Manipulada Por Mi Jefe

CAPÍTULO 36 SI TAN SOLO…

CAPÍTULO 36 SI TAN SOLO…  

 

Ámbar

12 de Julio 2018

11:56 A.M. 

Mi vida siempre se basó en tristeza y dolor.

Miraba los árboles con la señal en que él estuviera por este camino, los nervios de punta y el enojo estaba presentes, más las ganas de llorar no me ayudaban.

Este lugar me trae malos recuerdos.

— ¿Sigo recto? — asentí con la cabeza cuando a lo lejos se llegaba a ver la gran campana en la cima.

Mas que una mansión, parecía una iglesia

Mire brevemente mi reflejo en la ventana, viéndome a mí misma con aquel rostro de tristeza como aquella vez.

Solo tenía 17 años, cuando arrastras llegue a esa escuela, luego que me dijeran que Alexis había desaparecido, di con uno de sus amigos que me dijo donde podía estar, fue espantoso

— ¿Me dirías por qué este lugar? — aunque conduce, lo he logrado ver mirándome por breve segundos, causándome un amargo sabor en el paladar. Parte de mi cabeza, está golpeándome por perdonarlo así de fácil, diciéndome que lo insulte con todas las palabras que se me, pero la otra y más grande, ruega que Alexis este bien.

Maldito sea el día en que lo metieron a las drogas.

— ¿Ámbar? — sería peligroso después hablar de esto con sus padres, y no sé qué haré para alejar a esos tipos.

— Los tipos que tienen a mi hermano... son distribuidores de droga — dije en voz baja mientras poco a poco nos entrábamos por las rejas oxidadas de la mansión, el olor a humo es bastante fuerte. — Alexis estuvo involucrados con esos tipos y yo... — traté de encontrar las palabras que no salen de mi boca — Ya vine una vez aquí, se quiénes son — el nerviosismo se me hace más grande cuando el auto para tras una pila de tierra negra, estoy por bajarme, pero su mano se coloca sobre mi muñeca, impidiéndome salir, giro mi cabeza para verle.

Los ojos de Octavio están llenos de ese algo, que no logro descifrar de él, era muy atemorizante por alguna razón para mi cabeza.

Decía peligro, huye.

— estoy contigo — no se me borra lo de ayer, no puedo, pero de que alguien, esta vez este de mi lado, me hace sentir un gran alivio en el pecho, llenándome de un poco de confianza

Mire brevemente su ropa, más bien que se cambió por unos pantalones deportivos y una polera.

— Les di dinero para que lo dejaran en paz — confesé al final — ahora no sé porque volvieron, odio decir esto, pero no bajes — sus ojos se abrieron más de lo que estaban, sus cejas se fruncieron mostrándome su desagrado a mis palabras — prefiero que piensen que estoy sola, si te ven... sería un   problema ¿sí? — su mirada vacila en todo mi rostro, examinándome, tratando de encontrar en mi eso que no muestro.

Esa cobardía que me la recuerdo a mí misma todos los días frente al espejo, en silencio, gritándome que siempre seré la niña de diez años con miedo.

solo le di una sonrisa y alejé mi mano de la suya, abriendo la puerta y saliendo, llenando mis pulmones con ese aire pesado, recuerdos se me acercaban.

yo corriendo hacia esa gran puerta, con el uniforme del colegio.

camine en silencio, donde pilas de piedras tapaban las entradas a esa mansión. tomé una respiración, mis piernas se movieron, tratando de evitar hacer algún ruido con mis pies, cuando pude mirar la puerta trancada, lentamente pensé en la habitación de castigo que hay en el segundo piso.

tal vez tengan una puerta trasera, miro a través de las ventanas viejas mientras camino evitando de caerme por las piedras en el suelo, lo menos que quiero es que mi herida vendada sangrara, apenas había cicatrizado para que no salga sangre de ella.

los ladrillos de la casa están muy viejos, ya que cada que los toco para apoyarme en ellos, estos se desintegran en mis manos.

esta mansión está por hacer añicos en cuestión de minutos.

En medio de una puerta, logro meterme entre las tablas que la cubrían, en una cocina toda sucia, con bichos en todos lados, algunas bolsas de basuras estaban esperando con gusanos.

Trate lo más rápido de irme al pasillo principal, donde un cuerpo me detuvo de mi brazo.

Dios

No respiro por unos segundos por el miedo que me invadió

— Ámbar... — Me giro a verlo y casi lo golpeó.

— Te dije que no me sigas — susurré apenas audible mirándolo, este tenía los ojos puestos en las bolsas de basura con los gusanos que sobresalen, casi me rio por la mueca que hizo en solo verlo segundos, para luego verme, cambiando su cara a serio total.

que infantil 

— no puedo dejarte sola en esto — estoy por golpearlo, pero me detengo cuando escucho voces, con Octavio nos acomodamos lo más rápido que se puede detrás de una pilastra que está a medias caída

— ¿dónde está tu hermana? — quise ver quien era, pero Octavio retuvo mi movimiento a ello. intente a que me soltara, pero solo llegue a sentir su aliento en mi mejilla derecha 

— lo menos que queremos es que nos descubran — me susurro en el oído. me estremecí por su voz, pero de nuevo la voz de aquel tipo resonó por toda la casa.

— tu hermana es una cazafortunas ¿cierto? — se escuchaban sus quejidos de fondo — meterse ahora con un ricachón ¿no la hace eso? — el agarre de Octavio en mi boca se afloja, pero la nerviosa soy yo ahora — Una zorrita por dinero — el golpe en seco mi hizo temblar 

— ¡calla tu mierda! — el grito desgarrador de mi hermano me hizo sentir repulsión por mí misma 

¿es la verdad?

sí, si la es, soy una mujer que se metió con un tipo por dinero

yo lo soy 

es verdad

me remuevo del brazo que me rodea la cadera y salgo para toparme con el chico ese, aunque logre escuchar la maldición de Octavio por mi impulso repentino.

— Ámbar... — los cinco tipos se giraron al verme, mi hermano apenas estaba parado apoyándose en la pared tras de él, su nariz sangraba al igual que gotas de sangre caen de las comisuras de su boca.




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