Más allá de tu oscuridad

El responsable

Una vez que Casey se ha vestido, guarda la ropa que llevaba la noche anterior en la pequeña maleta en la que Lucían llevaba las cosas que le pidió y algunas otras más no solicitadas, completamente preparado toma la maleta con su mano sana y avanza a la salida. Coloca la maleta por poco tiempo en el piso para poder abrir, la vuelve a tomar y se encamina en dirección a donde escucha la voz de la joven conversando con Lucían.

– ¿Listo?–pregunta Lucían con una sonrisa al verlo aparecer.

–Completamente–responde con seguridad.

Lucían se limita a mover su cabeza de manera afirmativa, comprendiendo de manera inmediata el mensaje entre líneas que le ha enviado su amigo, con tranquilidad deposita la taza vacía sobre la mesa del centro de la sala para después ponerse de pie, acomodar su saco y aproximarse hasta donde se encuentra su amigo. De inmediato toma la maleta de mano de Casey y se coloca a su lado, Levana se pone de pie observándolos con atención, «Son como los caballeros de los libros.» piensa analizándolos por un segundo.

–Debemos irnos, muchas gracias por todo, señorita–indica Lucían con solemnidad.

–Muchas gracias, Levana, salvaste mi vida sin saber nada de mí y ni siquiera te has preguntado, ¿Si debías hacerlo o no?, ¿Si soy bueno y merecía que lo hicieras o no? Estoy en deuda contigo y jamás lo olvidare–expresa Casey con dulzura sorprendiendo a Lucían que lo observa extrañado, no es que el joven tienda a ser desagradecido simplemente es la sorpresa que lo invade al ver en aquel hombre rasgos de su personalidad que creyó desaparecidos.

–No digas eso, esperen un poco, por favor–pide la joven alejándose en dirección a su habitación mientras ellos desconcertados esperan hasta que ella vuelve y se posa frente a ellos–. Tome esto, súrtalo en la farmacia y siga las instrucciones al pie de la letra, por favor y esta es mi tarjeta, si hay alguna reacción o la herida presenta algún problema, no dude en llamarme.

– ¿Así que es medico?–cuestiona el joven tomando la receta y la tarjeta de mano de la joven.

–Médico cirujano–replica ella con una pequeña sonrisa.

–He tenido más suerte de la que creí, ¿No estás de acuerdo, Lucían?–responde Casey devolviéndole la sonrisa a Levana al tiempo que le entrega la receta a Lucían y guarda la tarjeta en el bolsillo de su saco.

–Has sido el más afortunado de los sujetos, gracias de verdad por todo lo que ha hecho, nada puede pagar lo que hizo pero tome esto–replica Lucían extendiendo un sobre con dinero hacia la joven–. Es como agradecimiento y recompensa por sus atenciones.

–Eso no es necesario, mi mayor recompensa es ver que se encuentra a salvo y el agradecimiento más grande es que siga mis indicaciones–responde la joven negándose a aceptar ese sobre–. Recupérate pronto, Casey.

–Gracias, Levana, ahora nos vamos.

Casey avanza hacia la salida y Lucían a su lado, ella se encamina hasta la puerta detrás de ellos, una vez que los ve marcharse por el pasillo en dirección al elevador la joven cierra la puerta y se dirige a descansar, verdaderamente se encuentra agotada y lo único que desea hacer es dormir muchas horas. Casey en compañía de Lucían llega hasta el exterior del edificio, suben al vehículo que los esperaba pacientemente en el asiento de pasajeros, con un semblante lleno de seriedad el hombre centra su atención al frente.

– ¿Tienes una idea de quién pudo ser el traidor que te entregó de esta manera?– cuestiona Lucían exteriorizando con seriedad la duda que lo invadía desde que Julius le explicó lo sucedido, Casey dirige su atención hacia su amigo que espera una respuesta que consiga aclarar su visión y darle una nueva perspectiva ante aquella situación.

–Se perfectamente quien lo hizo, ha sido Amaris–replica Casey lleno de confianza en su afirmación al tiempo que mira nuevamente al frente–. Sin embargo, desconozco los motivos que la han llevado a actuar de esa manera
en mi contra.

– ¿Amaris? No considero que tuviese una razón aunque eso explicaría su repentina desaparición, nunca se presentó en el lugar en el que le indicaste.

–Debe estar escondida, quiero que la busques personalmente, si es necesario revisaras inclusive debajo de las piedras y cuando la encuentres la llevaras ante mí, quiero encargarme de ella personalmente–indica con frialdad.

–Comprendo, así lo haré–responde Lucían sabiendo lo difícil que resulta para Casey esa situación y la resolución que ha tomado.

Cinco meses atrás, Casey había coincidido con una hermosa mujer de cabello negro, lacio que llegaba a la altura de su cintura, piel morena, labios rojos de forma definida, grandes ojos negros adornados por largas pestañas, complexión delgada de curvas definidas, un metro setenta y tres de estatura además de toda esa belleza física, era sumamente inteligente y educada. Ese día, Casey se presentó en la galería de arte donde se exponía la obra de un nuevo pintor, únicamente deseaba disfrutar de las obras y pasar una velada tranquila por lo que deambulaba por el lugar con toda su atención en las diferentes obras.

Llegando un momento de la noche el joven se detuvo a observar de manera atenta una interesante pintura abstracta en la que se podía observar un fondo totalmente obscuro rodeando un poco de rojo de tal manera que parecía sangre corriendo en la negrura del fondo pero lo que más captaba su atención era una especie de rectángulo que visto en perspectiva hacía pensar en una ventana ya que se podía apreciar un lindo paisaje de cielo azul.

–Una obra bastante cautivadora, ¿No lo cree?–inició la conversación la elegante mujer de veintiocho años que usaba un lindo vestido de noche en color negro y llevaba una copa de champan en su mano derecha.

–Bastante–replicó Casey mirando a aquella mujer con una sonrisa.

–Amaris Lane– se presentó la mujer extendiendo su mano hacia el atractivo hombre que la miraba directamente a los ojos con una seguridad abrazadora.




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