Estoy en el taxi atrapada en el tráfico, no contaba con esto, faltan 30 minutos para mi entrevista, me golpeo la frente con la palma de la mano ya que no llegaré.
—¿Cuan lejos está la universidad? —le pregunto al conductor.
—Estamos a seis manzanas.
—Iré caminando, aquí está su dinero muchas gracias.
El conductor asiente y me bajo del coche.
Espero no perderme ya que soy una pésima turista, no tengo un mapa, tampoco celular para que me guíe y para cerrar con broche de oro, no sé francés.
No veo ningún reloj que me indique la hora, tampoco veo la universidad, camino mirando al suelo y empiezo acelerar el paso, regreso a ver porque siento que alguien me sigue pero no hay nadie, un fuerte trueno me asusta.
Después de caminar no sé qué tanto llego a la universidad y me acerco a recepción para pedir información sobre mi entrevista, la chica me sonríe y me da indicaciones, le pregunto la hora y faltan cinco minutos.
Me siento a esperar y los nervios empiezan apoderarse de mí.
Y si no soy suficiente.
Y si me olvido como me llamo.
Y si jamás tuve que haber venido.
La chica de recepción me indica que ya puedo pasar y sacudo mi cabeza como si fuera un cantante de rock para poder relajarme.
—Señorita Zetti —me extiende la mano— mucho gusto, por favor siéntese.
Aprieto su mano y hago lo que me indica.
—Soy el rector Kian Bogen, revisamos todos sus documentos y su proyecto cinematográfico, déjeme felicitarla es un trabajo muy pulcro.
—Muchas gracias. —me limito a decir.
Ya la cagaste, despabila mamita. Las oportunidades solo pasan una sola vez.
—Cuénteme señorita Zetti porque esta solicitando una beca completa.
—Bueno yo —titubeo—, yo, yo —me pongo nerviosa.
—Tranquila, esta entrevista es para conocer a nuestros estudiantes y evaluar cuan calificados están, solamente sé tu misma no trates de impresionarme.
Respiro hondo, intentando calmarme.
—Solicite la beca completa porque soy una persona de bajos recursos que no tiene como pagar su carrera universitaria, sin embargo, el dinero nunca fue un limitante para luchar por mis sueños, se de lo que soy capaz sé hasta dónde puedo llegar, si usted me da la oportunidad de entrar en la universidad tenga por seguro que no se va arrepentir.
—¿En que trabajan tus padres?
—No trabajan, están muertos.
—Lo siento mucho, ¿Vives con alguien?
—No señor, vivo sola y trabajo en un minimarket en mi pueblo Abeagul.
—Entiendo. — dice tocandose la barbilla.
—Sé que tal vez mi situación le aterra porque Melie Films es una universidad de prestigio pero tenga por seguro que si usted me cierra la puerta yo soy capaz de tumbarle la pared, soy muy obstinada y terca, hasta no recibir un si por respuesta no descansare.
El Sr. Bogen me regala una sonrisa y yo lo miro con total seguridad.
—Analizaremos tu caso junto con el comité. En cuatro días si aún sigues en Bertline puedes acercarte a recepción, de todas formas, enviaremos la carta con la respuesta a tu domicilio.
—Muchas gracias —extiendo mi mano— un placer conocerlo —me levanto de mi silla.
—Hasta luego señorita Zetti —aprieta mi mano—, muy pronto la tendremos por aquí caminando por el campus.
Asiento y salgo de su oficina, las piernas me siguen temblando, no sé qué fue todo eso ni siquiera estoy segura de si respondí bien, pero de lo que sí estoy segura es de que estudiare aquí así sea lo último que haga.
Me despido de la chica de recepción y salgo.
Observo a mi alrededor y todo parece un sueño, el lugar es hermoso tiene diferentes edificios unos con aspectos medievales, otros con estilo urbano, hay un lugar que parece un castillo, admiro todo como si fuera una niña en dulcería, hay personas que están filmando al aire libre.
Muy pronto estarás aquí.
Voy tan despistada que choco con una persona.
—Lo siento, estaba distraída. —me disculpo.
—No te preocupes, tampoco me fije. ¿Estudias aquí? —pregunta analizandome de pies a cabeza.
—No. —me apresuro a responder.
—¡Mierda! —murmura—, tú eres justo lo que ando buscando.
—¿Eh? —le pregunto.
—¡Ay!, no sé donde tengo la cabeza, me presento soy Eren Argos. —dice orgulloso.
—Amerie Zetti —lo miro confundida.
—Sí, soy el famoso empresario y diseñador de la marca Argos.
Lo miro como si me estuviera hablando en un idioma que no conozco porque estoy más perdida que piojo en peluca.
—Lo siento, no soy de por aquí. —le regalo una media sonrisa.