POV RAVEN
—Mamá, por favor, por favor no dejes que se queden... —susurro, no quiero que los demás escuchen la conversación—. No dejes que se quede.
Mi madre deja lo que está haciendo para abrazarme.
Hundo la cara en su suéter de lana. Su calor maternal y el familiar aroma a vainilla que le caracteriza me reconforta y hace sentir segura, pero no lo suficiente como para olvidar lo que está a punto de pasar.
Jenna va a quedarse en mi casa una semana completa.
—Sé que no te trae buenos recuerdos, cielo. Pero no puedo negarles el hospedaje.
El nudo en mi garganta acrecienta notablemente y la abrazo más fuerte.
Entiendo la posición en la que la estoy poniendo, y no voy a hacer que se pelee con su propia hermana por asuntos que no he podido superar por culpa de mi debilidad.
El problema es que esta vez no es solo los recuerdos que Jenna me trae, o el hecho de sentirme cohibida y empequeñecida por su presencia, sino Rave.
Sé que le gusto. Sé que donó mucho dinero solo por mí. Sé todos los detalles que tuvo conmigo. Nadie a quién no le importes se pondrá a gastar su tiempo y dinero contigo. Sé que es más que un simple acostón.
Pero... ¿Eso es motivo suficiente como para no caer ante los encantos de mi prima?
Porque la conozco, ella querrá arruinarme las cosas con Rave. Y lo logrará.
Es mejor que yo en todo y seguramente también, el tipo de Rave.
Una chica coqueta y decidida. Una chica que no habla con timidez o se sonroja por estupideces. Claro, sin contar que a pesar de parecerse físicamente a mí, es mucho más linda de lo que yo podría ser alguna vez.
¡Pero claro! No sé ni por qué lo estoy dudando. Es obvio que Rave quedará flechado con solo verla. Y ni hablar de cuando se le insinúe.
No me queda más que resignarme a esa realidad:
Jenna siempre ganará.
No solo lo logró con Iván. Lo logrará con Rave también.
Y lo peor de todo esto es que justo ahora soy híperconsciente del miedo, del terror, que me genera la sola posibilidad perder a Rave.
No pasaría absolutamente nada si solo sintiera atracción por él.
Pero, y aunque me encantaría negarlo, no es solo eso.
Lo sé porque, cuando pienso en él, no pienso en lo sexi que es su rostro o su cuerpo, tampoco en lo bien que folla, en lo que pienso es en la razón por la cuál necesita escapar de la realidad a través de la marihuana o las apuestas. En el porqué se empeña en aparentar ser alguien egoísta y frío cuando no lo es.
Pienso en el chico que estuvo dos meses completos trayéndome galletas que supuestamente su madre me enviaba, y que en realidad él mismo preparaba junto a ella —porque sí, Rodrigo se lo contó todo a Aria—. Pienso en el chico que me defendió de mi propia hermana, en el chico que disparó a policías y fue preso solo por no abandonarme en esa situación. Pienso en el chico que me mantuvo cuerda todos esos difíciles meses de incertidumbre con respecto a Ryan, pienso en el chico que dejó que comiera en su auto a pesar de que ni siquiera Ryan me había dejado hacerlo en el suyo, pienso en el chico que aguantó mis ruidos al comer, esos que nadie soporta.
No pienso en él como alguien para solo pasar el tiempo y divertirme como con los demás chicos de mi pasado. Pienso en él como alguien que se quedó en mis peores momentos a pesar de no conocerme de nada..., a pesar de todo lo que le dije aquella vez en el estacionamiento.
Y es ahora cuando me cuestiono, ¿por qué sigo sin confiar del todo en Rave? ¿En que en verdad quiere algo conmigo, y no va a arruinarlo durmiendo con Jenna?
Y para todo eso solo hay una respuesta:
Iván.
—Mamá, ¿en serio vas a dejar que esa maldita se quede? —Aria entra en la cocina, interrumpiendo el hilo de mis pensamientos.
Cosa que agradezco, porque mis emociones estaban por ahogarme.
—Aria, tus modales —reprende mamá, aunque resignada, porque todos sabemos que Aria nunca dejará de ser una malhablada—. Y sí, se quedarán una semana... O menos.
Recargo mi espalda baja en la encimera mientras mamá termina de secar los trastes. Mis tíos siguen en el comedor hablando con mi padre sobre su trabajo en la editorial.
Mi hermana resonga, molesta con la decisión de nuestra madre, y se acerca a mí, tomando lugar a mi lado y entrelazando su brazo con el mío.
La observo, transmitiendole con la mirada no solo mi repulsión hacia nuestra prima, sino también mis miedos.
Ella me da una mirada significativa.
No me dejará sola.
No sé cómo ella puede ser tan fuerte luego de lo que pasó, cómo puede mantener los recuerdos a raya y no volverse loca con todo lo que la presencia de mi prima trae consigo.
🇮🇹
Son las doce treinta de la noche, la cena ha terminado hace cuantas unas horas, y los invitados ya están acomodados en las habitaciones de huéspedes. Hay dos aquí en casa, por lo que mis tíos se ubicaron en la que tiene cama matrimonial y mi prima se quedó con una alcoba para ella sola que tiene una cama individual junto a un pequeño armario.
Tomo mi celular cuando este anuncia una llamada entrante de mi mejor amiga:
—Lamento no haber podido ir, Ri. —Se disculpa—. Es que mi hermana llega justo mañana muy temprano y mi madre me obligó a quedarme.
—Tranquila, no tienes que disculparte Jess. —Le aseguro—. Y mándale saludos a tu hermana de mi parte.
—Está bien, le diré —asegura—. Y cuenta, ¿qué tal la cena? ¿Incómoda como siempre?
—Como siempre —suspiro.
—¿Pasó algo más?
—Mi padre, en un pobre intento de salvarme de la humillación de Jenna, habló de más —murmuro, observando el techo de mi habitación a oscuras.
—Mierda... —No necesito decirle más nada para que sepa a qué me refiero—. ¿Y qué vas a hacer?
Retraígo los dedos de mis pies.
—Yo... No lo sé, no lo sé Jess —admito, con un nudo en la garganta—. Él-él me gusta en serio Jess.
—Lo sé, Ri. Lo sé. —Puedo oír que ella también está preocupada—. ¿Pero por qué piensas que Rave es igual a él?