Desde que compre esa casa, empezaron a ocurrir hechos extraños que cambiaron mi vida; muertes sin explicación, apariciones misteriosas y la locura que se apoderó de mí. Yo era un hombre joven con un gran prestigio y una encantadora familia, era un exitoso empresario. Pase de todo eso a un ebrio con problemas mentales, culpado de homicidios, perdí todo hasta mi familia.
Todo empezó cuando me case con mi primera mujer. Ella era bellísima, una excelente psicóloga, comprensiva con las demás personas. Ella era la otra parte que me faltaba. Es por eso que decidí casarme con ella.
Aquel día había llegado, yo me encontraba al lado de ella, atrás de nosotros se encontraba una multitud de personas; los cuales eran amigos, conocidos o familiares. Al frente mio se encontraba el cura, preguntandome si acepto que Isabela fuera mi compañera de vida. Después de decir si en la iglesia y de brindar, nos habíamos hospedado en un hotel. En la que luego nos hospedaríamos durante ocho meses mientras encontraríamos una casa.
En ese periodo de ocho meses recorrimos la ciudad para encontrar la vivienda perfecta, ósea, que sea ideal para formar nuestra familia. Al principio no fue fácil encontrar una casa enorme, con demasiadas habitaciones y un gran jardín pues los precios de las casas eran altísimos. Cuando encontramos una casa con un precio bajísimo, al instante fuimos al lugar; la casa era preciosa pintada con un verde manzana, era enorme con un extenso jardín y una piscina. El terreno de la casa era de una hectárea y media, con un lago. A si fue como compre la casa, donde forme hijos con Isabela antes de su desaparición.
Desde la mudanza empezaron a ocurrir hechos sobrenaturales; aquella vez yo estaba ayudando a descargar unas cajas cuando uno de los empleados de mudanza fue aplastado por las cajas que contenían algunos de lo obsequios de mí boda, rápidamente fuimos a socorrerlo. Eso no fue lo sobrenatural sino que atrás de esas cajas había un muñeco antiguo de madera tenía unos ojos atemorizantes y una sonrisa macabra, tenía un brazo extendido, apuntando hacia donde estaban las cajas, en un instante me guiño el ojo izquierdo. Al verlo sentí un escalofrío recorriendo todo mi cuerpo hasta llegar al corazón, de pronto me desmaye solo recuerdo que Isabela grito y luego corrió hacia mí.
Desperté en una de las habitaciones y rápidamente le pregunte si el empleado estaba bien. Ella me contestó que no era grave lo que le había ocurrido al empleado de mudanza.
-¿Por qué te desmayaste?- me pregunto con preocupación.
-Me sentía cansado y un poco débil porque no había comido nada- le tuve que mentir, no quería preocuparle con asuntos tontos como este. Que le iba a decir; que yo vi a un muñeco moverse o que yo perdí la cabeza, yo no le podía molestar con tonterías.
Esa misma noche, nos queramos en nuestra casa, la cual iba a llevar los peores recuerdos de mi vida.
No podía dormir, seguía pensando en lo que ocurrió, sé que podía ser una simple alucinación. Pero aun así aquel momento hizo que me estremeciera.
Salí abajo, en dirección al baño, luego me fui a la cocina a buscar una bebida, por ultimo me dirigí a la entrada donde lo encontré frente a frente. Me miraba con aquellos ojos penetrantes como si fueran balas que van dirección a mí. En unos cuantos segundos me guiño otra vez, al observarlo mi cuerpo se paralizo, sentía como se acercaba poco a poco hacia mi con esa mirada escalofriante.
Pero fue ahí, cuando sentí una mano fría en mí espalda. Aquella sensación provocó un pavor que se presentaba en forma de sudor frío que recorría cada parte de mí rostro como si fuera la cuenca de un río. Todo mí cuerpo temblaba, frente a mí tenía aquel sórdido muñeco que se movía hacia mí y atrás tenía al desconocido ser que destilaba una fetidez que me ocasionaba repugción.
Mí curiosidad era demasiada, sabía que podía ser mí final, pero a un asi quería saber quién era el que me tocaba la espalda. Aunque no me daba el aliento para gritar, hacia un esfuerzo.
Pude recuperar la movilidad de mí cuerpo, entonces moví lentamente mí cabeza hacia atrás y de repente vi la figura putrefacta de un ser, al cual los gusanos cubrían todo su rostro, este me dijo "¡Corre!".