Lo que nunca fuimos | Aziracrow

23

Es domingo por la mañana. Crow despierta y frota sus ojos con mucha pereza, estira los brazos en el aire mientras la luz proveniente de su ventana le indica que ya casi es medio día, se levanta rápidamente a ducharse y luego escucha la puerta indicando que sus padres regresaron a casa. Al encontrarse con su madre en la cocina se sienta cerca, dispuesto a hablar con ella sobre lo que está sintiendo.

 

— Ma... —

— Dime...— ella está ocupada limpiando la cocina, pero al percibir aquel extraño silencio en su hijo, sabe que algo ocurre — ¿Qué ocurre...?— lo observa con preocupación.

 

— Es sobre Azira...

— Oh, no, no me digas que...

 No, no mamá, no terminamos, es solo que... él está en una situación difícil y yo... no sé cómo ayudarle, me desespero, a veces quisiera poder decirle algo reconfortante, pero no soy bueno con las palabras y además me pongo muy nervioso cuando estoy cerca de él... no lo sé...

— Pobre Azira, pero ¿Qué le ocurrió...?

— Un amigo de su infancia, ya no está más, y él... nunca le había visto llorar de esa forma, creo que me rompió el corazón verlo así... no sé cómo ayudarle a sentirse mejor, cuando se pone triste, solo puedo abrazarlo, no me salen las palabras y no entiendo por qué ocurre eso si realmente me importa. 

— Es porque te importa que no sabes qué decir, esa desesperación es normal Crow, a veces no todos tenemos las palabras correctas, pero puedes demostrarle que te importa con las acciones indicadas.

— Creo que él no tiene idea de lo mucho que me gusta...— dice tímido.

 Tengo una idea, si hay palabras que no puedes decir, pienso que podrías escribirle una carta...

 

Crow lo piensa, la mira con una sonrisa, sabe que es algo que podría gustarle a su novio, y espera poder plasmar todo lo que siente. Después del almuerzo se sienta en el escritorio a escribir una y otra vez hasta que salga perfecta. Le envía un mensaje a Azira pidiéndole encontrarse en el parque St. Jane.

Lleva la carta en el bolsillo interno de su chaqueta negra, las gafas cubren sus ojos mientras intenta no renegar por el día soleado, simplemente no le gustan los días soleados ni el calor. Cuando están en el lugar y lo ve a lo lejos, se le acerca rápidamente y antes de que pudiera hablarle le da un beso, que pensaba sería corto, pero terminó durando un poco más de lo esperado.

 

 ¡Qué tiernos! —

Se sobresaltan asustados al oír esas palabras de la nada, es Aziraphale, que los observaba con ternura y apareció de la nada frente a ellos.

 

— Me asustó... — dice Azira con la mano en el pecho —... Por favor, ángel, díganos que ya tiene una solución para esto, porque realmente ya no quiero tener este don, necesito que este problema desaparezca...

 Visité el cielo, intenté buscar formas de revertir el milagro, estuve investigando con ángeles de bajo rango, pero al parecer es imposible hacerlo debido a que el milagro que les dio el don es el mismo milagro que los creó, no puedo poner en riesgo sus vidas, pero vine a intentarlo yo mismo... ya no tengo tanto poder como antes, pero, tengo que intentarlo... solo quitarles el don...

 Pero...— Crow no entiende, el ángel extiende ambas manos, cada uno de los jóvenes sujetan las manos del ángel y este cierra los ojos, se observa un resplandor acompañado de un sonido similar al de un cristal, pero parece que nada ocurre.

 

 ¿No le preocupa que las personas puedan ver...? — pregunta Azira mirando al rededor.

 Sinceramente, espero que crean que es un acto de magia. — suelta las manos de ambos que se miran confundidos.

— ¿Funcionó? — pregunta Crow que tiene miedo de intentarlo.

 

Azira que poco a poco tiene el control de sus habilidades, cierra los ojos, intenta usarlas en el viento y al sentir la fuerte brisa se dan cuenta de que no funcionó, Aziraphale se siente muy triste de pronto.

 

 Es que falta la mitad del poder con el que se hizo el milagro... — el ángel se ve notablemente triste luego de decir esas palabras —... debo seguir buscando alguna solución... ¿Cómo van con lo de ocultarlo? 

— Bien...— dicen ambos al mismo tiempo.

— Cada vez lo usamos menos.— dice Azira, el ángel le sonríe, pero sigue con un esto de tristeza a pesar de todo.

— Él se está esforzando mucho para controlarlo, se presiona demasiado, a veces se siente mal cuando ocurren cosas...— dice Crow colocando su mano en el hombro de su novio.

— Yo... no voy a permitir que nadie les haga daño ¿De acuerdo, jovencitos? — ambos asienten y le sonríen —... Por favor no te presiones Azira, tengo una amiga, Muriel, que está en el cielo, ocultará todas las ocasiones en las que uses el don sin querer, pero asegúrense de que cada vez sean menos, ya que no es un trabajo sencillo...

 

 Me esforzaré. — dice el joven rubio, sintiéndose un poco aliviado, sabiendo que solo debe ser paciente, que si en algún momento su don decide aparecer, no será tan grave después de todo.

— Lamento no tener contactos en el infierno que puedan ayudarme a ocultar tu don, Crow.— le dice al pelirrojo, pero este le sonríe.

— No se preocupe, tengo el control de esto, no lo he usado desde que nos habló del peligro. 

— Eso me alegra...— Aziraphale lo mira con detenimiento, y se siente melancólico, ese cabello rojo le hace sentir muy nostálgico.




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