CAPITULO 50 COLORADO
Ámbar
Londres
12 de noviembre 2018
16:11 P. M.
Muchas vecen creen que todo es un chiste
Contarlo no te hará sentir mejor ni arreglará la heridas
Eso es lo que la sociedad cree.
— ¡Pensaste que no lo sabría! — aturdida alejo el celular por su grito repentino, es justo que lo esté... Necesito que me escuche — ¡Callar a los hombres no cambiaría nada de que me ocultas las cosas! creí que éramos sinceros con el otro Ámbar, creí que hablarías conmigo, pero veo que te esconderás siempre que puedas, confíe en ti lo hice — suena dolido, pero sus palabras duelen, mi garganta se siente apretada sin poder darle paso a las palabras — pensé que sabias que estoy para ti, ya veo que sigues siendo una cobarde y egoísta cuando se trata de nosotros ¡Siempre estoy para ti mientras tú huyes! ¡Te cierras cuando hablamos! — suelto un sollozo al escucharlo enfadado por ello y que al parecer no sabe lo que pasa en esta casa.
egoísta
Solo quería arreglarlo sin que se moleste, sin que se desespere por mi seguridad y que estuviera fuera de sus propósitos en Londres antes de volver a Bolivia.
Por una vez, no quería ser yo quien de un problema
¿Eso es lo que soy a sus ojos?
Alejo el celular de mi oido mientras lo apoyo en mi rodilla y cierro mis ojos para limpiar las lágrimas que escurren y se mezclan con mi sangre, trato de que paren, pero las lágrimas son interminables, son un aguacero imparable sin un fin por sus palabras.
Dice más cosas, pero siento que mis palabras serán omitidas como justificación para él.
— ¿Te sientes bien? — la pregunta del chico delante mío me hace sentir un poco miserable de lo que mi pareja me hace sentir, niego con la cabeza volviendo a acercar el celular para hablar, no puedo dejarlo así.
Podré explicarle, solo tiene que escucharme.
— Solo ven a casa por favor — ruego a que se le pase, no sé si se ha dado cuenta de mi estado por medio de mi voz, pero su respuesta hace que mis nervios se disipen y den paso a la rabia y a un agudo golpe a mi amor.
— Claro que voy Ámbar y de una vez por toda aclararas todo esto tuyo que te manejas. Debiste superarlos, te pedí que me hablaras, pero decías que estabas bien, que ya paso, dijiste no a la ayuda que pude brindarte. Pero no, aún vives en tus recuerdos de la niñez, supéralos de una vez, tu madre está muerta — suena indignado como si ello fuera una bolsa de basura que no he deseado tirar de la casa desde hace años
No me presta atención, no me escucha, sigue diciendo palabras hirientes, no como dagas al corazón, sino como pequeñas espinas que se clavan ante cualquier roce de su voz a mi corazón.
Algo dentro de mí se rompe, y la triste ilusión, que este hombre vendría a mi socorro al saber que no estoy bien fue lo que me llevo a pelear con su hermano, creyendo que me seguiría para hablar.
No me dejo hablar
¿Que he hecho?
¿Qué me he hecho a mí misma?
Volví a depender de alguien, esperé algo de él y... Yo tampoco soy buena en dar algo a alguien que espera tanto de mí
¿Mis años de experiencia no me lo han recitado todo?
Mentiría si fuera necesario, mentiría para salvar el poco orgullo que me quedaba.
— Lo siento — salen las palabras de mi boca — Nunca más sucederá — Me voy. Cuelgo la llamada antes de que palabras hirientes salgan de él o de mí.
Le paso el celular nuevamente y limpio mis lágrimas queriendo borrar mi dolor interno.
No pueden dolerme los golpes, no pueden dolerle a alguien que estuvo acostumbrados a ellos toda su vida.
Cobarde, si eso soy para él.
No seré capaz de darle lo que quiere de mí, la confianza y amor incondicional, ellas están fuera de mis límites, siempre lo estuvieron, solo que las forces a salir.
Cobarde
Lo intente, lo intente, pero no me siento bien con ellos.
Le mentí, al igual que al veces lo hacía con la gente o con mis amigos y maestros. No puede esperar algo bueno de una chica como yo, una egoísta, una cobarde.
— ¿Puedes llevarme a un hotel lejos de esto? — Trato de pararme y lo logró sin su ayuda apoyando mis manos hacia el mueble cerca mío — No conozco Londres, pero necesito perderme hoy — cuando lo miro él asiente y baja sus brazos que los estaba estirando para ayudarme.
Cobarde
al estar de pie, trato de que mis extremidades se relajen por los agarres de Carlos.
Mis hermanas corren cuando me remuevo del lugar donde estuve apretada por Carlos, los pequeños niños llegan a mí y me abrazan mientras tiemblan demasiado protegiéndome con sus propios cuerpos.
Lidiare con la psicóloga cuando llegue a Bolivia, tendré que retomar las consultas para ellos.
— Yo... Ámbar no sé qué decir — miro a Mía quien abraza a Nicol tratando de calmar su llanto, ella solo tienes ojos llenos de pena y angustia calando su sistema.
Me quedo sería y dirijo mi mirada a Carlos, sufriendo desmayado.
Cuando estoy por responder, el tono de llamada de chico rubio me hace temblar, él rápidamente mira la pantalla, luego de dos segundos me muestras la pantalla y el número aún sin registrar de Octavio alumbra.
Alejo uno de mis brazos que toca a mis hermanas y pido el celular, ni bien lo tomo cuelga, pero no tarda nada cuando lo vuelve a llamar.
Dejo que pasen los cinco segundos pensando en lo que le diré y... Contesto.
— Hay que realizar un comunicado de prensa lo más rápido que se pueda, quiero que diga sobre el fin de nuestra relación, también de los tipos que estaban al cuidado de la casa, son unos imbéciles deberias asegurar eso para tu familia — arde mi garganta cuando murmuro ello, sin darle tiempo a replicar, vuelvo a hablar — Mi carta de renuncia llegará a tu mesa cuando llegue a Santa Cruz, no pienso trabajar más contigo, gracias por todo, esta cobarde se ira de tu vida para siempre — digo tan ácida que hasta me arde a mí misma, cuelgo la llamada sin darle tiempo a responder y se la paso a él, quien cuando lo toma la llamada vuelve, entonces tira el celular al suelo, haciéndose añicos y deja de sonar, pero no muestra indicio de arrepentimiento por aquella acción suya.
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Editado: 25.01.2023