Los Ricci

26. Los chicos como tú

POV RAVEN

Rave arranca la camioneta y se adentra a la carretera que lleva a mi casa.

Yo sigo enfurruñada en mi asiento mientras miro por la ventana.

—¿Quieres que prenda la radio? —pregunta con tono suave y ronco.

No respondo.

—Sí, Rave. De paso quería agradecerte por salvarme de un potencial violador... —ironiza fingiendo mi voz.

Yo vuelco los ojos sin poder evitarlo.

—Yo no hablo así. —Me quejo.

—... También por llevarme hasta mi casa y asegurarte de que nada malo me ocurra... —sigue.

—¿Puedes callarte? Eres un pesado —espeto mientras contengo una sonrisa por su mala imitación de la voz de una chica.

—¿Así te criaron tus papis? ¿Mandona y desagradecida? —Se mofa.

—Oh, ya cállate. —Esta vez no impido que mis comisuras se eleven.

De pronto una gran idea me surca la mente y me olvido por completo del enfado con Rave.

—¿Quieres ayudarme con una tarea del colegio? —pregunto sin más.

—¿Qué?

—Que si quieres...

—Sí eso entendí, lo que no es,  ¿por qué necesitarías mi ayuda? Eres toda una nerd. —Ladea una sonrisa burlona y yo enarco una ceja.

—Yo no soy nerd.

—Sí que lo eres.

—Ya. ¿Vas a ayudarme o no? —bufo.

—Depende.

—¿Depende?

—¿Qué gano con ayudarte?

—¿Siempre eres así de interesado? —cuestiono.

—Solo cuando me conviene. —Me sonríe como nene que no ha roto un plato y yo sonrío divertida.

—¿Y bien...? —insta.

—Mmmm... No hay nada que yo pueda darte que te sirva —realizo, dubitativa.

Él suelta una risa jocosa y niega con la cabeza.

—¿Qué es tan gracioso?

—Tú sí que estás mal, niña... —dice en un susurro que llego a oír.

—Bueno, ¿y qué quieres de mí entonces? —Él se relame los labios y hago un esfuerzo por no mirarlos.

—Estoy teniendo un dejá vú en este mismo instante —musita.

—No sé de qué hablas.

Sí sé de qué habla.

《—¿Qué quieres de mí, Rave? 

—Todo, Raven. 》

—¿Segura? —Ahora me está mirando divertido.

—¿Podemos ir al grano? Es un trabajo que debí entregar hace como un mes. No tengo tiempo para juegos —contesto volviendo la vista al frente.

—Ok. Bueno, ¿en qué puedo ayudarte? —Se pone serio casi al momento.

—¿No querías algo a cambio?

—¿En qué puedo ayudarte? —repite, en tono neutral.

—Sólo necesito que respondas algunas preguntas sobre tu vida personal. —Veo el momento justo cuando sus hombros se tensan al igual que sus manos sobre el volante.

Bajo mi vista a su manzana de Adán cuando traga saliva.

—Bien —acepta con la voz fría y tal cosa me extraña, pero intento no darle importancia a eso ahora.

Necesito terminar esta entrevista o el profesor de periodismo me matará.

—Está bien, espérame... —murmuro mientras busco mi teléfono en el bolsillo de mi chaqueta y bien lo tengo entre mis manos lo desbloqueo y abro la app "block de notas" para escribir rápidamente las preguntas que tenía preparadas para la entrevista.

—¿Son muchas preguntas? —cuestiona Rave dudoso.

—No tantas. ¿Por qué? —Lo miro confundida.

Él hace una mueca con sus labios y sacude la cabeza quitándole importancia.

—Por nada.

—Bueno, ¿listo?

—Nací listo, cariño. —Me guiña un ojo juguetón.

Yo vuelco los ojos y sonrío divertida mientras él vuelve su atención a la carretera.

—Bueno, ¿tienes alguna enfermedad crónica?

—¿Qué?

—Que si tienes...

—No eso. Sino, ¿por qué una pregunta tan extraña?

—¿Qué tiene? Mis preguntas no son extrañas. —Me defiendo.

—Como digas. No, no tengo ninguna enfermedad —asegura y yo tecleo su respuesta en la app de notas.

—Bien, la segunda. ¿Cuál es tu nombre completo?

—¿Eso no tendrías que haberlo preguntado al principio?

—¿Vas a responder o a cuestionar todas mis preguntas? —Le enarco una ceja ofendida.

Él sigue con los ojos fijos en la carretera pero veo como sonríe burlón.

—Ya. Raven Ignacio Ricci —contesta visiblemente incómodo.

—¿En serio? —Una pequeña risita se me escapa.

—Sí, en serio. Y ya deja de reírte, Ri. —Se mofa del apodo que Jess utiliza conmigo.

—Está bien, Nacho. —Me burlo en respuesta.

Desde aquí noto que entorna los ojos.

—Siguiente pregunta —taja.

—¿Qué pasatiempos tenías de niño? ¿En qué campos destacas? —Me pareció una pregunta bastante tonta ya que no siempre los niños deben destacar en algo en específico para sentirse especiales.

Pero fue una de las preguntas obligatorias que el profesor dictaminó.

—Mmm... Mis padres me apuntaron de pequeño a clases de piano y natación. También hablo inglés y español, ah y bueno, italiano, que es mi lengua natal.

—Eres trilingüe —deduzco y anoto cada detalle en mi celular.

—¿Y eres buen nadador? —No puedo evitar preguntar.

A mí me aterra el agua, no me imagino metiéndome en ella cada semana desde niña.

—Lo soy —dice con socarronería.

—Así que, ¿ahora estoy en presencia de aquaman? —inquiero divertida.

Después de todo veo que no me equivocaba al decir que su musculatura es como la de un nadador.

—¿Quién es aquaman?

—¿No sabes quién es aquaman?

—¿Crees que lo estaría preguntando si así fuera? —Me mira como si fuera la persona más estúpida del planeta.

—No es nadie, ya está. ¿Y el piano se te da bien? —Vuelvo al tema principal.

—Ajám. —Si no es por la curva que acaba de tomar ya hubiera olvidado que vamos en su camioneta camino a mi casa.

Otra vez vuelve a pasarme lo mismo, quedar tan absorta mientras hablo con Rave que el mundo a mi alrededor pareciera detenerse durante esos minutos.

Espabilo y vuelvo al aquí y ahora.

—No-no te creo que toques el piano. —Trato de recomponerme y mi voz me traiciona en el proceso.

—¿Ah no? ¿Y por qué dudas de mis dotes artísticos? —Rave me enarca una ceja y agradezco profundamente que haya pasado por alto mi leve tartamudeo.




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