POV RAVEN
Ha pasado exactamente una semana desde la pelea que Rave Ricci empezó. Ha pasado una semana desde que admitió, en otras palabras, que yo le gustaba. Y ha pasado una semana desde que Rhett se le declaró a Jess.
Ahora me encuentro sentada en el borde de mi cama, viendo como Jessica camina de una lado a otro, ansiosa por como saldrá todo esta noche.
Rhett la ha invitado a un antro.
Técnicamente no cuenta como cita, ya que también nos invitó a mí y a Aria a ir. Y creo haber oído que Rodrigo también va.
Yo me rehusé a aceptar hasta que Rhett me aseguró que su hermano mayor no iba a estar ahí. Solo así, dije que sí.
Lo último que necesitaba era yo borracha, con un chico como él cerca.
La puerta se abre bruscamente y tanto Jessica como yo nos giramos hacia ella. Aria está ahí parada, luciendo tan bien como siempre con su ropa que le deja ver hasta el alma y su maquillaje pesado. Posa su mirada más tiempo en mi cara y hace una mueca de desagrado cuando repasa mi vestuario.
—Ni loca te dejo salir vestida así. —Repasa de nuevo mi remera holgada y los leggins anchos que le pedí a Jess que me preste—. Y tú, ¿por qué no la vistes como una persona normal? —Esta vez mira a Jessica con los ojos entrecerrados.
—Sabes que sigo aquí, ¿no? —La miro con reproche.
—Sabes como es, no quiso ponerse nada más que eso, no es mi culpa. —Se defiende Jessica, ignorándome olímpicamente.
—¡Ugh! Siempre tengo que ser yo la que solucione todo. —La observo con la boca muy abierta por la descares que tiene al decir aquello.
Estoy por decir algo, pero se da la vuelta y camina a paso rápido hacia su pieza.
Vuelve a los minutos, con un vestido blanco y una chaqueta roja de cuerina. También trae su pequeño bolso de maquillaje.
—Oh no.
—Oh sí. Ni loca sales así a la calle —sentencia.
Suelto un resoplido pero acepto el vestido corto que me tiende, junto con la chaqueta y unos zapatos de tacón aguja.
Voy al baño y me meto dentro del pequeño vestido que apenas si me deja respirar. Cuando salgo, Jess y Aria me contemplan como dos madres orgullosas y yo les pongo mala cara mientras intento llevar oxígeno a mis pobres y apachurrados pulmones.
—En un rato se va a amoldar a tu cuerpo —suelta Aria con aburrimiento, mientras saca de su bolsito el maquillaje.
—Te queda perfecto —opina Jess, mirándome de arriba abajo con una sonrisa.
—Ven aquí, mojigata. ¿Te pusiste los zapatos que te di? —cuestiona mi hermana, haciéndome seña de que tome asiento frente al tocador de mi alcoba, que a decir verdad, no sé ni para que lo tengo.
—¿Es necesario unos zapatos tan altos? —pregunto, no muy convencida.
—Sí. Ahora quédate quieta o me harás enchastrarte la cara de delineador —dice mientras mantengo mis ojos cerrados y siento el frío de la pintura en mis párpados—. Listo —anuncia, tras lo que me parecieron miles de minutos.
Observo mi reflejo y me siento muy bien con mi imagen. Me siento... linda. Sonrío y me suelto el cabello para dejarlo caer hasta mi espalda media.
—Gracias —murmuro, acomodándome el cabello.
Aria me dedica una sonrisa engreída y toma su móvil cuando suena, indicando una llamada entrante.
—En unos minutos ya están acá —informa Jess, notablemente nerviosa. Juguetea con sus manos todo el tiempo—. No sé que le diré, Raven. ¿Qué debo decirle?
—Mhm... ¿hola? Tal vez —contesto, poniéndome la chaqueta.
—Eres toda una genio, juro que no se me había ocurrido decirle "hola" —responde, volcando los ojos.
Estoy por responder cuando suena el claxon de un vehículo justo afuera de casa.
—¡Oh por dios es él! ¿Qué hago? —exclama Jessica, caminando de un lado a otro en la habitación.
—En primer lugar, no comportarte como una idiota. —Aria está con su habitual cara de pocos amigos, esperándonos en la puerta de mi pieza—. ¿Nos vamos?
—No me estoy comportando como una idiota. —Se queja Jess y luego me mira a mí—. ¿A que no, Ri?
—No, Jess. No te comportas como idiota. Ahora vámonos, por favor. Antes de que me arrepienta de esto.
Tomo mi celular y dinero que sobró de lo que me dio ayer papá, y sigo a Aria por el pasillo. Jess camina detrás de mí.
Mis padres se fueron a cenar afuera, creo que a un restaurante que inauguraron cerca de la playa, a una hora de aquí.
Una vez subimos al auto de Rhett, saludamos a Rodrigo que, al igual que Aria y yo, va en los asientos traseros del vehículo.
Rhett y Jess están en los asientos de adelante, mirándose como idiotas, hasta que deciden saludarse con un beso en la mejilla y el segundo de los Ricci al fin arranca el auto.
No es la camioneta monstruosa que maneja Rave siempre y con la que los lleva a ellos. Este es un convertible rojo. Eso me deja descolocada.
¿Cuánto dinero tiene esta familia?
El club nocturno al que nos dirigimos está a cuarenta minutos de mi casa.
Llevamos veinte de recorrido cuando una camioneta negra nos rebasa a una velocidad peligrosa. Nos pasó tan cerca que no tengo dudas de que un milímetro más, podría habernos chocado.
Rhett hace una mueca mientras la ve alejarse a toda velocidad por la ruta que nosotros debemos seguir.
—Y allá va el idiota —murmura Rodrigo a mi lado y yo lo miro escrutadora.
—¿Esa no es la camioneta de tu hermano? —pregunta Jess casi leyéndome los pensamientos.
—¿Eh? Emm... no sé. —Rhett se rasca la nuca.
—Rhett —digo lentamente su nombre—. ¿No me has dicho que tu hermano no iba a estar en el club?
—Sí, él me dijo que no iba a estar. —Me echa una mirada fugaz por el espejo retrovisor y yo me llevo las manos a la cara, frustrada.
—Para el auto —pido.
—¿Qué?
—Que pares el auto, me voy a tomar un taxi de regreso a mi casa —repito.
—Raven, perdóname, te aseguro que yo estaba más que seguro de que no íbamos a cruzárnoslo. —Rhett me mira por el espejo retrovisor nuevamente. Su cara no destila más que disculpas—. No tienes que volver, en serio. El club es muy grande, las posibilidades de cruzárnoslo son mínimas.