CAPÍTULO 27 Idiota
Ámbar
04 de Julio 2018
10:21 a.m.
Si cierro los ojos por un momento
Pienso en ti
Pienso en ti como todas las noches
Aún cuando ya no estás a mi lado
Aún si pienso en ti
— Octavio no me gusta que estés pidiendo ropa que no me gusta. Cómo esta — Estire aquel vestido rojo muy descotado como para mí
Nos habíamos acabado todo el desayuno en aquel restaurante, después de eso vinimos aquí al Centro Comercial, era el lugar donde la ropa valía más de 500 Bolivianos, ropa de marca, ropa que venía importada del exterior, ropa que ni loca tocaría
— Pero ¿Qué tiene de malo? — la chica que me pasaba el vestido color vino miró a mi novio de una manera extraña, algo que Octavio respondió con su mirada y luego de unos segundos la aparto raro — Ese te quedaría muy bien, no tiene abierto la espalda, como te gusta, elige a tu gusto — menciona mirando de otro momento el vestido en mi mano, intentando no mirar a la tipa que acomodaba uno que otro vestido cerca mío.
— No quiero nada, te he dicho — murmure entre dientes mientras que la chica se aleja, y Octavio la sigue con la mirada hasta que ella desaparece entre los estantes — Iré a probarme el vestido y vuelvo — Dije sin más yendo, metiéndome a los vestidores en la parte trasera de este lugar cierro la pequeña.
No hice ningún solo movimiento ya dentro del vestidor, tenía que esperar dos minutos para saber que hizo en mi ausencia. El vestido lo dejé colgado en un perchero mientras abrí cuidadosamente la puerta para ver si Octavio seguía en el mismo mueble esperándome. Cerré los ojos creyendo que si estaba. Él esta ahí, pero los abrí y la realidad era otra. Él no está ahí, porque justamente aquel sofá se encuentra en la entrada, y desde aquí se podía ver bien como solo estaba mi cartera.
Salí con cuidado del vestidor, tenía miedo caer con los tacos que llevaba, me acerqué a caja, donde una chica bajita con el cabello lacio castaño estaba atendiendo a otra mujer.
— Disculpa... – espere a que ella me viera, termino despachando a la otra mujer, entonces hable de nuevo — ¿Sabes dónde se fue el señor con el que vine? — La mujer que atendió se fue y ella solamente me miró cuando le apunte el sofá — Es que...
— Me pregunto por el baño, está por la parte de vestidos de gala a la derecha señorita — Sonreí con molestia dándole las gracias
— Muy bien — dije entre dientes caminado hasta los estantes que mantenía aquellos vestidos de gala. Cuando estuve cerca muy cerca de tocar la puerta, un gruñido me dejo tonta
— Cállate, mi mujer está cerca — sonreí con ironía sabiendo lo que estaba seguramente con esa mujer idiota – cállate — no pudo aguantar más he hizo rebalsar mi ira
— ¡No te preocupes por mi amor, sabes que no escuchó nada! — grite con molestia antes de salir de ese lado, escuche como la puerta es abierta abruptamente — Soy una tonta al creerle — estaba furiosa tanto que camine con más rapidez, me acerque hasta aquel sofá y tome mi cartera antes de que él llegará e intentara darme una explicación, no debe dármela. Estaba por salir, pero la chica de caja se acercó a mí tal vez nota mi enfado — No me estoy llevando nada, lo siento — Era grande la tienda, y sabía que él no saldría mal arreglado de ahí, tengo— lo siento por no comprar nada — dije apenada dando mis pasos hacia la salida sin hacer a los llamados de Octavio
— Ámbar deja que te explique — lo escuchaba un poco tras mío, pero seguía mi camino rumbo al ascensor de este lado —¡ÁMBAR! — grita muy fuerte haciendo que me apurase hasta llegar a uno de las escaleras metálicas, pero no las encuentro
No es un buen momento de perderse Ámbar
— No hay nada que decir Octavio, ve y sigue con ella. Déjame a mí en paz — caminaba malhumorada ya que ni las pillaba hasta que pude divisar el ascensor, no estaba tan lejos. La gente que pasaba me veía, hasta algunos niños nos estaban mirando preocupados, de seguro Octavio venía corriendo, pero tenía que alejarme de él.
No pensaba que hiciera eso, eres una tonta tanto es su arrechura lo llevaría con meterse con esa. Llegué hasta el ascensor esperando que las puertas se abrieran, incomoda por el dolor en las plantas de los píes me empecé a sacar los tacones tirándole al piso. Gire y miré tras mío y también Octavio estaba a unos metros de mí, pero no sé acercaban simplemente me miraba, evite verle ya que me confundiría
Él me va a mentir
— ¡LÁRGATE! — grite este lentamente, a cortos pasos intenta acercarse, él no entiende creo y aprovecho a tirarle mis tacones que yacían en mis manos, aunque no le atiné a darle en las pelotas, unas gotas de satisfacción inundo mi pecho por sus quejidos — Vete — suspiré molesta, la puerta del ascensor se abrió y salió una pareja de ancianos muy feliz — permiso — dije algo brusca a que me entre al ascensor apretando el botón del primer piso. Octavio intento moverse – quieto – lo apunte, ya él no se movió del lugar donde me miraba con pena y vergüenza tal vez — ¡ARRECHO! — grite tras que las puertas se cerraban mientras dejaba botar el aire de mis pulmones. No se apuro en detenerme, ni acercarse a mí. Loca, estaba con otra hasta lo alejaste y ahora quieres que venga a ti
Fue capaz de engañarme con una tipa cualquiera, creo que al menos el respeto entre ambos estaría presente, pero no pudo abstenerse, no pudo.
El ascensor se abrió y me encamine hacia la salida, necesitaba aire, necesitaba pensar en lo que había pasado. Salí afuera, varias mujeres me empezaron a ver, y se rieron al ver que no traía zapatos y andaba descalza.
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Editado: 25.01.2023