Más allá de tu oscuridad

El regreso

Siendo una fría noche de invierno en la ciudad, llega hasta una lujosa mansión un joven de veinticinco años, con prisa ingresa en cuanto le abren la puerta dejando sus pertenencias en la entrada y deshaciéndose del abrigo mientras se encarga de subir las escaleras para llegar hasta una gran puerta de caoba. Sin perder tiempo en anunciarse abre la puerta y avanza hasta el lado de la cama donde yace un hombre de cincuenta y seis años gravemente enfermo.

– ¡Padre, ya estoy aquí!–expresa tomando la mano del hombre que lo mira cansado–. Debes ser fuerte.

–Casey, mi tiempo ha terminado y…

–No te canses, debes mantenerte tranquilo y descansar, en pocos días estarás bien y entonces podremos hablar–indica el joven controlando su llanto e interrumpiendo al hombre.

–Creí que Massimo había conseguido acabar con esa esperanza soñadora que tienes–comenta con tono bromista el hombre a pesar de su agotamiento–. Debes aceptar las cosas como son, Casey, a partir de este momento estarás realmente solo y debes ser muy fuerte, este viejo ya no podrá cuidarte más tiempo y todo queda en tus manos.

–No digas esas cosas, Dimas Miracle es más fuerte que cualquier cosa en el mundo, incluso que el tiempo.

– ¿Qué más quisiera yo? Pero no es así, lo siento en mi interior, es el momento de que otra estrella brille e ilumine el camino de esta familia, es tu momento Casey, cuídate de los Loughty que no descansaran hasta destruirte.

Sin responder Casey abraza a su padre sabiendo que tiene razón, el médico ha dicho que no hay nada que hacer por el hombre y que si se mantenía con vida era únicamente porque estaba esperando a que su hijo volviera. Casey no deseaba volver a New York pero en cuanto Massimo le comunicó el estado de su padre no se lo pensó dos veces y tomó el primer vuelo de vuelta, no fue sencillo pero la suerte jugó a su favor y consiguió llegar a la mansión de los Miracle a tiempo para ver a su padre por última vez.

Massimo Rossi era amigo de Dimas y durante todos esos años acogió a Casey en su hogar con gusto, no únicamente eso, se había encargado de entrenarlo y prepararlo en todo lo que el joven debía aprender para el momento en el que debiera tomar el lugar de su padre. Dimas mira a su hijo que lo ha liberado de su abrazo y lo mira tratando de guardar en su memoria el rostro de su padre, « Mi niño ha cambiado aunque no lo ha hecho por completo pero la cruda realidad se encargara de eso.» piensa cerrando sus ojos al tiempo que deja escapar su último suspiro de vida.

– ¡Papá, no me dejes, aún te necesito!–exclama abrazándose al cuerpo del hombre sin poder controlar su llanto.

Al escuchar las palabras del joven los hombres en el exterior bajan la cabeza, el jefe ha muerto y no hay nada que hacer, tenia tanto tiempo luchando contra la enfermedad en sus pulmones que su deceso era esperado por todos que veían en su futuro únicamente incertidumbre. El hombre jamás quiso decirle a Casey sus problemas de salud sabiendo que él regresaría de inmediato y considerando los problemas con los Loughty deseaba mantenerlo a salvo. De no haber sido porque Massimo le aseguró que él joven se encontraba listo, Dimas hubiese prohibido que alguien le dijese algo a su hijo aunque eso significara no volver a tener la oportunidad de ver el rostro de Casey. Controlándose por completo, el joven besa la mano de su padre y se pone de pie, «Hasta siempre, jefe.» piensa encaminándose a la salida de la habitación del hombre.

–El jefe ha muerto–informa a los hombres que se mantenian de pie en el exterior con la mirada al piso–. Se bien que es un duro golpe para todos pero pueden estar tranquilos, aquel que decida irse es libre de hacerlo y el que quiera quedarse a mi lado bienvenido será.

Los hombres elevaron la mirada y la dirigieron hacia el joven en quien quedaba el poder, ¿Sería capaz de llenar el lugar que quedaba vacío? Únicamente había una manera de averiguarlo. Entre ellos se miraron como consultándose unos a otros lo que debían hacer, cada uno analiza su respuesta mientras Casey espera sus respuestas de manera paciente, es consciente de todo lo que se encuentra en juego.

–Yo me quedo–indica uno de ellos con seguridad dando un paso adelante, Casey coloca una pequeña sonrisa en su rostro, esas palabras lo hacen tener mayor confianza en lo que hace.

–Yo también–se escucha el coro de voces del resto de los hombres–. Bienvenido, “Don”

Con el respaldo total de los miembros de su familia, Casey se siente mucho más confiado y capaz de lograr la misión que su padre ha dejado en sus manos, los preparativos para despedir al antiguo jefe dieron inicio. Manejar las emociones es complicado pero considerando ser quien es, Casey debe hacerlo, manteniendo su semblante serio y frío se mantiene de pie al lado del féretro de su padre hasta darle el último adiós.

Los meses han trascurrido, la confianza de la familia ahora es absoluta, es una noche mas en la ciudad y en la parte trasera de un elegante vehículo de color negro se encuentra Casey Miracle en compañía de quien se ha convertido en su mano derecha. Lucían Relish, aquel joven que fue el primero en apoyarlo aquella noche en la que comenzó su liderazgo de esa familia, cuidando su imagen pública se presentan a un elegante evento que tiene como fin brindar un reconocimiento a los nuevos empresarios que se han destacado en el ramo de la innovación tecnológica y científica.

Al llegar descienden y juntos se encaminan a la entrada del hotel donde se llevara a cabo el evento, suben las escaleras e ingresan, dirigiéndose al salón de eventos del lugar, siendo detenidos por los periodistas en la entrada del recinto. Mostrándose amables y educados se detienen permitiendo que les tomen algunas fotografías y respondiendo algunas preguntas para acto seguido agradecerles para poder alejarse.

–Casey Miracle–lo llama un viejo conocido, Casey posa su mirada en el individuo manteniendo su semblante frío–, ¿No te alegra verme después de tanto tiempo?




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