147 DÍAS ANTES DE LA BODA
─Te ves bien, mucho más que bien, Marie. Así que sal y seduce a tu prometido ─murmuré en voz baja mientras observaba mi reflejo que me devolvía una mirada determinada que había comprendido el mensaje.
Estaba lista. Era hora.
Me di un último vistazo en el espejo, observando cómo el elástico y el encaje negro se mezclaban para crear un conjunto atrevido y sensual. Me veía genial, el gimnasio se veía reflejado, las curvas resaltaban donde debían de resaltar y el babydoll solo embellecía todo lo demás. Me sentía capaz de muchas cosas mientras que seguía encerrada en el baño del hotel, podía seducir a cualquier hombre con solo dedicarle una mirada... pero tenía dudas de si esa personalidad dominante duraría al salir y enfrentar a Byron en la cama porque... diablos, me ponía más nerviosa de lo que quisiera.
Cerré los ojos conteniendo mi sonrisa porque... Dios, no entiendo mis nervios, Byron es solo un chico. Un chico más en mi vida y probablemente sería el último. ¿Eso explicaría mis nervios? Tal vez mi subconsciente quiere hacer pensar en ese tema. ¿Cómo será mi relación con él después de la boda? No lo habíamos hablado y no creía conseguir sacar el tema en esos instantes... la verdad, no quería, pero era como un mecanismo de defensa personal para evitar situaciones que me generan ataques.
Basta, tú puedes Marie, solo es tu prometido.
¿Qué tanto podría salir mal? Era nuestra primera vez como pareja. Aún con antecedentes de una vida sexual activa, una persona necesita descubrir como encajar con su pareja, de poder encontrar el ritmo adecuado para los dos, de descubrir qué le gusta a tu pareja, qué no le gusta y qué podría sorprendernos a los dos.
Tal vez si pensaba en eso, todo podría ser más sencillo. Es algo normal para todas las parejas, los nervios van a seguir ahí, ¿no es así? De todas formas, hay alcohol en nuestro sistema, la perfección no puede alcanzarse si nuestro cuerpo ya está programada la posibilidad de cometer una estupidez.
Mierda, ya estoy pensando mucho. De nuevo.
Me acomodé el cabello por última vez y por fin me aventuré a salir de mi pequeño refugio. No había pasado mucho tiempo, tal vez unos cinco minutos desde que entré, pero yo los había sentido más largos. Caminé sobre la punta de mis pies, el frío de la habitación llegaba como nutrientes a un árbol, pasando por las ramas que conectan al ser desde el suelo y sube hasta perderse detrás de mi cuello como un escalofrío, tal vez era el mismo frío o mis nervios los que querían traicionar mi cuerpo, pero cualquiera que fuera tenía un motivo claro al ver a Byron desabrochándose en el borde de la cama los botones de las mangas de su camisa. Se veía como sacado de revista para marcas importantes de perfumes o promotoras de una línea de caballeros.
Era todo un caballero. Podría apreciar cada detalle de su persona por horas sin perder el interés en la superficie maravillosa de su ser. Su cabellera se veía un poco más oscura de lo habitual, le daba un aire un poco más oscuro y me agradaba eso, era sexy en un hombre. Siempre he escuchado que un hombre en traje se vuelve todavía más atractivo, pero considero que es todavía mucho más ver cómo se arregla o, en este caso, cómo se desviste. Fácil podría tomar una cámara o mi propio celular para tomarle una foto en este preciso momento y sería digno de una portada de revista. Casi podía visualizarlo en la entrada de una casa mientras se liberaba de su corbata después de un largo día de trabajo, anunciando su llegada con un "cariño, ya llegué".
Era perfecto.
Yo lo estaba considerando perfecto en todos los aspectos que llevaba conociendo de él. Su trato siempre ha sido maravilloso conmigo, mi hermana se siente cómoda en su presencia, mis amigas lo tienen en un pedestal después de la pedida de mano y cada acción que hace por mi me lleva a apreciarlo un poco más. Sean nuestros padres, sea Dios o el destino, no era una mala idea después de todo casarme con él.
Tal vez sintió mi presencia o me escuchó salir del baño, desconozco el motivo, pero sus ojos hicieron contacto con los míos y la transformación en su rostro me dio el valor que necesitaba. Se veía sorprendido ya que sus labios se entreabrieron un poco y sus ojos pasaron a barrerme con la mirada más de una vez, haciendo pausas en partes de mi cuerpo que podía sentir el calor acumularse bajo el deseo de su mirada.
─Un regalo atrasado ─comenté despacio, dejando que el tono de mi voz y la selección de palabras fueran indicadores de una seguridad y confianza que estaba encontrando poco a poco. Le sonreí un poco y continué mi andar hacia él. Byron mantuvo sus ojos sobre los míos, podía leer su rostro en esos instantes, en la curva de sus labios juguetones y su mirada oscurecida del deseo─ Feliz Navidad... Feliz Año Nuevo ─mordí despacio mi labio inferior para poder mantener oculta mi sonrisa llena de otras intenciones mientras pasaba mis brazos detrás de la curva de su cuello, perdiendo mis dedos en la raíz de su cabello, quería mantenerme cerca de él, de poder dar ese paso que habíamos pospuesto desde hace mucho tiempo.