CAPITULO 56 EL FUTURO
Ámbar
Londres
13 de noviembre 2018
13:30 P. M.
Puedo soportarlo
Puedo sanar y perdonarme a mí misma
Pero ya no anhelo estar sola, no quiero sentirme más así.
En algún momento de mi tiempo libre, me cuestione el porque de las cosas en todos mis años de vida, aunque siempre trataba de encontrar una respuesta, estas quedaban cortas y no rellenaban mis dudas al cien por ciento.
Así que decidí dejar de preguntarme por ello, él porqué la muerte de mi padre ya no duele como cuando tenia doce, el porque aun las palabras de mi madre no tenían sentido, me odiaba, pero nunca me dijo la razón el porque de todo esto en nuestra vida, hasta su ultimo suspiro ella nunca me llamo por mi nombre.
Hoy esas preguntas revolotean por mi cabeza como cuervos molestos mientras avanzo con las manos en mi garganta, tratando se aliviar el nudo que se ha formado para no hablar.
Odio que eso, nuevamente allá tomado todo lo que creí dejar, las palabras de mi madre igual y la leve molestia de que Octavio es igual que Carlos.
Muy en el fondo, se que ello es mentira, pero no me da tiempo al menos de despedirme del hombre, que hace solo uno días abrazaba y besaba.
Se que me sigue, a lo lejos los guardias no se nos acercan cuando él me llama por mi nombre, pero se siente distinto, lo escucho tras de mí llamándome desesperado para que me detenga, pero es tarde para que lo haga, mis pernas se mueven sin detenerse al ascensor.
Lo siento.
Presiono el botón para que las puertas se me abran, mi mano tiembla y no lo entiendo, desesperada trato de hablar, pero no me deja. Las puertas se abren y me meto, girándome apresurada para apretar el botón del piso al que estábamos alojados.
Mis ojos lo ven, miro brevemente sus ojos notando el destello de culpa en ellos y lo desvíos hacia un costado para no sentirlo verme. Él está a unos metros de mí, pero no se mete conmigo cuando mis manos se mueven para ponerse a la altura de mi pecho abierta hacia él, en señal de que se detenga.
No avances.
Grita tal vez mis ojos cuando se topan con los suyos, pero mi pecho quiere que lo haga.
Detenme
Es desesperado, crudo a su llamado a que venga a mí.
Tiemblo y las ganas de llorar me golpean muy fuerte que suelto un sollozo y mi pecho quiere un abrazo, pero me lo niega la cabeza.
Duele verlo así.
— Lo siento — El sonido de que se cerrarán pronto me hace hablar apresurada, atemorizada, atraviesa el muro que eso creo en mi garganta — No puedes estar con una persona que se odia demasiado a sí misma — y las puertas se cierran ante mi último susurro, dejándome su mirada llena de incomprensión y dolor en mi cabeza, suelto un sollozo lleno de frustración mientras los pisos suben lentamente.
No entro conmigo, me dio mi espacio.
¿Por qué odio por primera vez estar sola?
Trato de volver a la normalidad, respirando profundamente y evito que más lagrimas escurra por mis mejillas, las limpio y trato de ver en las paredes del espejo que no se noten, hasta que llego al piso donde marqué, corro hacía la habitación aun con los tacones puestos y me tranquilizó cuando estoy entrando las niñas ríen muy fuerte desde alguna habitación de la suite.
Nadie tiene porque cargar con todo lo que llevo, los humanos somos así, egoístas, incapaces de ablandarnos cuando sabemos que podemos dañar con palabras ante la mínima muestra de compresión de otros.
Octavio no tiene por qué cargar con todo lo que yo hago, debería haber comprendido y aceptado de mi pasado yo misma, no otros.
Pero antes de huir a una habitación, el arrepentimiento de no hablar con él nos arruinará y me detiene.
El estar sola, me causa nauseas en este momento. No quiero que sufra.
Dile algo superficial, algo para calmar la angustia que se carga.
No puedo tirar a la borda todos esos días de felicidad.
Eso no arremetió en los días que lo conocí, o cuando vivimos juntos, no se metió en mis pensamientos, ni siquiera recordaba que estaba en mí.
Lo quiero, parece un frio y amargado con casi todo los demás, es al veces, pero no lo fue conmigo, ni siquiera cuando lo secuestraron y yo me metí dentro de la operación de rescate.
Me abrazo cuando tuve mi primera pesadilla en su cama, estuvimos hasta tarde.
Vio mi marca, la beso.
¿Todo eso fue en vano?
Te matara, dejaras solos a los niños.
Él nunca me haría daño, nunca me golpearía.
¿Segura?
Segurísima, mas de lo que nunca antes estuve.
Te abandonara, cuando te use con tu imagen lamentable de niña salvada, te botara cuando no le sirvas, solo te tienes a ti, él no debe importarte.
Él creo la fundación a base de lo poco que le hable, ni siquiera es algo relacionado a los beneficios de la empresa a otras asociadas que ayude, es a base de lo que se escucha a diario, de mis comentarios, de las noticias diarias que a veces veíamos y de mí. Yo fui parte de ese porciento de niños que hablo cuando quería ayuda y se me negó, creyeron que era una llorona y desobediente hacia mis padres y que si me golpeaban era porque tenían razón, aun cuando llegaba con moretones a la escuela, nadie nunca hizo nada, me sembraron el temor de que, si la gente sabía lo que pasaba en mi casa con mamá, mis hermanos serian vendidos a extraños. Al igual que una niña de 12 años desesperada, hay más niños en esa situación, mujeres que por miedo o amenazas nunca hablan o no pueden llegara un lugar que te proteja de tu agresor…
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Editado: 25.01.2023