Lo que nunca fuimos | Aziracrow

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Alumnos y maestros salen de las aulas corriendo desesperadamente, de alguna forma están intentando mantener la calma, pero todo el mundo sabe perfectamente que una escuela llena de adolescentes revoloteados nunca es una situación de orden o calma.

 

Entre ellos está Crow, observando en todas las direcciones con una preocupación desbloqueada, ¿Dónde está el rubio? 

 

Todos se dirigen a la salida de emergencias, pero él no, él quiere buscarlo, después de todo está muy convencido de que realmente hay un incendio en el lugar. El pánico no le permite sentir que podría ser una falsa alarma, o que fue Azira, de hecho está terriblemente angustiado por su amigo y en encontrarlo, en saber si está bien.

Mientras todos van a la salida, él gira y retrocede, corre a los baños, lo busca, pero no lo ve por ninguna parte. Un maestro regresa por él, pero al verlo corre adentrándose en el gran pasillo principal para que no pueda alcanzarlo. Tiene un presentimiento muy pequeño de que Azira no está del todo bien, puede sentirlo. Cruza con un gran grupo de alumnos que van hacia la salida, de esa forma logra perder al maestro que lo está siguiendo, el ruido comienza a estresarlo, la alarma que sigue sonando, más los pasos apresurados de todos y el eco de voces asustadas.

 

¡¿Azira, dónde demonios estás?!

 

Desafortunadamente, para él, el maestro lo encuentra.
 

 

Crow, tenemos que salir de aquí...— le indica, el pelirrojo lo sigue de mala gana hasta la salida, donde todo el mundo está muy asustado, pero no hay ningún indicio de un incendio ni nada parecido. Pasan varios minutos hasta ser casi una hora que llevan allí, están revisando todo el lugar, al final logran confirmar que había sido una falsa alarma, o al menos así lo piensan.

Retornan a clases con normalidad, pero a la hora de salida es cuando Crow va caminando por el pasillo y ve a Azira salir del teatro, se siente confundido pensando si acaso Azira estuvo en ese lugar todo el tiempo durante el alboroto, comienza a seguirlo.

 

 ¡Oye! ¡Hola! ¿Está... todo bien? — pregunta al alcanzarlo, Azira se gira y le basta con verlo unos cortos segundos para que el pelirrojo sepa que algo anda muy mal.

— Bien. — le dice el rubio sin sonrisa.

— Durante la alarma, ¿Dónde estabas? Me preocupé y...

— Sobre eso, accidentalmente activé la alarma con mis... ya sabes, eso... y me siento realmente muy enfadado conmigo por eso. — Azira le habla sin ningún tipo de emoción, como si estuviera apagado, como si hubiera un filtro gris frente a él, como si le hubieran apagado la luz.

— Pero, tranquilo, sabes que yo te puedo ayudar y podemos vernos en el parque y así... 

 No, Crow, no quiero que me ayudes. ¡Déjame solo! —

 

Crow se siente muy mal al oír eso, hasta se asusta un poco, ya que no entiende qué ocurre.

 

— Pero... Azira... 
 

El rubio abre su mochila sacando las gafas de Crow y extiende la mano entregándoselas, el pelirrojo las recibe desconcertado, no sabe qué decirle, se ve enfadado pero también triste.

 

— Gracias por cuidar mis gafas...

 No hay problema. — Ver a Azira así de apagado le hace sentir desesperado, es el único amigo que tiene en el momento y es muy tonto para el sentir que no sabe qué es lo que tiene que hacer para ayudarle al verlo así.

— Por favor Azira, déjame ayudarte con esto, ¿Sí? —

— No quiero Crow. — le dice en un tono muy serio, le hace sentir peor.

— ¿Qué te paso? Para activar la alarma... debe haber sucedido algo, puedes contarme...

 ¡No quiero contarte! ¡Quiero estar solo! — le dice girando para irse.

— Al menos déjame ayudarte a controlarlo, en verdad quiero ayudarte y... — intenta detenerlo.

— Aprenderé, ¡Yo solo! — le grita muy triste, su rostro más allá del enfado parece cargar con una angustia que Crow no logra entender por más que intenta descifrarlo. Está muy seguro de que algo pasa, pero no puede acercarse, le pidió que lo dejara solo, no hay nada que pueda hacer.
 

Siempre iba tras él, siempre que se iba en ese modo, lo seguía, pero en esta ocasión decide no hacerlo, simplemente lo ve marcharse.

Durante un largo mes, Azira está tan enfadado consigo mismo a tal punto de decidir reprimir sus habilidades en todo ese tiempo, no pensar en que las tiene, no pensar en usarlas y tratar de evitar que aparezcan, pero en ocasiones no se le hace sencillo. Si ni siquiera sabe como controlarlas al tratar usarlas apropósito, mucho menos puede evitar que ocurran cosas como aquel día con la alarma, y reprimir algo por tanto tiempo solamente le da la fuerza para explotar con más fuerza.

Durante todo ese tiempo, Crow respeta su decisión de dejarlo solo, y se compromete a ello, siempre que lo encuentra en los pasillos o lo visualizaba a lo lejos, camina por otra dirección, evitándolo. No quiere volver a verlo enfadado, solo quiere que Azira esté bien, aun así le duele saber que ya no se hablan cuando parecía que serían buenos amigos.

Por otro lado, Azira comienza a hacer más y más cosas sin querer, eso le causa cada vez más rabia consigo mismo, objetos que se mueven cuando solo los mira, luces que parpadean cuando se pone tenso, hacer girar objetos cuando está realmente frustrado. Todo eso lo está volviendo loco y desesperándolo, se siente inútil en tratar de fingir que no tiene esas habilidades, pero que aparezcan solas recordándole que existen.

Está en la cafetería, tratando de controlar cada mínimo pensamiento suyo, cada mínima emoción que esté atravesando su mente, para que nada ocurra, para que todo se mantenga en calma y nada involuntario le haga enfadar.




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