Los Ricci

31. Cumpleañero lisiado

POV RAVEN

—Muy bien, ¿este? ¿O este? —Apoyo sobre mi pecho el vestido verde y luego el celeste.

—Ninguno. —Mi hermana hace una mueca de desagrado al observar mis dos opciones para esta noche.

Me dejo caer en el colchón de Aria, rendida.

—¿Y entonces qué quieres que me ponga? ¿Una bolsa de basura?

—Te aseguro que una bolsa de basura es mucho mejor que cualquiera de esos vestidos. —Le frunzo el ceño, ofendida—. Ya, deja que busco algo en mi armario para ti.

—¿Cuál será el color favorito de Rave? —La pregunta sale sin que pueda siquiera procesarla bien.

Aria suelta un bufido burlón.

—¿Y eso a ti que más te da? No debes vestirte para nadie. Si quieres ponerte esos vestidos con colores que le suben el azúcar a cualquiera, hazlo.

—¿Entonces por qué dices que mis vestidos son horribles? —Enarco una ceja.

—Porqué lo son. —Una sonrisa burlona se extiende por su rostro y yo le lanzo una almohada, riendo—. Bueno, te daré dos vestidos y tú ves cuál te gusta más. Y sino te gustan, ponte esos horrendos que acabas de enseñarme, ¿ok?

Intento hacerme la ofendida, pero no lo logro.

Le saco la lengua mientras tomo los vestidos que me tiende y salgo de su habitación para dirigirme a la mía.

Hoy es el cumpleaños de Rian. Y esta noche haremos una pequeña juntada en su casa para celebrar sus diecinueve años.

Dos semanas luego del incidente con los guardias de seguridad, le dieron el alta. Aunque debe seguir yendo a rehabilitación cuatro veces a la semana, para recuperar la movilidad de sus piernas. Por el momento, una enfermera viene a verlo todos los días y controla sus signos vitales, como también que tome su medicación.

El dinero que Rhett donó alcanzó para cubrir hasta los gastos de los medicamentos y obviamente, también la enfermera particular.

Esta última es una chica pelirroja muy bonita y muy amable, que aunque Rian no quiera confesarlo, entre ellos ha habido una química indiscutible desde el primer día que ella entró por la puerta de su casa. Con sus pasos torpes y sus balbuceos casi incomprensibles, pidiendo disculpas por haber votado al suelo las plantas de la cocina, todo mi grupo de amigos presenció el momento en que ella vio a Rian —y cuando Rian, la vio a ella—.

Así que por fín, creo que todo está encajando en su lugar, por fín puedo dormir tranquila sin preocuparme de nada más que de mis notas.

Me observo en el espejo de mi habitación con detenimiento, el vestido negro que Aria me ha prestado como una tercera opción me queda justo a la medida de mi cuerpo. Resalta mis pechos y mi trasero.

¿Será que a Rave le gustará?

Sacudo la cabeza ante ese pensamiento tonto.

La pregunta que tendría que estar haciéndome es: ¿A mí me gusta como me queda?

Me quito el vestido y lo lanzo lejos para enfundarme en el vestido que elegí yo. El celeste, mi color preferido.

Este es de finos tirantes y escote en V. Cintura ceñida y espalda descubierta. 
El largo de la falda llega hasta unos dedos más arriba de la rodilla y esta es amplia y cae ligera por sobre mis muslos.

Elijo los zapatos con los cuales lo voy a combinar y los dejo preparados en mi armario, justo cuando tocan el timbre de casa. Voy trotando felizmente hasta esta y la abro pensando que es Jess, ya que ella quedó en venir en la tarde para irnos juntas al cumpleaños. Y... no, es Rodrigo.

Ciao, bella signora. —Toma mi mano sin mi permiso y besa mis nudillos tal cual la primera vez que nos conocimos.

—¿Por qué eres tan raro? —La pregunta deja mi boca y me arrepiento al instante porqué ha sido muy directa.

Pero me tranquilizo cuando Rodrigo ladea una sonrisa. Y solo ese gesto me recuerda a Rave, y también se la he visto a Rhett. Al parecer es algo de familia.

—En Italia así se saluda a las damas. Es una forma de mostrarles respeto —explica, ahora serio, y yo me pongo roja de la vergüenza.

—Lo lamento... Yo no sabía que era una costumbre de tu país —murmuro apenada, mientras me hago a un lado para dejarlo entrar a casa.

Gracias a Dios mis padres están todavía en sus trabajos.

—Tranquila, no tenías manera de saberlo. —Sin dudas Rodrigo serio es demasiado sexi.

No acabas de pensar eso, Raven.

Dime, que no acabas de pensar eso.

Fijo mi vista en el cuadro de la pared, avergonzada.

—¿Aria está en su habitación? —Su voz me saca de mis cavilaciones.

—Sí, ahí está. —Le doy una sonrisa de labios cerrados.

—Bien. Con permiso. —Y luego desaparece por la segunda planta.

De pronto tengo sed, así que me dirijo a la cocina a buscar un refresco. Pero ni bien abro el refrigerador el timbre vuelve a sonar.

Vuelvo a ir hasta la puerta de entrada y esta vez cuando abro, me encuentro con una mata rubia y sedosa de cabello, y unos ojos azul oscuro mirándome con calidez.

—Creo que tú y yo tenemos unas cuantas charlas pendientes. —Mi mejor amiga me sonríe cómplice.

Y no se equivoca, hace mucho que no tenemos tiempo solo para nosotras. Me abro paso y ella entra a mi casa. Le doy un abrazo ni bien llega hasta mí y luego vamos a la cocina a buscar algo de beber.

Estamos subiendo las escaleras entre risas por un comentario que hizo Jess, cuando un sonido extraño proveniente de la habitación de Aria nos hace callar al instante. Llevo mi dedo índice a mis labios para indicarle a mi mejor amiga que no haga ruido y cuando volvemos a oír ese ruido —que ahora puedo ubicarlo más como un quejido—, nos apresuramos en puntitas de pie hasta la puerta de la habitación de mi hermana menor.

Y es ahí cuando consigo oír —y entender—, todo con claridad.

—¿Acaso están follando? —Abro mucho los ojos en dirección a Jess que dijo aquello en voz demasiado alta.

—¡Lárguense de mi puerta o lo lamentarán, zorras! —gruñe Aria.

—Nuestros padres pueden llegar en cualquier momento —contesto.




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