POV RAVEN
Siento el zumbido en mis oídos, el golpeteo acelerado de mi corazón y la respiración errática invadir mi cuerpo.
Los ojos de Jenna no se despegan de los míos en todo el tiempo que me toma sentarme a la mesa para que podamos comenzar la cena, a pesar del ambiente incómodo gracias al comentario de mi hermana.
Después de saludar a mis tíos con toda la amabilidad que pude mostrarles — considerando que ellos son los creadores de una persona tan vil como Jenna, y que no les pareció suficiente con eso, y decidieron traerla a mi casa—, iniciamos la cena familiar.
Mi mirada permanece fija en la pared azulada del comedor mientras juego con el tenedor sobre mi plato, en un intento inútil de pasar por alto las emociones negativas que ella causa en mí.
En un intento inútil de no recordar...
Miro a Aria, que se encuentra sentada a mi izquierda, luego a mi padre, a la izquierda de mi hermana, después a mi madre, sentada a la cabeza de la mesa..., y por último a mis tíos, justo frente a mí... Con Jenna ubicada a su derecha.
Mi prima lleva el cabello recogido en una pulcra y perfecta cola de caballo a la altura de la coronilla, sus aros circulares que casi tocan sus hombros de lo enormes que son, su remera blanca simple pero decorada con delicados detalles en hilo artesanal.
Les aseguro que si la vieran por primera vez, apostarían a que ella —con su encantadora sonrisa, su piel tersa y limpia de imperfecciones, sus pequeños labios de un color rosa natural, y sus ojos verdes brillantes y expresivos de la misma tonalidad que los míos—, nunca siquiera ha roto un plato... Y me encantaría que pudieran ganar esa apuesta, pero no, Jenna no solo a roto millones de platos, si no también mi corazón y mi autoestima en varias ocasiones.
Mi madre sirve a todos la comida que hemos preparado entre Aria, ella y yo, y me dispongo a engullir todo, a pesar de que el hambre se ha ido desde el momento en que las visitas cruzaron por la puerta de entrada.
Siento una mano apretar suavemente mi rodilla y sé que es Aria.
Deshago el puño que mantenía en mi regazo —mientras que con la mano derecha manipulaba los cubiertos—, y tomo la mano de mi hermana, solo para sentir como le da un apretón a la misma. En respuesta también aprieto la suya.
Es la única forma de mantener la compostura en este momento, es lo único que me mantiene cuerda.
Los ojos verdes de Jenna buscan los míos todo el tiempo, pero desvío la mirada mientras sigo comiendo —a pesar de tener unas terribles ganas de vomitar por los nervios y la ansiedad—.
Escucho la animada conversación que mantienen mis padres y mis tíos como un murmullo lejano.
Hasta que oígo mi nombre:
—¿Y cómo te va en el Instituto, Raven? —Los ojos amables de mi tía Ingrid me observan con expectación.
Ella siempre ha sido tan diferente a su hija, no entiendo como padres tan buenos pueden criar a un monstruo.
Trago grueso y siento otro apretón en mi mano izquierda. Miro a Aria un momento y me armo de valor para dejar salir algo de mi boca:
—Bien. —Es lo único que puedo balbucear.
—Que respuesta tan escueta —murmura Jenna.
—¿Y a ti cómo te va en el Instituto, Jenna? —Aria eleva el tono de voz e ignora la mirada de advertencia de mi madre—. ¡Oh, cierto! No lo sabes porque te expulsaron de cada colegio en el que te inscribiste. Veo que la vida de perra no es nada fácil.
—¡Aria! —Mi madre pierde la paciencia—. Compórtate o te irás a cenar a tu cuarto.
Mi hermana aprieta la mandíbula pero no responde nada más.
Ella no me dejará sola en todo esto.
Mi tío Albert mantiene su expresión seria mientras observa a Aria durante unos largos segundos, nadie dice nada y mi hermana levanta el mentón con seguridad.
Jenna nos mira con su típico aire altivo y burlón del que es portadora. Mi tía Ingrid solo se limita a comer, claramente incómoda.
No voy a negar que me siento menos amedentrada teniendo a Aria defendiendome, pero tampoco me gusta este desaire que se ha creado en la mesa.
—¿Y cómo va el negocio, tío? —Me obligo a preguntar, fingiendo naturalidad.
—Va muy bien, hija. Gracias por preguntar —responde mi tío, al tiempo que se limpia la boca con una servilleta—. La comida está muy rica, por cierto.
—Es verdad —apoya mi tía.
—No está mal, solo le agregaría alguno que otro ingrediente pero... no está nada mal —opina Jenna con desdén.
—Jenna ha estado tomando clases de cocina gourmet estos últimos meses —cuenta mi tía, con una sonrisa tensa.
Mi madre solo le sonríe, mi padre solo sigue comiendo, poco interesado en el pobre intento de conversación.
—Con algo hay que ocupar el tiempo libre, ¿no? —dice Aria, yo tengo que contener una sonrisa al captar su sarcasmo.
—Claro —responde mi prima, muy digna.
No sé cuantos minutos pasan hasta que al fín mamá junto a mi tía, traen el postre.
Lo único bueno de la noche. El bendito postre.
Mi celular vibra en el bolsillo de mi falda de jean y lo tomo, escondiendolo por debajo de la mesa, para evitar un regaño de mi madre.
Es un mensaje de Jess:
"Esa perra todavía sigue ahí?"
"Sí"
Le respondo yo.
A los segundos llega su respuesta.
"Ok. Avísame cuando termine la cena así le digo a mamá que me lleve, sí?"
"Ok 💕"
"Y Ri..."
"Sí?"
"No dejes que esa perra te asuste"