POV RAVEN
—Señorita Fox, le doy dos semanas más para que entregue la entrevista que le pedí que hagan como trabajo para cerrar el trimestre. Estoy siendo comprensivo solamente por lo que le pasó a ese chico... —El profesor de periodismo hace una pausa intentando recordar el nombre de Rian—. Regan.
—Ryan. —Le corrijo.
—Claro, bueno, Ryan. ¿Está mejor?
—No ha despertado aún. Sigue en terapia intensiva —digo con amargura.
—Oh, lo lamento, Señorita Fox... —responde sincero.
—Sí, yo también lo lamento —musito tomando mi mochila para salir del salón de clases—. Adiós, profesor. Pronto tendrá la entrevista.
Él solo asiente acomodando sus gafas de pasta. Yo salgo del salón y veo a Jess esperándome en la puerta de este.
—¿Nos llevará tu madre? —Hoy mi madre no puede buscarnos para llevarnos al hospital así que le pedí a Jess si su madre nos podría llevar.
—Sí, Ri. Nos está esperando en el estacionamiento —contesta con una sonrisa débil.
—Ok.
Nos encaminamos en silencio hacia el aparcamiento del Instituto. Estos días no hemos charlado mucho. Las dos estamos tensas por lo que puedan decirnos los médicos sobre Ryan. No hay ánimos para hablar.
Salimos afuera y vemos a lo lejos el pequeño auto de la madre de Jessica.
Jess sigue caminando y yo husmeo con la mirada el estacionamiento, buscándolo entre el gentío sin poder evitarlo.
Eres patética, Raven.
Detengo el hilo de mis pensamientos cuando lo encuentro.
Está fumando a unos cuantos metros de donde me encuentro. Lleva su usual chaqueta de cuero y está recargado sobre su camioneta. Habla con unos chicos del equipo de fútbol americano sin percatarse de que mi vista está puesta en él. Los chicos le hablan animadamente mientras Rave mantiene una expresión aburrida en el rostro.
Aparto rápidamente la mirada cuando veo a Nastia acercarse hasta Rave y abrazarlo sin preámbulos.
Siento como un saco de piedras es echado directo a mi estómago.
Están... ¿Juntos?
Doy un último vistazo hacia su dirección antes de subir al auto encontrándome con que Rave me está mirando atentamente. Mis ojos se quedan pegados a los de él por unos segundos antes de que Nastia lo tome de la mejilla y le plante un beso en los labios.
Siento los celos abriéndose paso en mi pecho al ver al chico que me gusta ser besado por otra.
¿Qué diablos, Raven?
Tú no eres así.
Tampoco es culpa de Nastia que Rave sea un estúpido.
Espabilo y me pongo los auriculares cuando el auto de la señora Taylor sale a la carretera. Reproduzco Shawn Mendes a todo volumen y me hundo todavía más en mi miseria.
Mi situación actual es una mierda.
Espero que al menos Ryan esté bien.
Llegamos al hospital treinta minutos después y nos despedimos de la madre de Jess para adentrarnos al lugar.
Cuando cruzamos las puertas de vidrio de la sala de internación veo a Sabrina y a Mackenzi sentadas en las sillas del lugar. Justo frente a ellas, los padres de Ryan.
Los señores McCartney tienen el semblante decaído y no me imagino el dolor que deben estar sintiendo como padres. No tengo dudas de que es mi dolor multiplicado por mil.
Me acerco hasta la señora McCartney y le doy un abrazo luego de saludarla. El padre de Ryan solo me da un asentimiento como saludo.
Luego de eso me cruzo hasta donde están las chicas y las saludo con un beso en la mejilla.
—¿No tienen noticias? —pregunto.
—No —responde Sabrina con la cabeza gacha.
—Todo saldrá bien, ya verán. Solo necesita unos días para recuperarse. —Trata de animarnos Mack.
Jess me abraza y yo apoyo la cabeza en su hombro.
Cada día que pasa la veracidad de las palabras de Mackenzi se esfuma en el aire como humo.
Hoy estamos solo nosotras cuatro porque Noah y Julianne tenían asuntos pendientes luego del Instituto.
—¿Quieren merendar algo? —Sabrina pregunta.
Sinceramente no tengo muchas ganas de comer, pero me daría pena rechazarle la propuesta, por lo que solo asiento con una sonrisa.
Las cuatro nos paramos de nuestros asientos dirigiéndonos a la cafetería del hospital.
Cuando llegamos Mack se ofrece a hacer los pedidos de todas mientras nosotras buscamos una mesa.
Encontramos una a dos mesas de donde me senté hace dos días con los hermanos Ricci y nos ubicamos.
Minutos después Mack viene y toma asiento al lado de Sabrina. Jess teclea en su celular sin parar y yo tengo mis manos unidas por sobre la mesa de la cafetería. Un tanto incómoda por no saber de qué tema hablar. Nunca fui buena sacando temas de conversación.
—¿Y qué tal todo con el italiano? —Despego la mirada de la ventana que da al jardín del hospital y observo un momento a Sabrina.
¿Lo está preguntando en serio?
Su mirada atenta y su pequeña sonrisa incitándome a que hable me dice que sí, lo está preguntando en serio.
Trago grueso.
—¿Te refieres a Rave? —cuestiono confusa.
—Mhm sí. Si no mal recuerdo ese es el nombre del mayor de los hermanos Ricci —contesta algo pensativa.
—Yo no tengo nada con Rave. No hay nada que contar sobre él —aseguro porque actualmente es verdad, solo es el hermano de uno de mis amigos.
Y el chico que me gusta. Pero me ahorro ese comentario.
—¿Ustedes... No están saliendo? —inquiere esta vez Mack extrañada.
—No —respondo, frunciendo el ceño confundida—. Yo... Yo nunca he salido con Rave.
Una punzada a mi estómago me recuerda que me hubiese encantado tener algo más que un simple beso con él.
—Todo el Instituto cree que ustedes están juntos... O al menos creían —expresa Sabrina pero se detiene en seco cuando parece recordar algo—. Este último mes lo vi en los pasillos con Nastia. ¡Qué tonta soy! Lo he olvidado, ¿Pero entonces ustedes dos nunca tuvieron nada?
Con Jess nos miramos.
Ella sabe que estoy dudando en sí contarle lo del beso. Lo de los besos.