Sophie se había dado cuenta de que el incendio era un tema espinoso . No sabía demasiado del accidente, pero si que ya habían pasado unos veinte años desde entonces. Ssegún los periódicos, Nicolo había arriesgado su vida para salvar a un miembro del personal del hotel de entre las llamas y había sufrido importantes quemaduras al hacerlo. Mo tenía ni idea de porque le habría molestado tanto que le recordará que la prensa lo había visto entonces como un héroe. Eda un hombre muy complicado.
No lo había visto desde que se fue a su despacho y ya habían pasado cuarenta y cinco minutos desde entonces. Las truchas habían tardado mucho en hacerse, era un horno muy viejo. Eare retraso le habia dado la oportunidad de ir a la habitación de invitados, deshacer su equipaje y darse una rápida ducha. Pero estaba deseando poder comer cuanto antes. Se dio cuenta de que sólo había comido un par de manzanas ese día, durante un viaje desde Londres.
_Tu ya has cenado _le dijo Dorcha cuando se le acercó _. Eres presioso y muy dulce, no como el cascarrabias de tu amo.
_Vaya, me duele que tengas esa opinión de mi.
Levantó la vista y se encontró con Nicolo. No pudo evitar sonrojarse.
_Eso lo dudo. Me da la impresión de que no te importa nada lo que la gente opine de ti _le dijo ella.
Nicolo se encogió de hombros y el resto hizo que se fijará en ellos y en lo ancha que era su espalda. Tenía el cabello húmedo, como si el también acabara de ducharse. SE había puesto unos pantalones negros y una camisa blanca de manga larga que no conseguía ocultar del todo sus quemaduras de la mano.
Pero las cicatrices que tenía ese hombre mo disminuian en absoluto su ardiente sensualidad. Tenía un aspecto oscuro y peligroso, ccomo una especie de héroe romántico del siglo XIX. Le recordó a Heathcliff, el protagonista de cumbres borrascosas, todo un arquetipo sexual para mujeres de varias ggeneraciones. Tuvo que apartar rápido la mirada y respirar profundamente para tratar de calmar su acelerado corazón. Lo rodeaba cierto aire misterioso y esa media sonrisa cínica que tenía el sus labios le desagradaba. Creía que muchas mujeres se habían sentido atraídas por esa actitud arrogante y despreocupada que tenía, pensando que ellas podían llegar a cambiar y tomar a ese hombre, pero tenía la sensación de que ninguna lo llegaría a conseguir.
Se puso a sacar las truchas del horno y escurrio después en el fregadero el agua de las patatas que había cocido.
_No sabía si sueles comer en la cocina o en el comedor y, como no estabas aquí para que te lo pudiera preguntar, decidí poner la mesa en el comedor _le dijo ella mientras tomaba las fuentes de la comida_. ¿puedes traer tu la ensalada por favor?
_¿Siempre es así de mandona? _le pregunto Nicolo mientras la seguia.
_Tu prefiero describirme como una mujer organizada y eficiente _repuso ella_. Por eso se me da bien mi trabajo y creo que no te vendría nada mal ser un poco como yo. La casa está echa un desastre dentro y fuera no puedes esperar que una señora de la limpieza mantenga en orden una casa de este tamaño, sobre todo si viene unas pocas horas a la semana ¿porque no contestas a más personal para cuidar la casa? _Estoy segura de que te lo puedes permitir. Christos me dijo...
Se quedó callada cuando vio que Nicolo fruncia el ceño.
Se sentó frente a ella en la mesa y se recortó en el respaldo de la silla, estudiandola con los ojos entrecerrados.
_¿Que te dijo Christos?
_Se has conseguido hacer una fortuna en la bolsa. Obviamente, no voy a decirte como deberías gastar tu dinero.
_Pero tengo la sensación de que vas a hacerlo de todos mmodos.
No pudo evitar sonrojarse.
_Me parece una verdadera lástima dejar que está gran casa se deteriore. Fue aquí donde creiste, ¿No? Seguro que está casa te trae buenos recuerdos.