Si yo tuviera una lista de las cosas que no deseo en mi vida sé que se resumiría a todo lo referente a una relación, formación de familia y maldito romance. Escribiría cada maldita cosa sobre cómo no quiero eso en mi vida en cada una de las páginas del cuaderno.
Pero entonces debo morder mi lengua. Porque mis palabras me han mordido justo en el trasero cuando Grace siendo simplemente ella me ha mostrado más de lo que alguna vez me atreví a ver.
Ella me ayuda a saber quién soy.
Lo qué puedo ser.
Y deseo ser.
Me ayuda a recordar esa parte de mí. Esa parte soñadora que tomaba su guitarra y escribía frases en su pared esperando algún día hacer un cambio en el mundo. Me recuerda al Ethan que tenía sueños y tenía esperanza.
Ella hace justo lo que dice que yo hago por ella:
Me da vida.
Y miento si eso no me encanta. Aunque quisiera callarla. Sacudirla y pueda arrojarle toda mi mierda, ella no se rinde. Sigue aquí.
Entonces lo he entendido.
Acabo de entender que puedes decir que algo no va a suceder, pero cuando uno de los órganos que te mantiene con vida comienza a acelerar sus latidos solo por ella te das cuenta de que sin importar cuántas veces resentiste sobre no querer algo, los sentimientos te atrapan:
Me enloquece.
Está en cada pensamiento.
Joder, me tiene.
Y entonces me encuentro en la zona donde siempre dije que yo no estaría:
La zona de los hombres enamorados.
Soy uno más de los idiotas enamorados que son sinónimos de estar dominados.
¿Lo peor? Me encanta serlo.