Manipulada Por Mi Jefe

CAPITULO 62 PELIGROS DEL PASADO

CAPITULO 62 PELIGROS DEL PASADO

 

Ámbar

15 de noviembre 2018

07:35 a.m.

Los cuentos de hadas, tienen su cuento macabro en las espaldas

¿Novedad? Claro que no, pero al menos los monstruos los conocemos

Otros simplemente te hacen olvidarlos pero te acecha

 

En una manera muy poco chistosa esta situación no es la mejor para nadie, Octavio está    por brincarle a la chica que se atrevió hablar de esa manera tan dura en  este lugar. Los guardias alejan a todo aquel que quiere escuchar algo de lo que sé que salga de Octavio a ella. La portera, la directora ninguna de las dos se mueven ni un centímetro de donde se quedaron, mientras que Octavio es quien se acerca a ella, mi mano libre va en alcance a la suya tratando de llamar su atención antes de que cometa cualquier cosa.

 — Dije que ella es una asesina — me mira de reojo por unos breves segundos antes de que el miedo la consuma por la cercanía amenazante que Octavio está irradiando.

Incontrolable, llamó su nombre en susurros bajos esperando que deje de enfocarse en ella.

— Para — gruño la palabra con irritación cuando vuelve a cantarle que soy una asesina, aunque sigo tirando de su mano para llamar su atención es poco convencional.

— ¿Quién eres para acusarla de eso? — Espeta con amargura, su cuerpo está temblando y se que no es por miedo, es la rabia — ¿Quieres ir a la cárcel por difamación? — La amenaza suena tan cierta cuando la dice.

No puedo dejar que ella siga jodiendo la poca paciencia que Octavio se está manejando, dejó de intentar con Octavio y me acerco a ella, quien su mirada llena de irritación pasa a la mía.

Si mirame a mi.

— Deja de provocarlo — Me enfrento a ella, el problema de que de la nada ella venga así, es un problema.

Lo mas seguro es que ella es compañera de mi aula y alguien cercana a nuestra clase

— Ahora puedes hacer que cualquiera vaya a la cárcel, ya veo Ámbar — Un jadeo sorprendido hace que me de ganas de que deje de soltar sus mentiras.

— No es así, ni siquiera se quien… — Me corta mientras su bolso me lo tira en el pecho, retrocedo unos pasos cuando sus cosas se esparcen en el suelo 

— Eres la asesina lo sabes ¿Cierto? — chilla enojada queriendo golpearme, esquivo su golpe dejando que se tambalee hacia delante, me giro para mirarla mientras ella trata de incorporarse, Octavio no se aleja de mi detras y me satisface un poco que esté más calmado ya que no está renegando por ella.

Levantó la cabeza para ver cómo la gente estaba a demasiados metros de nosotros.

Puedo hablar.

— Deberías ser tú..

— ¡Basta! — Su voz me irrita cada vez más, la enfrentó dejando que cualquiera que siga aquí lo escuche, al final no es algo que deberían mencionar de esta escuela — ¿Quien eres? ¿Por qué te empeñas en acusarme repetidas veces? — La pregunta se me resbala con acusación de enojo — Te empeñas a que los padres que siguen aquí, escuchen eso — La desconcentración y los nervios florecen en su cara como es la timidez — Restregarme su muerte es algo más que una simple acusación de odio — Declaró con toda la suficiencia que puedo cargarme.

No lo es

Eso es lo que todos deben escuchar, es lo mejor para todos.

— Tengo el derecho de hacerlo — Me da una respuesta vaga bajando la mirada, sin decirmelo en la cara, la tortura debe ser de mi misma, no que otros que no saben tienen que opinar.

Ella no es nadie para acusarme, ella debió ser de las pocas que me humillaron hasta el ultimo dia de clases, pero se pasa queriendo que todos con ella, me juzguen por todo.

Sebastian no es su asunto, esta gente no tiene que meter su nariz a lo que ni le importa

— ¿por qué? — cuestiono más 

— Fui su novia — declara — Soy Lidia ¿Me recuerdas ahora? —  Me río de ella cuando suelta esa tontería, mis brazos se cruzan por mi pecho, dejando de lado lo incómodo que se me hace tener mi bolso apretado contra mi.

— Mentirosa — Me giro hacia Octavio sacudiendo la cabeza en negación — No fuiste nada de él, por años estuviste molestando como una mosca — Vuelvo a verla, su rostro pálido se vuelve rosa hasta su cuello, se intenta abalanzar nuevamente como una gata, pero igual estoy fuera de su alcance, uno de los guardias la detiene cuando empieza a gritar palabras que son poco entendibles para cualquier persona

— Si tengo que soportar algo, no eres tu quien me lo tiene que reprochar — Aseguro con un tono que solo he usado cuando me defiendo de estas personas — La culpa — Me acerco a ella, dejando que Octavio quite sus manos de mis codos — Ya la cargo ¿No te das cuenta? — Le susurro muy cerca, levantó la mirada y el guardia mira un punto fijo tras de mi, ignorará cualquier cosa que diga a cualquiera —  Y para quien sea que esté molestando, deberías pensarlo bien ante todo, porque no te estás metiendo conmigo — muerdo las palabrotas que le quiero decir, dejando que sus ojos se conecten con los míos, los suyos se han empañado — Estas metiendote con Sebastian¿Sabes lo que significa Lidia? te estas burlando de él, está tocando una herida que ni siquiera tienes derecho a mencionar su maldito nombre — La arrincono mucho más sobre el pecho del guardia —  Y eso no te lo voy a permitir ni a ti ni a quien esté jugando sucio, y si es la persona que supongo que creo que es, dile que no vuelva con todo este teatro — La valentía se filtra poquito, sabiendo que lo estoy amenazando.

Ricardo no tiene porque joderme, no tiene que…

Pero lo hace

Porque al final lo que sigue buscando es a mi.

— Dile que deje sus estúpidos juegos — el rencor, el odio y más que todo, habla mi dolor, como si lo tuviera frente a mi.




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