CAPITULO 54 CULPABLE E INOCENTE
Miguel
Londres
12 de noviembre 2018
21:43 P. M.
Haz sido fuerte al tener todo para ti guardado.
Hay veces que todo te consume, y cuando las cenizas se van, tú eres arrastradas con ellas.
Sabía que eran dolorosas tanto para mí como para Sebastián, pero eran necesarias.
Su mirada deja de parecer perdida cuando parpadea cinco veces, me mira fijamente por largos segundos, antes de que ceda y deja de lastimar su mano.
— Me perdí una vez más... — Rompe en llanto al ver brevemente sus manos — Soy un desastre... yo... — apenas logro dejarla habar mientras vuelvo a colocar su cabeza en mi pecho, su mejilla choca directamente con mi corazón y la dejo ahí, sus lágrimas humedecen esa parte de mi camisa, pero lo ignoro.
— Sabes que todo pasara... — Repito lo que Sebastián le decía mientras curaba sus heridas con el pequeño botiquín que se manejaba en la mochila.
Recordar lástima, porque siento que, en este momento, él nos hace tanta falta.
Mi amigo, iba a convertirse en un gran medico tan dedicado a su carrera.
— Respira y llora, pero no te hagas daño Ámbar — ella mueve su cabeza, y lo recibo como un asentimiento a que me escucho a través de su llanto, ahora silencioso.
Y dejo que llore, mientras mantengo sus manos alejadas de una con la otra.
Hasta que unas líneas casi perdidas en sus muñecas llaman mi atención, ella tiembla mientras toco encima de ellas, están casi perdidas.
Es cuando ella empieza a pedir perdón, y me da la respuesta que no quería escuchar ni saber.
Ella se cortó, en ambos brazos. Alejo mis dedos cuando esconde su cara y... Quiero borrar cada recuerdo en este preciso momento.
Esto fue después de la muerte de Sebastián, las miro y aun así siento como sus puñetazos en mi estomago llegaran junto a sus lamentos.
— No pude soportarlo... — cada palabra rasga mi corazón cuando ella se disculpa repetidas veces.
Levanto la mirada y trato de que mis lagrimas no salgan de mí, pero se me hace imposible.
Trato de quitarse la vida. ¿Octavio sabría de esto?
— Cuando él murió... Todo se volvió oscuro — Comienza a relatar, bajo la mirada tratando de esquivar verle a los ojos, pero cuando la miro de reojo, esta miraba mi cuello — No podía respirar... No quería ese dolor yo...— se calla mientras comienza a tener hipo en medio de las lágrimas — Yo trate, te juro que trate, pero todos...Todos me llamaban de igual manera, que solo quería estar muerta — Tantas de veces que evitamos esas palabras que salieran de ella, ahora salen como si nada. — Murmuros, acusaciones, su sangre en mis manos... — Levanta sus manos apenas y las miro cuando ella las ve — Él murió aquí... ¡Él murió en mis manos! — grita alterada y trata de juntarlas, pero no le permito ello — Murió frente a mí y no pude... Salvarlo y soñaba con ello cada noche cuando apenas dormía, dolía tanto... duele... — Arrastra las palabras mientras rompe en llanto — Todos me odiaban... Yo me odiaba, estaba tan sola... Solo tenía 16 años Miguel...Yo solo tenía 16 años y lo perdí todo — asiento a esas palabras cuando se remueve en busca de liberar su frustración, no dejo que se libere, aun cuando quiere patalear y mueve sus brazos frenéticamente para liberarse de mi agarre — ¡Ni siquiera tenía 18 años cuando murio, yo lo mate! — suelta un grito desgarrador.
— Cálmate...Cálmate Ámbar —Me muevo de adelante hacia atrás como una mecedora para calmarla. — Respira... por favor hazlo — Ruego atrapándola más fuerte.
— viví con esto todos los días, aprendí a sobrellevar su muerte... Aun cuando apareció en mis pesadillas esa escena o mi madre. Trate de llevar una vida — suena con sarcasmo ello — Pero cuando trato de ser feliz, todo vuelve como un montón de arena llenando mis pulmones y mi cabeza con recuerdos que me hacen perder la poca cordura que me quedaba — Se cansa de llorar y sé que la cansa sus propias lágrimas. — ¿Como es posible que ame o quiera a alguien si me odio por todo? — ¿Por qué?
¿Por qué se odia tanto?
— deberías odiarme a mí por abandonarte — digo recriminatoriamente para mí mismo. — Te deje cuando más me necesitabas a tu lado... ¿Por qué a ti? Tú no tienes culpa alguna de lo que paso — nos miramos mientras murmuro esas palabras en un tono dulce para ella. Sus ojos azules se vuelven un poco claros por las lágrimas que dejan de caer por su mejilla — Su muerte no fue tu culpa — digo firme a ello.
Porque no lo es, su muerte nunca fue su culpa. Mi hizo nada malo para terminar con una pésima madre.
Me mira fijamente largos segundos, apenas parpadea viéndome y siento como busca eso en mí.
— Ni la tuya — susurra — Pero aun eso me lo recrimina cada vez que tiene la oportunidad de hacerlo — suena tan dolida — Es insoportable, es como si se comiera todo lo bueno para dejarte mal — suena más calmada mientras se abre a mi — Se alejo cuando conocí a Octavio ¿Sabes? él fue como un atrapasueños llevándose todo... Trate de mostrarme sincera, pero es su mundo, la gente y yo...No quise avergonzarlo o hacerlo mal, no pude ser una Ámbar sincera y abierta, le conté algunas cosas, lo demás... — Baja la mirada a sus muñecas — No pude, le oculte mis incomodidades y mis miedos, con temor a que vea que sigo siendo débil y frágil. Al veces odio todo, pero eso es lo que me mantiene viva, pero no quiero que él sienta lastima o pena yo no lo... — parpadea varias veces y creo que llorara, pero no lo hace — Soportaria, por eso me fui, él dijo algo que yo misma me murmure hace cinco años cada día y… todo se agito, con mis hermanos en sus ataques y yo temblando, tuve miedo de desmoronarme antes de poder protegerlos, no quería que me vieran en ese estado ni a ellos. — y sus pensamientos se centran en sus hermanos.
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Editado: 25.01.2023