Los Ricci

19. Merecedor

POV RAVEN

Han pasado cuatro días desde que ingresaron a Ryan. Todavía sigue inconsciente.

Con cada segundo que pasa mi desasosiego crece. Siento que hay algo que los médicos no nos están diciendo.

¿Siquiera eso es legal?

Cuatro días desde que ando más sensible, más estresada de lo normal. No duermo ni como bien. El nudo de ansiedad debido al miedo de que Ryan nunca vuelva a despertar a causa del grave golpe en su cabeza, me carcome no solo el cerebro, sino también el corazón.

Mi madre habló con los directivos de mi colegio para que me dieran unos días de descanso debido a esta tragedia pero obviamente ni siquiera lo contemplaron, se negaron.

Así que sigo asistiendo todos los días a mi jornada escolar y luego de que termina vengo a la sala de espera hasta la medianoche que mis padres me buscan.

Prefiero no manejar mi moto en este estado.

Los chicos dentro de lo que pueden, vienen todos los días. A veces Mack no puede porque debe cuidar a su madre pero fuera de eso todos están aquí apoyando a la familia de Ryan.

He fantaseado con el momento en que me digan que ya ha despertado. Que puedo verlo. Que puedo hablarle. Que puedo pedirle perdón. Durante todos y cada uno de estos agonizantes días.

Me levanto del incómodo asiento de la sala de espera y guardo mi libro en la mochila para dirigirme a la cafetería del lugar. Aguardo parada junto al mostrador luego de pedir un Starbucks cargado.

Después de que me lo entregan vuelvo a paso perezoso a la sala de internación.

Saco el espejo del bolsillo exterior de mi mochila y veo mi estado lamentable.

Unos círculos oscurecidos varios tonos del de mi piel normal adornan mis ojos cansados. Mi piel se ve más pálida de lo normal y la siento seca al tacto.

Al parecer mi estado de ánimo también me arruina el rostro. O tal vez mi rostro siempre fue así y no lo noté.

Guardo el artefacto en su lugar y doy unos sorbos al café, volviendo a abrir el libro en donde dejé la página marcada.

Estoy concentrada en mi lectura gracias al silencio que perdura hace unas cuantas horas aquí, cuando el ruido de la puerta de la sala de internación siendo abierta llama mi atención.

Segundos después escucho varios pasos acercarse. Dirijo mi vista cautelosa hacia donde proviene el sonido cuando mis ojos captan tres figuras esbeltas.

Rodrigo, Rhett y... Rave.

Aplano los labios con disgusto al ver al tercero caminar con paso seguro como si fuera el dueño del mundo.

Paso mi vista fugazmente por Rodrigo que extrañamente tiene una expresión dura en el rostro, y me detengo en Rhett que me sonríe amigablemente. Le devuelvo el gesto.

Cuando llegan hasta donde me encuentro intento ignorar la presencia de Rave. Pero claro que es imposible.

Rhett sin mediar palabra me saluda con un beso en la mejilla. Rodrigo se acerca con el semblante serio y también me saluda de la misma forma.

En cambio Rave, se queda parado a unos cuantos pasos de mí. Su rostro no imprime ninguna emoción y eso solo logra ponerme más nerviosa e irritada.

No quiero que esté aquí. No en este momento de mi vida.

—¿Cómo estás? —pregunta en tono neutral Rave.

Todavía sigue parado a unos cuantos pasos de mí y no hace el amago de saludarme igual que sus hermanos.

Tardo unos segundos en decidir si contestarle o ignorarlo.

Pero —para mi suerte o mi desgracia—, ser respetuosa es una cualidad de la que estoy orgullosa; y que no estoy dispuesta a perder por un idiota.

—Bien —digo con los ojos fijos en los de él—. ¿Y ustedes? —Miro por un breve segundo a los dos hermanos restantes.

Rhett toma asiento a mi lado. Rave no contesta y toma asiento en las sillas frente a mí junto al menor de los Ricci.

—Estamos bien. ¿Pero tú como estás con todo esto? ¿Cómo está Ryan? —cuestiona Rhett sonando sincero.

Una de sus manos viaja a mi hombro y capto justo el instante fugaz en que Rave posa sus ojos ahí.

¿Qué carajos?

—Yo estoy bien —contesto no tan segura—. Digo..., sí bien, estoy bien —balbuceo más para mí misma que para Rhett.

—Y Ryan... —Miro a Rave que me mira atento. Por alguna razón no me siento cómoda hablando del estado de Ryan frente a él—. Ryan no ha despertado todavía.

Agacho la cabeza.

Rhett aprieta levemente mi hombro.

—Ya verás que en unos días despertará. Tranquila. —Me asegura.

No sé si tiene razón o no, pero la paz y seguridad en su voz, más la serenidad con que lo dice, me provoca pensar que todo estará bien.

—Sí, eso espero —murmuro.

—Mira, he traído pastelitos de mi madre. Mandó a decir que lamenta mucho lo de tu amigo y que disculpes que no tenga tiempo de venir hasta aquí —dice Rhett casi emocionado y me entrega un tupper cuadrado.

Yo le doy una sonrisa débil.

—Oh, gracias. Es —Abro la tapa del recipiente y un olor a canela y chocolate me golpea las fosas nasales. No me gusta la canela pero aún así—. Huelen bien. Deben saber todavía mejor.

Le doy la mejor de mis sonrisas porque en verdad es un lindo detalle.

—Espero te gus...

—¿Y qué fue lo que le pasó? —Rave interrumpe a su hermano y yo aparto mi vista de Rhett para mirar al mayor de los Ricci.

Sus endemoniados ojos verdes me escrutan bajo esas pestañas negridas y abundantes. Su nariz está levemente arrugada dándole un aspecto casi aniñado si no fuera por sus duras facciones.

Trago grueso y desvío la mirada porque su presencia está haciendo estragos en mi interior que ya no puedo dejar al margen ni ignorar.

—Un accidente de autos —digo con simpleza.

—¿Contra qué chocó? —pregunta si un ápice de empatía.

Yo lo miro con el ceño fruncido.

—Rave, no es momento para preguntar esas cosas. —Le dice Rhett.

Rave le da una mirada helada indicándole que se calle y vuelve a fijar sus ojos en mí.

—Contra otro auto —expreso con la mandíbula tensa.




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