Los Ricci

50. La emboscada

POV Raven:
 


—Llegamos —anuncia Rave.

Bajo de la camioneta sin siquiera responderle y al instante reconozco cada parte del lugar donde estamos.

La pista de carrera abandonada.

Desde aquí se oye la música, el rumor de las voces de la gente y las derrapadas de los autos que están compitiendo en este momento.

Me dispongo a emprender mi camino hacia la entrada improvisada después de oír a Rave cerrar la puerta de la camioneta, pero escucho sus pasos avanzar en mi dirección, y luego siento su mano afianzándose a mi muñeca.

—¿Qué quieres? —Le espeto, mirándole con el semblante serio, para que le quede bien claro que estoy enfadada.

—Lo siento —dice con una expresión abatida—. Es solo que estaba muy nervioso por como fuera a salir esto. Pero ya estoy bien, ya se me bajó el efecto, lo juro.

—No quiero que me jures eso, mejor prométeme que no volverás a meterte droga. —Le exijo, consciente de que es una locura el hecho de pedirle eso a un consumidor que desde hace años se mete de este tipo de sustancias.

La expresión de Rave es completamente incrédula ante mi petición.

Cuando su boca se abre para contestar algo, le interrumpo: —O al menos que no lo harás en mis narices, Rave.

Rave desvía la mirada apenas unos segundos antes de volver a posarla en mí.

—Tienes razón, no lo volveré a hacer frente a ti, lo prometo.

—Bien, —murmuro, no muy segura de qué decir—. Gracias, entonces.

—De nada. —Una sonrisa burlona se extiende por su hermoso rostro y me es imposible no corresponderle.

Entrelazo nuestras manos y retomamos el ritmo de la caminata hasta la entrada.

Nos adentramos al lugar donde transcurre la fiesta y por primera vez, me dejo envolver por el ambiente.

Dejo de preocuparme por las miradas que nos dan tipos de aspecto tenebroso a medida que pasamos en medio de un círculo de personas que están divirtiéndose, al igual que la mayoría aquí y detallo la fachada del lugar: Todo es como una olla inmensa hecha de metal y sin tapa, o bien podría decirse que la tapa de esta olla son las estrellas, que ni aún cuando en cada rincón del lugar hay antorchas colgadas para iluminar todo, brillan con menos fuerza.

Al mirar hacia abajo diviso la pista de carreras sin concreto, solo tierra y mas tierra, que es levantada por la velocidad de los autos que allí compiten.

A partir de ahora este será tu lugar, repite una y otra vez la vocecilla insidiosa de mi mente.

Estoy por responderle a mi propia conciencia que este no es, y nunca será mi lugar, pero en ese momento Rave se gira en mi dirección, cuando termina de saludar a unos conocidos, y me sonríe con dulzura, al tiempo que noto en sus ojos la adoración con la cual me observa, y, tan solo ese gesto, hace que me replantee mi existencia entera.

Estiro mi mano hasta dar con su mejilla, ligeramente cubierta por una sombra de barba y acerco su rostro al mío para besarlo con delicadeza.

—Te amo. —Siento la necesidad de recordarle.

—Yo también lo hago. —Su sonrisa se ensancha aún mas.

***

—¿Quién lo diría? Rave Ricci, cazado —exclama con tono jocoso Josh, uno de los amigos de Rave, dándole una fuerte palmada en el hombro a Rave y mirándome encantado.

Yo solo sonrío con amabilidad.

—Más bien diría que él me cazó a mí. —Sonrío mirando a Rave y dándole un trago a mi cerveza.

—Ri. —Oigo que dicen a mis espaldas.

Me volteo hacia mi mejor amiga mientras los demás amigos de Rave siguen parloteando sobre nuestra reciente relación y los sorprendidos que están de que haya sentado cabeza.

Hablan como si estuviésemos próximos a casarnos.

Rhett se encuentra justo a su lado, tomándola por la cintura.

—¡Vengan! No se queden ahí, ¡vamos! —Les insto a que se unan al círculo.

Ellos me sonríen y se acercan, hago las presentaciones correspondientes y luego de un comentario fuera de lugar de parte de uno de los amigos de Rave hacia Jess (sin estar enterado de que ella venía con Rhett) y a que a eso le siguiera una disculpa casi eterna dirigida a la parejita, seguimos charlando y bebiendo con moderación.

Rave porque debe manejar y yo porque todavía estoy algo paranoica respecto a los tipos desconocidos que me rodean, no quiero que vuelva a pasarme algo parecido a lo que pasó con Irving.

De repente la conversación toma un rumbo mucho más interesante: Motocicletas.

Se me iluminan los ojos cuando los amigos de Rave me preguntan sobre mi bebé y comienzo a contarles detalle a detalle de cuándo me la compraron mis padres, cómo aprendí a usarla, cómo desde niña soñaba con tener una, y todo lo referente a ella.

Podía sentir la mirada de Rave sobre mí y por un segundo aparte mi vista del grupo en cuestión y, sin dejar de explicar, lo observé por unos instantes muy a detalle, él solo me regaló una sonrisa coqueta que casi hace que las piernas me fallen.

—¿Y nunca competiste con ella? —pregunta uno de los chicos.

Lo miro con los ojos muy abiertos. —Por supuesto que no. —Río.

—¿Y con alguna otra?

Niego y ellos se miran entre sí antes de sonreír con complicidad.

—¿Qué?—suelto curiosa.

Miran a Rave antes de decir: —¿Te gustaría competir contra uno de nosotros? —propone uno de ellos, –el rubio con cara de bebé–, con una sonrisa sugerente en el rostro.

No llego a pensarlo ni dos segundos cuando Rave responde por mí: —Por supuesto que no. Denny, ¿estás buscando que te rompa la cara, no es así? —Rave se ve muy molesto con la proposición de su amigo—. Ella no hace esa clase de cosas.

Yo intento decir algo, pero tengo la mente completamente en blanco.

Contemplo a todos los presentes y noto que Rave sigue mirando con advertencia a Denny, y luego veo a Rhett y a Jess bastante incómodos en sus lugares.

—Solo creí que como salía contigo sí le gustaban las carreras. —Se excusa Denny, con una expresión aterrada.




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