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Un Ángel se encuentra caminando por el parque St. Jane aquel domingo, y la palabra 'Ángel' no está siendo usada como un apodo en la forma que Crow lo usa con Azira, en este caso, el ser en cuestión es un verdadero Ángel.

No viste de negro, sino al contrario, son colores cálidos aquellos que se aprecian en sus prendas, desde pantalones de vestir claros, un chaleco marrón y un abrigo beige. Su cabello es rubio resplandeciente y hace juego con su siempre tan brillante sonrisa.

Sabe perfectamente lo que está haciendo en ese lugar, sabe lo que sintió hace un tiempo y era tiempo de verlos, aunque fuera de lejos. Camina recorriendo el parque sin buscarlos con urgencia, después de todo, puede sentir que están en ese lugar, y tampoco quiere asustarlos.

Observa una banca a varios metros de distancia, una que le trae recuerdos de alguna manera, después de todo es lo único que le quedan, recuerdos y solo recuerdos. En aquella banca se encuentran dos jóvenes conversando y simplemente lo sabe, son ellos.

Y que bien que se ven juntos.
 

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— Emmm ¿Tu... tu estilo? —

— Ya sabes, las gafas oscuras, la ropa negra, este estilo de... —

— ¿Chico malo? —

— ¡Oye! No soy malo... — dice Crow algo ofendido.

— Pero el estilo... —

— ¿Qué pasa con mi estilo? —

— Nada. — lo tranquiliza Azira —... eres único Crow, nunca he visto a nadie igual que tú...—
 

Crow intenta sentirse especial con esas palabras, pero recuerda al hombre que literalmente tenía su mismo estilo. Aun así, escuchar al rubio decirle eso, le hizo sentir realmente bien consigo mismo, le sonríe.
 

— ¿Quién lo diría? — se pregunta el pelirrojo así mismo, pensando en aquel hombre, ¿A dónde se habría ido tan rápido si el camino seguía de frente? Le parecía extraño.
 

— Siempre estás seguro de ti ¿Por qué dudas de tu estilo ahora? — le dice Azira.

— ¿Qué? Oh, no, solo tengo curiosidad, de no ser tan original, no lo sé. —

Hay ocasiones en la vida en la que pensamos decir algo, pero decimos otra cosa, como si nuestra mente decidiera que unas palabras son mejores que otras.

— A mí me pareces muy atractivo. —
 

ORIGINAL.
 

Esa era la palabra que Azira había pensado en decir, que por alguna razón, desapareció y fue reemplazada.

Azira comienza a alterarse, ¿Por qué dijo eso? ¿Por qué la palabra 'atractivo'? Bueno, sí opina eso, pero, no tenía sentido llamar atractivo su estilo, eso es más algo que se lo dirías a una persona, no a un estilo. Trata de controlar la situación mirando a otro lado, y respirando profundo pero disimuladamente.

Crow no dice nada tampoco, pues también está perplejo con eso, el rubio le gusta mucho y le acaba de llamar atractivo, tampoco es sencillo para él controlar su emoción. De hecho, ambos son una explosión de emociones adolescentes incontrolables y en el caso del rubio, mejillas sonrojadas.


 

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A varios metros de distancia el Ángel observa con ternura, incluso siente conmoverse al notar que ambos jóvenes parecen estar coqueteando de alguna manera, recuerda muchos momentos que nunca volverán y añora otros que nunca ocurrieron.

Todo parece ir bien hasta ese momento, pero se percata de algo más, aquel joven de cabello rubio parece estar sonrojado, eso no llama su atención, sino lo que ocurre frente a él, un montón de hojas secas comienzan a girar, juntas, formando un pequeño remolino que poco a poco se hace notar más y más.

El ángel se pone de pie asustado, aterrado a decir verdad, tratando de convencerse de que no es el joven quien lo está provocando, deseando que no.

Entonces ve cómo el joven pelirrojo chasquea los dedos y las hojas se detienen. El ángel está el doble de asustado ahora, aquello que está viendo no puede ser real, no puede estar pasando que ellos puedan hacer eso. Recuerda todo tal y como ocurrió, pero no encuentra el momento exacto en el que pudo pasar desapercibido aquel detalle, y lo peor de todo es que no tiene forma de solucionarlo.

No puede seguir viéndolos, se desaparece y se regresa a un lugar donde pueda pensar en que hacer, por más de que sabe que no hay nada que pueda hacer.
 

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— Tranquilo, sé que no quisiste decir eso. — le dice Crow a Azira luego de chasquear los dedos.
 

Pero el rubio busca valor, busca valentía y de alguna manera trata de vencer sus propios nervios. Detesta mucho sentirse débil y no ser capaz de decir las cosas que realmente piensa, pues al llevar tantos años buscando ser extremadamente bueno, eso le había ocasionado perder la capacidad de ser sincero consigo mismo, y ahora que gracias al pelirrojo estaba aprendiendo a ser libre, a sentir menos culpa por todo, quiere sincerarse.
 

— No Crow, en realidad sí creo que... eres atractivo. —
 

El pelirrojo, que levanta una ceja de la sorpresa, se quita las gafas y lo mira fijamente, desconcertado y sonriente, el rubio comienza a sudar de lo nervioso que está, Crow puede notarlo.

Eso nada más le estaba confirmando que la atracción era mutua, que no era algo que solo le pasaba a él, el verlo así de nervioso solo le indica lo mucho que le importa, no puede dejar de sonreír.

Aquella valentía que había encontrado Azira para decirle eso era algo muy hermoso de su parte, un acto de osadía que no se esperaba, y ahora siente que él también tiene que ser igual de valiente para decir algo que nunca le ha dicho.