De nada le estaba sirviendo tener tanta tecnología a su disposición, Sophie se detuvo en el arcén de la carretera y apago el motor. Aunque haño a seguido instrucciones del navegador, estaba perdida. Las colinas de Chiltern se extendían frente a ella, pero no había ni una sola casa de campo a la vista, ni siquiera un cobertizo o cabaña.
El camino rural por el que la había guiado el navegador era tan estrecho que no quería ni pensar en lo que pasar la si se encontraba con otro vehículo en dirección opuesta. Suspirando, tomo el mapa que tenía en el asiento del copiloto y salió del coche. En cualquier otro momento, le hubiera encantado estar allí y disfrutar de la vista de la campiña inglesa en pleno verano. Todo estaba verde y lleno de vida bajo in cielo azul. Se fijo en los setos a ambos lados de la carretera, estaban llenos de flores silvestres de todos los colores. Pero ese no era un viaje turístico, Christos la había enviado a Buckinghamshire con un objetivo en mente y estaba deseando cumplir con su tarea.
Un par de horas antes, cuando había salido de Londres, había hecho un día magnífico, pero en esos momentos, aunque el sol brillaba, le dio la impresión de que había algo opresivo en el aire. Se dio la vuelta y le callo el alma a los pies cuando vio unos grandes y luminosos nubarrones en el horizonte. Una tormenta era lo último que necesitaba cuando estaba atrapada en medio de la nada.