Más allá de tu oscuridad

Un lugar seguro

Son exactamente las dos de la mañana cuando el intercomunicador de la mansión Miracle suena, de manera inmediata los guardias de la entrada se comunican con el interior de la casa donde son atendidos por el ama de llaves, le informan lo que sucede y de inmediato ella se encamina a informar al señor. Casey duerme tranquilamente cuando los golpes en la puerta de su habitación lo despiertan, adormilado observa la hora en el reloj digital sobre su mesa de noche al lado de la cama, «Espero que lo que sea por lo que me molestan a esta hora sea muy importante de lo contrario habrá castigos.» piensa al tiempo que enciende la luz, se pone de pie y se encamina a la puerta para abrir, al hacerlo se encuentra con su ama de llaves que le informa presurosa lo que sucede.

Casey mira al frente asimilando lo que le ha dicho la mujer, guarda silencio y sin dudarlo toma su abrigo negro y se encamina a la entrada donde los guardias esperan a que él aparezca y les dé la orden de lo que deben hacer, «No puedo creer esto.» piensa posando su mirada en la joven que se encuentra con un aspecto deplorable frente a la puerta, parece un fantasma por su piel tan pálida y ni siquiera lleva zapatos, con un movimiento Casey ordena que abran. Los hombres obedecen, de manera inmediata ella ingresa y presurosa avanza hasta donde se encuentra el joven, los guardias aseguran la entrada y vuelven a su puesto.

– ¡Casey, debes ayudarme, ya no lo soporto más!–exclama ella dejándose caer de rodillas, consternado él se quita el abrigo y se lo coloca a ella para cubrirla, la noche es helada y no comprende cómo es que ella ha sido capaz de tolerar el frío, la ayuda a ponerse de pie con cuidado.

–Tranquila, Jade, todo estará bien–indica mirándola directamente a los ojos.

Los moretones y sangre en el rostro de la joven son muestras evidentes de los golpes que ha recibido, aun que Casey no tiene pruebas se encuentra convencido de que ha sido Marlon quien ha dejado a la joven en ese estado. Despeinada y con la ropa rasgada, la imagen de la joven vestida de manera elegante, perfectamente maquillada y peinada ha quedado atrás dejando en su lugar a una joven claramente maltratada y con los nervios completamente destrozados.

– ¡No, no, lo estará! ¡Él no lo sabe pero cuando lo sepa enloquecerá, no debí venir pero ya no puedo más!–expresa entre llanto abrazándose al joven.

– ¡Alice!–llama a la mujer que ocupa el puesto de ama de llaves que aparece rápidamente frente a él, con cuidado se libera del abrazo de la joven y se dirige a Alice–. Lleva a la señorita dentro, encárgate de llamar al médico y préstale algo de ropa, mañana mismo encárgate de que le compren todo lo que necesite.

–Enseguida, señor–responde la mujer colocándose al lado de la joven que la mira temerosa–. Venga conmigo, no se preocupe, nadie le hará daño.

La voz dulce de la mujer consigue convencer a la joven que se deja guiar por ella, el interior se encuentra cálido a diferencia del frío intenso del exterior, «Ese lunático de Marlon es capaz de convertir este lugar en un infierno si sabe que me encuentro aquí.» piensa llenándose de preocupación. Casey en el exterior aprieta los puños y se encamina hasta la entrada, los guardias de inmediato se hacen presentes sabiendo que él les dará alguna instrucción.

–Seguramente Marlon Loughty se presente en aquí, déjenlo llegar hasta mi–indica con voz fría tomando por sorpresa a los guardias que esperaban ordenara el aumento de seguridad.

–Pero, jefe…

– ¿Rebatirán una orden?–los interrumpe mirándolos con sus intensos ojos verdes y manteniendo su semblante serio.

–De ninguna manera, jefe.

Sin más Casey les indica que vuelvan a sus puestos mientras que él regresa al interior de la casa, rápidamente se encamina hacia su habitación para vestirse y prepararse para esperar la llegada del médico así como el seguro arribo de Marlon. Lucían se encuentra descansando tranquilamente ajeno a todo el caos de exterior, cuando llaman a la puerta de su habitación, desconcertado se pone de pie y se encamina hacia la puerta, al abrir se encuentra con uno de los guardias de esa noche.

– ¿Qué sucede?–cuestiona sin comprender la razón para que lo molesten a esa hora de la madrugada.

–Lucían, el jefe ha dado una orden pero no sabemos qué hacer.

– ¿Obedecer? Las órdenes de jefe no se discuten, se ejecutan.

–Lo sabemos pero nos preocupa, hace poco más de media hora llego una joven hasta la puerta él la ha recibido y nos ha ordenado permitir la entrada de Marlon Loughty, no consideramos prudente que ingrese y llegue hasta el jefe–explica el hombre exteriorizando la razón de su inquietud y por la que después de pensarlo han decidido consultarlo con Lucían encargado de la seguridad.

–Comprendo–replica con tono analítico–. Desobedecer no es una opción, lo que harán es lo siguiente, en caso de que Marlon Loughty se presente acompañado únicamente él podrá ingresar, neutralizaremos a sus compañeros y revisaremos al sujeto, no debe llevar ningún arma.

El hombre se limita a mover su cabeza de manera afirmativa, Lucían observa al guardia que se marcha a comunicarle a sus compañeros lo que harán, « ¿Qué será lo que estas planeando, Casey?» se cuestiona ingresando en su habitación para poder prepararse y así reunirse con su amigo. Una vez que se encuentra vestido se encamina hacia la mansión e ingresa por la puerta trasera dirigiéndose a la oficina completamente seguro de que encontrara a Casey en ese lugar.

– ¿No deberías estar durmiendo en lugar de bebiendo?–cuestiona Lucían ingresando en el lugar, Casey se encuentra en el sofá de la oficina con un vaso de whisky mirando al frente perdido en sus pensamientos.

– Únicamente beberé este vaso–responde saliendo de su trance–, ¿Gustas acompañarme?

Moviendo su cabeza de manera negativa, Lucían se aproxima y toma asiento al lado de Casey quien mantiene en su rostro una evidente expresión de molestia, el joven sabe que debe controlarse, la razón siempre debe encontrarse por encima de las emociones. Quien se deja llevar por sus emociones comete errores y los errores siempre tienen un costo bastante elevado por lo que no debe permitírselos, especialmente cuando de tus decisiones dependen tantos individuos.




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