Manipulada Por Mi Jefe

CAPITULO 26 VERDADES

Caítulo 26 Verdades

 

Ámbar

03 de Julio 2018

01:02 a.m.

Juraría que parte de mí
Pide a gritos que te deje solo

 

No quería dormir aún, no quería porque ese sentimiento de hace un momento me hizo sentir miedo y enojo.

¿Cómo?

Yo no podía estar enamorada de un completo desconocido. Octavio era atractivo, nada más. Tal vez la confianza que le estoy dando es mucha, eso debe de estar confundiendo a mi cabeza.

Mierda

No me gusta, no me gusta y no es falso

— ¡Cuidado! — me detuve abruptamente por escuchar su voz. Estábamos caminando de regreso a la mansión, y por alguna razón deje que Octavio pusiera su brazo entre mis hombros. —Ámbar estas distraída — no entendí porque dijo eso, lo mire y me apunto el suelo.

Estaba a punto de tropezar con la acera de la cancha de básquet.

—Lo siento, estaba pensando en mañana — me excuso con una mentira, volví a mirarlo y este solo me dio una sonrisa a medias.

— Bueno señorita, no se distraiga mucho porque ya quiero dormir — Asentí y seguimos nuestro trayecto.

Entramos por la parte trasera, que es la cocina ya que era la puerta por la que salimos.

—Ve subiendo yo voy en un momento — fije alejándome de él con cierto apuro. Me quise apoyar un poco en el lava platos, pero Octavio me tomo del brazo reteniendo de hacerlo

— Ámbar ¿Qué pasa? — Amor. Quería quitar esa maldita palabra de mi cabeza.

Eso me pasa por confiar en él

Era cierto, estuve juguetona la mañana, tarde con él. Quería hacerlo ver más realista nuestra relación, pero el concepto que tenía mi cabeza, muy en fondo era otro, muy distinto a lo de ahorita

A lo que estoy pensando

A lo que he llegado a descubrir

—Nada, solo que quiero agua y otras cositas. Ve subiendo yo ya te alcanzo — duda en asentir, pero poco a poco fue soltando mi brazo hasta dejarlo libre de su agarre. No dijo nada, solo se fue sin mirarme

Desapareció por el umbral, y esperé a que ya no escuchará sus pisadas. Todo estaba oscuro, así que tome una bocanada de aire ante lo que en estaba afectando una vez más.

No debe ver amor Ámbar, es una relación casi a obligación por solo seis meses. Es un mujeriego de quinta, borra cualquier rastro de ello

Bórralo

Repetí aquella frase en mi cabeza, para que entrará en mi cabeza y no saliera

No me enamoré de él.

No lo hice, no lo haré.

Esperé que los nervios se me pasarán por un momento, hasta que ya me sentí con confianza para así subir al dormitorio. Estaba tan asustada, las lámparas estaban apagadas, así que toda la mansión estaba a oscuro menos las lámparas de la entrada.

Subí en trote por las escaleras con miedo, me apuré caminando por el pasillo que me daba con el cuarto de Octavio. Tomé el pomo con cuidado, y abrí la puerta con suavidad por si estaba dormido, miré para mí lado derecho y en la cama estaba un Octavio tapado con una frazada sentado en la cama y con un libro pequeño en manos.

— Entra Ámbar — Me acerqué poco a poco, poniendo mi respiración normal, para que él no notará nada raro en mí.

Estuve a los pies de la gran cama y sentí un poco de curiosidad por de saber lo que estaba leyendo.

Que dijimos Ámbar

— ¿Qué lees? — No pude contener para preguntar. Este solo me miró por un momento, tras unos minis segundos este palmeó el lado izquierdo de su cama, el lado que estaba vacío, mi lugar.

— Si te recuestas a mi lado te diré lo que estoy leyendo — Que hombre para querer todo en su mano, pero sinceramente no estoy para dormir en el gran sofá y amanecer con dolor de espalda para irme a la empresa.

Me puse a caminar hasta estar en el lugar cual ya Octavio me había dejado.

— Perro de... — hablé muy bajito como para que él no escuchará. Me acomodé subiendo a la cama para poder sentarme apoyada en las almohadas de mi lado — ahora sí dime lo que lees — Este negó ante mí petición cerrando el pequeño libro inclinándose a guardarlo en un cajón del lado de su cama.

— No, ya no quiero. Hablemos de otra cosa — susurro a lo bajo viendo mi expresión de molestia — Hablemos o quieres dormir aún — sinceramente no estaba con sueño. Si podía sacarle información para así tener cosas a mi favor, era bueno hacerlo.

Asentí frenéticamente con media sonrisa en el rostro borrando mi enojo.

— Bien, pero empieza tú — apunte a este, Octavio estuvo pendiente por la forma en que yo me sentaba en media cama con los pies doblados. — Es lo más justo ¿No lo crees? — dije intentándolo para que ya hablará.

— Bien... — dijo tras un rato — Cómo ya sabes un poco, la relación de mis padres comenzó en Inglaterra, y yo nací en Inglaterra junto a mis hermanos, nací un 24 de septiembre de 1994 en la madrugada, tengo tres hermanos. Damián el mayor, Carlos el que le sigue, yo y de último Mía la menor de la familia – Suspira al parecer recordando — He vivido en Bolivia desde los 16 años, me convertí en lo que soy gracias a la educación que me dieron acá y crecí la empresa de mi padre con orgullo y te conocí fin — Sin más dejo de mirarme dejando esa brecha de que le siga yo

—¿Nada más? — dije incrédula — O que no has tenido un amor en tu país, amor de adolescentes no sé yo ... Alguna vez sucede ¿no crees?

— No — pero hubo un leve asentimiento en mi cabeza me hizo dudar de lo que él dijo, tal vez si hubo y me lo está ocultando. ¿Le habrá hecho daño? — Venga solo fue eso — dijo otra vez.

— No te creo — cruce mis brazos en mi pecho poniendo cara de molesta — Dímelo, además solo quiero saber. Y te prometo contarte lo que tú quieras saber de mí — Sabría cuál sería su respuesta, él siempre quería respuestas, y mejor de mi familia, pero esa pequeña parte de mí, que me pide que sepa y curiosee más de él




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