Manipulada Por Mi Jefe

CAPITULO 46 CONTIGO (PARTE II)

CAPITULO 46 CONTIGO (PARTE II)

ADVERTENCIA

Es la primera escena +18 de ellos que escribo

 

 

Ámbar

11 de noviembre 2018

02:30 A.M.

Solo quería verte sonriendo

Si pudiéramos medir las lágrimas, me tomaría mucho tiempo

Son las dos de la mañana y dejamos a las niñas en una habitación del hotel, ya que Octavio había alquilado este hotel para los invitados y nosotros también, ya que sería agotador volver a la casa a estas horas y queríamos descansar más que nadie.

Las niñas duermen en una habitación y en las posteriores los chicos deciden en cual quedarse, mientras que la nuestras esta al final del pasillo, me encuentro sin tacones, ya que Octavio las lleva en mano mientras verificamos que todos puedan ocupar habitaciones y estén cómodos, bueno no casi todos ya que me da pereza caminar.

— Vamos — asiento dejando de último la habitación de Alexis, quien se metió al baño tan rápido cuando se le dio, caminamos hasta el final del pasillo y con una tarjeta que pasa por la cerradura de la puerta esta se abre y entramos a ella. Quitó de mis hombros la chaqueta que llevaba puesta y la lanzo a un sofá dispuesta a mañana recogerla después de estar dispuesta a caminar.

Admiro solo unos segundos el cuarto ya que el calor junto al alivio me llena de felicidad y comienzo a brincar de la nada sonriendo por lo de esta noche.

No estoy tan cansada después de todo

Nos fue bien.

— ¡Si! — Salto escuchando de fondo una carcajada que me contagia a mí riendo juntos, tras unos pasos, él pasa por mi lado y me lanzo a sus brazos, enredando mis brazos a su cuello y mis piernas a su cadera y este comienza a reír mientras giramos por la felicidad que recorre todo mi cuerpo.

De poco a poco se detiene, pero no tenemos una pulgada de movernos de este abrazo, más bien, nuestros rostros están pegados y las mejillas se me están calentando y siento que mi respiración se ha acelerado junto a mi corazón.

Está mirando mis labios, lo veo en sus ojos que miran con hambre a ellos, estoy teniendo un temblor entero por todo mi cuerpo.

Y es agradable, lentamente, dejo que mi cabeza se incline más hacia él, viendo su gesto de sorpresa, pero no me detiene, no lo hace sigue expectante a lo que haré.

Cuando sus labios rozan los míos, me detiene alejándose de mí.

— ¿Pero que...? — apenas logro articular ello, el magnetismo que siente mi cuerpo por estar cerca de él es totalmente exigente.

Pide más que un beso, y eso no me molesta.

— Tengo que detenerme, no en esta... — trata de bajarme, pero mis brazos enredados en su cuello, no se deslizan fácilmente para no dejar alejar de él. Levanto la mirada hacia sus ojos noto aquel destello de deseo en sus ojos y caigo en que es posible.

Me desea, y no se cuánto tiempo ha estado guardándose eso para sí mismo sin querer hablarlo conmigo, y...

¿Qué hago?

No tengo miedo, no lo tengo más.

No pienses más Ámbar

Entonces vuelvo a besarle, siento su sorpresa cuando trata de besarme lento, pero insisto a más. El beso se torna más y más caliente y siento como mi cuerpo se estremece ante su agarre deja mi cintura y va a mi trasero sosteniendo mi cuerpo desde ahí.

— No...Tienes que... — Pero me dejo guiar a sus labios interrumpiendo sus palabras.

Me desea, el deseo flota por nuestro alrededor y por nuestro sistema. Tal vez quiera escuchar que lo quiero.

Dilo, no temas

Cuando su lengua esta por volver a atacar a la mía me alejo, suelta un suspiro de decepción y me deja de agarrar dejándome en el piso. Agarro entre mis puños su camisa y tomo una respiración antes de verlo y hablar.

— Hagámoslo — murmuro mirándolo fijamente. Evito mostrar mi nerviosismo — Yo quiero que seas el primero — Bajo mi vista y me apoyo en su pecho ya que me siento avergonzada.

Y apenada.

Tal vez él estuvo con mujeres que ya sabían sobre el sexo y yo soy... Bueno no se mucho.

— Ámbar — Alto y fuerte dice mi nombre que me estremezco entre su pecho. Lo siento alejarse y tiemblo por su rechazo.

No, no querrá a una virgen estupi...

— Mi bella Ámbar... ¿Qué pasa por tu cabeza? ¿Eh? — sus manos suben a mis mejillas y levantan mi rostro para que mis ojos se topen con los suyos, parece que quiero llorar — Quiero que estés seguro, no te sientas presionada por mí. Yo... Puedo esperar ¿De acuerdo? Eres muy valiosa para mí, no puedo siquiera imaginar lastimarte — un bajito Oh sale de mis labios al escuchar cómo me adora con esas palabras y las ganas de llorar se van.

Y gimo, bajo pero capaz de que él la llegue a escuchar.

No quiere lastimarme.

— Si quiero — Le digo más como una exaltación alta hacia él — Solo que no sé casi nada... Por ahí no nos... — Sus ojos me miran con ternura y me olvido de hablar por aquellos ojos tan dulces.

— Iré lento, te cuidare y adoraré tu cuerpo como un templo... Dios Ámbar soy un ateo de mierda, pero por ti rezo a cada hora — Sus palabras calan a mi corazón y mis nervios se disuelven de mi columna desapareciendo.

Es entonces que me alejo de él, seguimos mirándonos, pero noto como se pone tenso cuando mis brazos van hacía la parte trasera de mi vestido y con mis dedos temblorosos logro tomar el cierre del vestido que estaba siendo cubierto por mi pelo sin recoger.

Lo bajo, lentamente, sintiendo los tirones de mis brazos ceder ante la falta de presión cayendo por mis brazos.

Sigamos así

Cuando dejo de bajarlo, lentamente poso mis manos en mis pechos antes de que el vestido baje por completo y deje ver mi cuerpo desnudo, su mirada se posa en mí, se acerca y lentamente se inclina para que nuestros labios se vuelvan a encontrar, toma una de mis manos que sostiene el vestido y la otra pasa por mi espalda dándome un escalofrío ante tal lento movimiento y su mano que sostiene la mía la mueve solo un poco y se lo que quiere, bajo mi mano soltando la tela del vestido y la pongo en su pecho, tomo una respiración cuando apenas se aleja y bajo la otra mano sintiendo como el vestido cae poco a poco, al igual que la mano en mi nuca está arrastrando la tela más y más abajo, la intensidad de sus ojos me llenan de un sentimiento extraño, entonces me pongo de puntas y vuelvo a besarlo sosteniéndome de su camisa, sus manos se encargan de quitar los tirones de mis brazos y el vestido cae al suelo, lo siento en mis pies.




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