Marie Him

15. Secretos al aire.

Abrí los ojos confundida, la información que quedó pendiente en mi cabeza se volvió loca en el instante que los recuerdos tomaron forma en mi cerebro. Dormí desnuda en una cama junto a Byron.

Oh. Por. Dios.

La sensación de pánico surgía desde mi rostro a mis pies, generando en su camino una larga descarga eléctrica recorrer cada centímetro de mi cuerpo, haciéndome querer reaccionar de alguna forma. Podía entrar en un estado casual y seguro, o también podía levantarme e irme a cambiar antes de que él despertara.

Intenté girar mi rostro para buscar su presencia en la cama. Soy un desastre al dormir, me muevo demasiado y nunca despierto de la misma forma en la que me fui a dormir, casi siempre me vuelvo contorsionista sin darme cuenta. Hoy no había diferencia.

Levanté la cabeza de la almohada e intenté ver disimuladamente por mi costado en busca de Byron, pero para mi sorpresa... no se encontraba en la cama.

Así que apoyé mis antebrazos sobre el colchón intentando ver un poco más allá.

Nada.

Qué extraño...

Como pude, despacio tomé la sábana para intentar envolver mi cuerpo en ella. Era demasiado larga y gruesa, perfecta para calentar un cuerpo humano en el frío, pero no para una escena de película romántica.

Caminé un poco, en busca de señales de sus pertenencias, pero no había nada.

¿Y si se había ido con sus amigos? Existía esa posibilidad. Me pudo dejar sola, puede haber muchos motivos que no puedo y no quiero pensar... solo, necesito saber qué debería hacer yo. ¿Marcarle? ¿Buscar una nota? ¿Llorar? ¿Hacer un escándalo? ¿Pensar lo peor?

Suspiré y busqué mi teléfono que, por desgracia, no puse a cargar en toda la noche. Tenía 15% de pila y el mensaje de que las notificaciones debían actualizarse de forma manual. Lo conecté y vi los mensajes de whatsapp llegar, pero ninguno era de Byron.

Bueno, no me podía quedar en la habitación desnuda todo el día... bueno, si podía, pero no lo haría. Por lo que me fui a bañar, llevando conmigo la misma ropa que había usado al salir de mi casa. No sé que ha pasado con Byron, podría esperar tal vez una sorpresa como un desayuno en la cama o que llegue con ropa nueva para dejar a un lado la misma del día anterior... pero no.

Tal vez pido mucho, Byron ha hecho todo de maravilla, se ha portado genial y me ha consentido de forma que ningún ex mío ha hecho sin involucrar tener relaciones. Es lo más largo que llevo de "salir" con alguien sin involucrar el contacto físico, pero qué podía decir, era una ingenua antes y caía en el encanto de los bad boys de nuestra pequeña comunidad.

Basta. Nadie es perfecto, Byron puede tener sus fallas y tal vez estoy viendo un descuido dentro de mi fantasía de ese escape ideal donde solo estaríamos nosotros dos, solo que no somos los únicos en este viaje. Me cambié, me sentía incómoda sabiendo que era ropa del día anterior, pero no podía hacer mucho si no intentaba salir del hotel a comprar ropa. Si, debía ir a hacer eso, tal vez era un viaje en grupo y él pensaba también pasar tiempo con sus amigos, no debería impedirle que eso suceda, no soy su dueña y no me gusta pensar o que piensen de mi como alguien posesivo, por lo que tomé mi bolso, confirmé la presencia de mi cartera y dejé solo un mensaje a Byron en whatsapp avisando que regresaría más tarde. Al menos la pila había subido a la mitad.

Tampoco debía dar explicaciones si no las pedía, era un trato justo. Caminé al elevador, decidida a pensar qué hacer con mi tiempo, con mi momento de rebeldía en New York. ¿Qué debería hacer? Hay tanto por ver, pero tan poca imaginación en estos instantes.

Por lo que así empezó mi día, con un estómago vacío, una sensación de confusión rondando en mi cabeza y la ropa de un día antes puesta, caminando bajo las frías calles de la gran ciudad, donde todo sucede.

La Quinta Avenida, como debía esperarse, se encontraba llena de gente, ni con el frío las personas pasarían la oportunidad de pasear por entre tiendas reconocidas, tal vez van a comprar o tal vez van solo a ver, sin importar el motivo todos los turistas estarían ahí.

Caminé por las grandes calles y entré a la tienda que tanto me gustaba, siempre que llegaba a New York recurría a Maisie's Style, era como una hermana mayor para mí, eso era grandioso porque gracias a ella aprendí mucho de cómo vestirme de acuerdo con cada ocasión, sobre maquillaje básico para la preparatoria... mi salvadora dentro de la sociedad a la que mis padres me adentraron.




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