CAPITULO 51 TRES PAJARITOS
Ámbar
Londres
12 de noviembre 2018
17:01 P. M.
Te prometo que alguien más será capaz
de lo que yo no pude darte
— Espero que puedan buscarle ayuda a tu padre pequeña — Busco las palabras para alejarla. No debí hacer que nadie se acostumbre al otro — Dile que no presentare cargos contra él o alguna denuncia — apenas tengo voz para decirle mirando dos segundos a Mia, no hare que su familia se vea en polémicas, seria devolver un favor a Octavio. — Tengo que irme ahora yo no puedo quedarme más Nicol, tengo que irme cariño — reprimo el sollozo que urge escapar de mi boca al escucharla sollozar y abrazarme mucho más fuerte, queriendo que no me vaya.
Yo también la ayudé, yo también conté cuentos en las noches ventosas, ella al igual que todos tenemos cuchillas afiladas apuntando a nuestro corazón que antes el menor movimiento nos rasga más.
egoísta... Esa eres Ámbar, no piensen en los demás
Con el dolor de mi alma, muevo mis manos a las suyas que están en la parte trasera de mi espalda y forcejeo a que me suelte, grita y llora aferrándose a mí, pero ejerzo más fuerza en su manos haciendo que me suelte al momento que grita mi nombre, pero es tarde , ya me aparte de ella, sus dedos me rozan antes de caminar hacia las escaleras y bajo rápidamente de estas mientras que alguien se lleva a Carlos todo desmayado hacia la sala, mis hermanos están en una esquina y cuando me ven bajando corren hacia mí, los dejo que me abracen y luego me aparto de ellos, Nicol me está llamando a gritos.
Ignorala
— Es hora de irnos niños, vamos de la mano ¿Bien? —las dos niñas toman mis manos y Alexis toma la de Hanna mirando a los costados, temeroso de que por donde se llevaron a Carlos, este vuelva a aparecer.
— Tengo un coche esperando afuera, señorita — dejo de ver a mi hermano menor reprimiendo el gran anhelo de volver a abrazarlo. Camino hasta estar cerca del tipo, quien nos mira muy sorprendido —Lamento no haberme presentado, soy Kennedy Argothe vivo al frente estaba de salida cuando te escuche gritar — asiento con la cabeza un poco avergonzada.
— Soy Ámbar, gracias por tu ayuda en serio — hablo bajo mientras que caminamos a la salida de la mansión, donde los coches dispersados están fuera de la calle, uno con la puerta abierta nos espera. Las niñas y Alexis caminan conmigo mientras él nos guía para salir de las paredes de la mansión.
— La señora no puede irse — un guardia repentinamente se nos cruza y luego dos más en medio del portón de madera.
Los miro enfada a cada uno, pongo a mis hermanos tras mi espalda antes de atacarlos con palabras.
— No crean que esto se quedara así imbéciles, hablare con Octavio respecto a su despido — tendré que decirle — Menudos imbéciles, dejaron que ese tipo me golpeara y asustara a las niñas y a Mía ¿Qué pasaba por sus cabezas? ¿Dejarían que me matara? — digo haciendo énfasis en mi enfado en ms palabras.
— Él es el hijo mayor de los señores Black nosotros no…— pero antes de que siga poniendo una excusa, logro zafarme del agarre fuerte de mis hermanas y me acerco al quien miro todo, mi mano no espera le doy una cachetada sin que lo perciba, el sonido de mi mano contra su piel resuena alto y claro a una advertencia a los demás quienes quieren retenerme.
Se queda quieto cuando la recibe sin decir más.
— Así fuera el mismísimo Alexander Black golpeándome deberías alejarlo. Había niñas ahí ¡imbécil! — grito — En cambio dejaste que siguiera así, retuviste a mi hermano de ayudarme, son tan incompetentes que debería denunciarlos por esto, pero les costara su trabajo a todos ustedes. Y será mejor — lo señalo con mi dedo índice — que me dejes salir de esta casa ahora, he cortado cualquier lazo con su jefe, así que no tienen poder alguno de retenerme, me voy a ir — entonces tomo a mis hermanas y las llevo hacia el coche que nos espera con la puerta abierta.
— ¿Si señor? — apresuro a mis hermanos y tiro mi bolso al piso a los pies de Anahí y tiento los bolsillos de mi chaqueta la sentir la vibración en ella, saco de uno de mis bolsillos a mi celular quien aún estaba en ahí.
Varias llamadas perdidas y mensajes de Octavio marcaban en mi pantalla.
— Llámalo y dile que no quiero hablar con él — doy en el botón de apagar y lo vuelvo a meter en el bolsillo de mi chaqueta, entonces le doy un último vistazo a la mansión, donde en la puerta Mia y Nicol me están viendo.
Puedo huir, yo puedo hacerlo.
Lo siento mucho cariño, digo sin hacer ruido, sin mover mis labios y aparto mi vista de la pequeña quien empieza a correr hacia nuestra dirección.
Subo al coche y cierro la puerta sin ver si ella llega, el coche arranca tras cerrar la puerta, y por la orden de Kennedy el coche avanza por el mismo lado donde entramos.
El viento choca contra mi rostro y me hace soltar un suspiro lleno de ansiedad por todo lo de hace un momento.
No te arrepientas
Acepto lo que esa voz me dice, y me reconforta que mi pequeña Anahí apoyada en mi brazo, así Hanna en la de ella, sin decir nada.
Es lo mejor, lo sabes. No puedes seguir huyendo de ello.
— Conozco un buen lugar para llevarlos, no tienes que preocuparte por nada — solo asiento mientras llegamos a la reja principal, peor no hemos llegado a ella y esta se abre, dando paso a una camioneta que entra.
Es una de las de Octavio, son el mismo modelo.
Esto es malo, muy malo.
— Alexis… ¡Abajo ahora! — el estremecimiento que pasa desde mis pies hasta las palmas de mi mano hace que actúe rápidamente y aleje a mi hermano de la ventana y lo hago agacharse junto a las niñas justo antes de que la camioneta este cerca del coche.
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Editado: 25.01.2023