Los Ricci

22. Perdóname

POV RAVEN
 


 

Me trepo en la camioneta de mi madre cuando esta aparca en el estacionamiento del Instituto minutos después del incidente con Nastia. 
 


 

Por suerte Rave se la llevó lejos y luego de eso no vi más a ninguno de los dos. 
 


 

Permanezco en los asientos traseros con el semblante serio y el cuerpo tenso por la impotencia. Jess todavía sigue quitándome los restos de pasto de mi ropa y cabello. 
 


 

Me da tanta, tanta rabia. Es injusto que chicas como Nastia y las de la vez pasada que rompieron mis auriculares, me ataquen por culpa de un chico.
 


 

¿No se dan cuenta que el único que sale ganando en todo esto es él?
 


 

¿No notan que Rave está jugando con todas nosotras? 
 


 

Pero desde hoy, ya no más. Rave Ricci no volverá a jugar conmigo. 
 


 

Y aunque lo dudo mucho, si llega a hacer una aparición en el hospital hoy, como hace dos días atrás, le diré todas sus verdades. Y le diré que no vuelva a acercarse a mí nunca más. 
 


 

Porque no quiero ser relacionada con una persona tan hipócrita como él. No quiero seguir ganándome enemigos por culpa de Rave Ricci.
 


 

Simplemente no lo vale.
 


 

Me despido de mi madre luego de que me dé dinero para comprarme algo de comer en la cafetería de aquí, y bajo del vehículo junto a Jess.
 


 

En el corto tramo que hay del estacionamiento del hospital a la puerta de este ninguna de las dos habla. Jess nota en mi cara que no estoy de humor para eso.
 


 

Pasamos las puertas de la sala de espera en la zona de terapia intensiva y vemos a todos los demás de nuestro grupo oyendo atentamente a una enfermera. 
 


 

Me apresuro hasta llegar hasta allí. Es la misma enfermera que siempre me habla de malas maneras. 
 


 

—Ya les dije que el doctor está controlando el estado del paciente. No puede verlos ahora. —Pareciera que los chicos le están reclamando.
 


 

—Bueno, bien se desocupe dígale que lo estaremos esperando aquí para que nos dé una explicación de por qué ha pasado prácticamente un mes y nuestro amigo no despierta —espeta Julianne enojada.
 


 

Sabrina sostiene el puente de su nariz casi como si estuviera sacando paciencia de donde no la tiene.
 


 

—El doctor no está autorizado a darles esa información sin los padres del paciente presen...
 


 

—¡Me importa un carajo! Nosotros también somos cercanos a él —brama todavía más enojada Julianne.
 


 

—Julianne, cálmate, ella solo es la enfermera. No tiene la culpa de las reglas del hospital. —Jess interfiere tomándola del codo pero Julianne se suelta toscamente. 
 


 

¿Dónde están Mack y Noah? 
 


 

Sabrina sigue sin decir una palabra hasta segundos después.
 


 

—Mire, señora... Mich —Sabrina lee el pequeño cartel con el nombre de la enfermera que cuelga en la parte superior de su uniforme—... Los padres de mi amigo no van a poder venir hoy por asuntos de la obra social y el seguro del padre de Ryan. Y bueno, muchos otros asuntos legales. 
 


 

Explica mientras la enfermera la observa con la mirada cansada.
 


 

—Así que, por favor... Cuando el médico de turno se desocupe, dígale que venga porque necesitamos hacerles unas cuantas preguntas sobre el estado de Ryan, ¿ok? —pide con una calma impropia en ella.
 


 

La enfermera se le queda mirando sin responder.
 


 

—¿Ok? —presiona con el semblante tenso.
 


 

—Está bien —acepta—. Pero tienen que ser mayores de edad.
 


 

—¡Nosotros somos mayores de edad! —Vuelve a vociferar Julianne que ahora se encuentra a un lado de Jess.
 


 

—Hey, cálmate... —Vuelve a pedir esta última.
 


 

—Ok. El médico vendrá a informarles todo una vez esté desocupado —reafirma la enfermera.
 


 

—Gracias —digo. 
 


 

Ni siquiera me responde y se voltea para luego irse.
 


 

—¿Quién quiere café? —canturrea Noah a nuestras espaldas. 
 


 

Me volteo y a su lado de encuentra Mack sosteniendo dos cafés. Noah sostiene una bandeja con cuatro más.
 


 

Tomo uno y les agradezco con una sonrisa.
 


 

—¿Cómo es que comenzó la discusión con la enfermera? —cuestiono una vez estamos todos más tranquilos.
 


 

—Le preguntamos sobre el estado de Ryan y nos respondió mal. ¡No sé quién diablos se cree que es! O sea si no le gusta hacer su trabajo pues que renuncie. —Al parecer hoy Julianne no se levantó con el pie correcto.
 


 

Solo asiento porque si respondo va a seguir haciendo escándalo. 
 


 

Y ya muchas personas nos están mirando con mala cara.
 


 

Fijo la hora en mi celular y veo que son las seis treinta de la tarde. También veo una notificación de Instagram que prefiero no abrir. 
 


 

Ya veo que Nastia encontró mi usuario y sigue insultándome por allí.
 


 

Las horas se pasan relativamente rápido con las charlas entre amigos. Vuelvo a sentirme cómoda y en confianza con ellos. Eso me gusta y me reconforta un poco en medio de todo el lío de emociones que soy este último mes. 
 


 

La incertidumbre y el miedo carcomen todos y cada uno de mis días. Hasta el punto de quitarme el sueño varias noches. 
 


 

Son las nueve de la noche cuando Noah y Julianne salen fuera del hospital para fumar. 
 




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