Los Ricci

16. Encajar

POV RAVEN

Cuando mi madre me deja en la puerta de la casa de Jess aporreo esta con suavidad.

Su madre es la que me atiende. Jess debe estar en cama.

—Hola, señora Taylor. —La saludo con una leve sonrisa.

—Hola, dulzura. Jessy te está esperando en su alcoba, pasa. Yo les llevo galletas bien las saque del horno. Pero ve, ¡ve! —suelto una risita cuando por poco me mete de prepo a su casa.

La madre de Jess es como una segunda mamá para mí.

Desde el kinder cuando conocí a Jess con su colita rubia en lo alto de su cabeza, su madre me ha recibido como si fuera otra de sus hijas.

Mi mejor amiga tiene solo una hermana pero esta vive en Massachusetts, estudia diseño en una Universidad de allí.

Sé que la extraña aunque no la nombre mucho. Eso me apena, yo no sé que haría si Aria se fuera de mi lado y no pudiera verla por años.

Sacudo la cabeza ante ese pensamiento.

Eso no va a pasar, a pesar de su carácter yo sé que ella nunca se alejaría ni de mí, ni de mis padres.

La casa de Jess consta de una sola planta así que no hay necesidad de subir escaleras. Camino por el largo pasillo color verde manzana que conecta el comedor con su habitación.

Oígo la televisión a todo volumen incluso antes de llegar a la puerta de su pieza. Un extraño dato sobre Jess es que, a pesar de nunca haber tenido problemas auditivos o algo por el estilo, tiene la mala costumbre de escuchar todo a un ridículo volumen alto.

Entro sin tocar y sonrío cuando la veo recostada en su cama con una caja de pañuelos descartables a su lado y una caja de chocolate al otro lado.

—Al fín llegaste, pensé que no vendrías —dice, sorbiendo los mocos que amenazan con salir de su pequeña nariz.

—Hola —saludo y me acerco hasta su cama para tenderme a su lado—. ¿Por qué no vendría?

—No lo sé, quedaste en enviarme un mensaje al terminar la jornada del Instituto y al final no lo enviaste —contesta con la vista fija en la película que transcurre en el plasma colgado en la pared frente a su cama.

—Ah sí, se me ha pasado —respondo algo nerviosa por recordar que se me ha pasado por quedarme hablando con Rave a la salida del Instituto.

Cuando levanto la vista de mis dedos en mi regazo Jess está mirándome con una ceja enarcada.

—¿Y? —insta, pero me hago la tonta—. Raven, te conozco, a ti nunca se te olvida nada, ¿qué ha pasado a la salida?

Yo despego mis ojos de su mirada azulada y los vuelvo a fijar en mi regazo.

—Nada, solo me he topado con Rave... Nada importante —murmuro.

—¿Nada importante? —Sube y baja sus cejas juguetonamente.

—Solo me ha preguntado por mis clases.

—¿Por qué será que pienso que hay algo más? —cuestiona con una ceja enarcada.

—Piensas mal entonces —digo mientras agarro un trozo de chocolate de la caja.

—Bueno, ¿y de qué más hablaron? —insiste.

—Solo me dijo que podía arreglar mi moto cuando lo necesite —contesto, viendo como los protagonistas de la película frente a mis ojos corren por sus vidas.

—¡Genial! Es una excusa para verse. Mañana mismo rompo tu moto —sonríe angelicalmente y yo suelto una pequeña carcajada.

—¡Serás tonta! Él solo está siendo amable —sentencio todavía riendo.

—Uy sí, tan amable como lo fue meter su lengua en tu boca. Tan amable como lo que te hizo aquella vez en el club. ¡Maravilloso! Rave se merece el premio a la persona más amable del año —expresa y yo me pongo roja de vergüenza.

—Ya cállate. Solo fue un beso.

—Y te ha dicho que le gustabas.

—Solo fue porque yo se lo dije primero. —Trato de convencerme a mí misma para no hacerme ilusiones.

—Lo que digas —bufa mientras entorna los ojos—. ¿No te ha dicho que vendrán en la noche a ver unas películas junto con Rhett?

Casi me disloco el cuello de tan brusco que lo giré.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿No iba a ser una pijamada entre nosotras? —pregunto algo indignada.

—¿Qué tiene de malo? No se quedarán a dormir, mamá no me dejaría. —Hace un puchero—. Solo van a ser unas películas y alguna que otra soda que compartir.

Yo la miro fijo por unos segundos sin poder creerme que haya incluido a su novio en nuestras pijamadas. Aunque la idea de ver a Rave no me desagrada en absoluto, no puedo evitar sentirme traicionada.

No respondo y sigo viendo la película a medio empezar luego de que la señora Taylor traiga las galletas de chocolate que ha preparado.

De repente siento unos delgados brazos aferrarse a mis hombros por detrás.

—Ri, ¿estás enojada conmigo? —cuestiona Jess en el tono que siempre usa para que la perdone luego de mandarse de las suyas.

—No —miento.

—¡Vamos! No puedes enojarte por eso. Lo hice por las dos, yo sé que te gusta Rave, es una oportunidad para conocerse. —Hace un puchero y yo la miro fijo.

Está bien, tiene un punto. Y le creo el hecho de que lo haya hecho por mí también, ella es esa clase de amiga.

—¿A qué hora vienen?

Ella toma su celular y fija la hora.

—En una hora exactamente —sonríe como niña pequeña.

—Está bien —musito.

Jess pausa la película cuando oímos como su madre abre la puerta de la casa y recibe a quien ya sabemos. El corazón empieza a latirme rápido por la anticipación.

Vamos, no seas idiota Raven, ya lo has visto muchas veces. No puedes ponerte así.

Me reprimo en mi fuero interior.

Escucho los pasos fuertes de los dos hermanos Ricci acercarse y entro en pánico.

—Déja taparme —susurro desesperada hacia Jessica.

—¿Qué? No. ¿Por qué?

—Que me dejes taparme mierda —siseo con el corazón golpeándome las costillas.

Ella niega con la cabeza.

Yo le arranco la sábana y me tapo la parte baja de mi anatomía. Ella me mira mal y tira de la sábana hacia su lado.

Yo vuelvo a tirar de la misma pero paro de forcejear cuando oímos la voz de la madre de Jess en la puerta.

—Jessy, cariño, tus dos amigos ya están aquí, ¿se puede entrar? —pregunta la señora.




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