CAPITULO 7 LA CONSENTIDA
Ámbar
25 de mayo 2018
11:30 a.m.
Al veces las decisiones correctas...
Son las que más duelen
Mantenía la mente pérdida mientras el vídeo de Youtube se reproducía en mis narices. No podía dejar de pensar en él, por más que quería evitarlo era imposible.
Me odiaba por pensar en él, no merodeaba la sonrisa de aquel tipo desconocido, si no la de Mi jefe. La mirada de reproche que me dio por la forma en que instantes mire al otro tipo, bueno el otro coqueteo, hizo que todo en mi estómago se sintiera raro, extraño demasiado para decir verdad.
El sonido alertando mi sentido, me hizo agarrar con rapidez el teléfono de trabajo
—Presidencia de Corporación Black Holding, habla con Ámbar —Hable las palabras que tenía que saberme memoria, por más que quise, se me trabó un poco la lengua entre medio
— Señorita Ámbar, puede pasar por favor — asiento sabiendo que no me estaba viendo.
Colgué sin pestañear, aún sintiendo su voz en mi cabeza. Me levanto y toco dos veces la puerta, y escuche el "pase", cuando entre, dos pares de ojos se posicionaron en mí, he hizo que mi cuerpo comenzaran a temblar discretamente sin dejar casi perceptible mi nerviosismo.
— Señorita Ámbar , puede salir e ir a almorzar y volver a las dos de la tarde, cuando vuelva, necesito de usted toda la tarde — asiento mientras mis manos las uno en mi vientre, y juguetean entre ellas mis dedos
— C-claro — Las palabras salian entrecortada, por más que quise no mirarlo a los ojos, no pude, aquella iris mieles me fascinaban yo las tenía Azules que me hacian estremecer, pero hace harto que no veo ojos tan claros. — Hasta más tarde señor Oc... — Casi se me sale — Black — tenía que mantener mi orden y mi lugar, y no tutearlo, trabajó para él ahora.
Salí corriendo prácticamente de su despacho sin ni siquiera mirar atrás. Cuando cerré la puerta bote un suspiro muy hondo, mi caja torácica se comprimía a la presión que mi corazón se estaba sometiendo con sólo verlo a él.
El sonido, otra vez de celular de oficina me hizo poner los ojos en blanco, seguro que era él de nuevo.
—Presidencia de... — Soy interrumpida
— Ámbar, bajas para ir a comer ¿ Te pareces? — María interrumpió mis palabras
— Claro, justo en este momento voy a bajar, ¿ Quieres venir conmigo a mi casa?— pregunte amablemente, con el cable del teléfono mis dedos nerviosos aún, jugaban con el cable esperando su respuesta
— Oh... ,bueno claro Ámbar — chillo con fuerza, reí inconscientemente por la forma que grite — Bien te veo en cinco minutos aquí — me reí de la forma baja que dijo lo último — Nos vemos, que ya me vieron con el teléfono charlando — susurro ella tan bajo, que solté una risilla divertida y colgamos juntas.
— No se puede llamar señorita Ámbar, creí que eso quedó claro — su voz cálida y ronca me hizo retener el aliento mientras agarre la parte inferior de mi camisa, asiendolo un puño por los nervios dejando el celular casi en su lugar se origen.
— Eh-h... y-y-o sólo — quise defenderme y decirle que era la chica de recepción, me voltee dispuesta a decirle unas disculpa, pero el chico de antes estaba mirando el suelo, o eso parecía — Me retiró, señor Black — mira a un costado, desviando mi mirada de aquellos dos hombres. Tome entre manos mi pequeña cartera y di los pasos para poder acercarme a los ascensores del edificio
........
Si, él no me despegó la vista, en el ascensor bajamos todos juntos hasta el último piso. Yo tuve que estar delante y en medio de los dos hombrezotes guapos que tengo tras mío.
— Am querida decía que ya no bajabas, creí que... — se callo cuando vio al jefe bajaba junto a mi del ascensor — ¡ Oh Por Dios! — Chillo a lo bajo cuando lo vio alejándose de nosotras. Impulsiva mente lo seguí con la mirada , las mujeres que estaban por ese corredizo, lo desnudaban con la mirada, mientras que otras se abrían más el escote.
Zorras.
— ¿qué tal tu primer día? — después de que desaparece de nuestra vista, atiendo a las cuestionante de María ignorando lo loco que se me ha puesto el corazón en pensar en locuras.
—Bien, un poco de raro, pero bien — Respondí mientras de a pasos lentos nos cercábamos a la salida. Maria, enredo uno de sus brazos alrededor del mío, teniéndonos juntas
— Pero miren a quien tenemos aquí, la consentida del jefe — Las palabras chillonas de una mujer se escuchó tras mío. Seguíamos nuestro camino, hasta que unas manos jalaron mi hombro deteniéndome a seguir — Te habló a ti Ámbar — Molesta me gire a mirar a la zorra con una minifalda y con dos botones de los siete abotonados. Estoy cansado con lo de hoy y ella más.
— Mira, no te he molestado, no me molestes a mí — Dije mis palabras, las demás se acercaron al ver como su compañera, indignada me miraban con enfado
— Todas hemos querido ser consentidas por Octavio, excepto María claro, y no puede ser que tú, la nueva ¡ seas la consentida de él! — el chillido de su voz me hizo cerrar los ojos fuertemente. La mano de Maria se movía de arriba para abajo de mi brazo desnudo, quería tranquilizarme — Mira hasta el uniforme te trajo de su propia diseñadora — sus manos jalaron mi camisa, y eso fue el colmo de mi paciencia que tenía hacia ella, hizo que volarán dos botones de mi camisa
— ¡BASTA ! no soy su consentida, soy su secretaria, y si no te gusta, pues dile a él y no a mí. Yo sólo fui contratada por mis capacidades, no para venir y dar una pasarela, compórtate — forcé a que mis palabras sonarán duras y viendo la forma en que su ceño se frunce de tal manera que se acerca a mi directo a bofetearme — no te lo permitiré — digo retendiendo su mano a medio camino de mi mejilla, mis uñas se clavan en su piel. La suelto con brusquedad y la empujó así más a ella ignorandola con María.
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Editado: 25.01.2023