.
Salgo de la habitación sin observar a nadie, luego de unos minutos me encuentro nuevamente en el callejón de atrás —¿Dónde la llevo?— me giro un poco exaltada al escuchar la voz del taxista —¿Acaso no le dije que se podía ir?— lo observo leyendo sus movimientos —No se asuste, no le haré daño sólo que me pareció buena persona...— se rasca la nuca con nerviosismo —Quería cerciorarme de que esté a salvo— sonrío con ironía negando lentamente —Para ahorrarte el enamoramiento, y la decepción... No habrá nada entre nosotros— en sus ojos veo sorpresa —No.., no me mal entienda es sólo que me recuerda mucho a mi hermana...— lo observo con los ojos en blanco —Entonces ve a buscarla a ella— me giro evitando un charco pequeño de agua negruzca —Ella falleció hace algunos años— me detengo en seco —Por eso quería asegurarme de que estuviera a salvo— vuelve a hablar, sumergida en mis pensamientos tomó una decisión por decirlo así, si quería ser mi chofer eso sería nada más q eso —Llevame al bar Choonz— voy a la parte de atrás subiendo al taxi, y sin demostrar ningún tipo de sentimentalismos.
Editado: 28.12.2018